domingo, 27 de enero de 2013

Gelassenheit: desligue deliberado


(Nota del traductor: En el siglo XVI se levantó un grupo de cristianos remanente que prácticamente revivió el cristianismo primitivo en todo su esplendor. Debido a que bautizaban sobre la confesión de fe, se les dio el nombre de “anabaptistas.” Muchos de sus escritos originales se conservan. Sus escritos incluyen testimonios, himnos, cartas que se enviaban desde la cárcel, y algunas confesiones de fe. En sus escritos es muy prevalente y recurrente el concepto de “gelassenheit,” palabra de un dialecto alemán sin traducción directa al castellano, que implica la idea de “soltar” en un sentido muy amplio. Ellos la utilizaron para referirse a la rendición a Cristo, dejando todo atrás, tal como Cristo lo describe en Lucas 14. Para ellos esa era la única manera de ser salvo y de hallar el gozo en Cristo. Lo siguiente es una carta de un hermano anabaptista, escrita desde la cárcel, en la cual explica esta idea. Te animo y reto a que lo leas con cuidado y en oración. Con ello en mente, examínate, ya que al final de cuentas, esto, es decir, la gelassenheit o entrega real, es la única diferencia fundamental entre un cristiano verdadero y una persona que solamente es religiosa hipócrita. ¡Dios te bendiga!). 

Alguien que abandona algo o lo deja ir es alguien “desligado,” o “separado,” o “despegado” o “desapegado,” o “deslindado.” Aunque alguien que ha sido abandonado también puede llamarse desligado, la diferencia es que la persona “abandonada” es pasiva (la acción le ha sido hecha a él), mientras que la persona “desligada” es activa (o reflexiva, es decir, la persona se hace esto a sí misma). Si desean un término latino para esto, no puedo pensar en uno mejor que la palabra de Cristo, quien dijo: “El que no abandona a padre, madre, etcétera…” En latín existe la palabra relinquo (soltar o ceder). Sin embargo, existen otros términos latinos que describen la gelassenheit, como son deserere (desertar), renunciare (renunciar) o dimittire (desechar o desestimar). 
Tomen nota de cómo el amor a una esposa sobrepasa y echa fuera el amor a padre y a madre, ya que está escrito: “… dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,...” Génesis 2:24 De la misma manera, el amor a Dios tiene que desplazar todo amor y todo deleite que naturalmente tenemos por las cosas creadas. Sí, tenemos que rechazar todas las cosas creadas si queremos tener a Dios como nuestro Protector y nuestro Morador o Señor. 

De la gelassenheit que experimentan las parejas que se casan (al dejar a su padre y a su madre para unirse a su cónyuge), podemos aprender cómo hemos de despojarnos de todas las cosas y levantarnos por encima de lo creado, para las cosas increadas y más elevadas. 


Lo que tenemos que dejar ir 


Nota entonces, que yo, de ninguna manera tengo que buscar lo mío propio. La palabra “mío” incluye mi honor, mi beneficio, mi dolor, mi deseo, mi desagrado, mi recompensa, mi sufrimiento, mi vida, mi muerte, mi tristeza, mi gozo, y todo lo que pudiera afectar a una persona, ya sea en los bienes materiales, o en las cosas que afectan al cuerpo o al ser interno, como el intelecto, el poder de la voluntad y los deseos. Todo a lo cual se puedan aferrar el ego y el “yo-ísmo” tiene que irse y tenemos que desprendernos de ello, si es que vamos a estar “desligados.” 


Y tenemos que continuar en este camino, no solamente comenzar en él. Tengo que estar tan completamente sumergido en la Voluntad de Dios como para verdaderamente haber muerto a mí mismo. Por lo tanto debo desear ser clavado en una cruz vergonzosa y cruel, y tener un santo pavor de mí mismo, llegando a estar avergonzado de mis pensamientos, mis deseos y mis acciones egoístas, como si fueran un terrible vicio que tiene que ser evitado, tal y como uno evitaría una infección con pus amarillenta. Debo ver mi inhabilidad para hacer el bien y por otro lado mi capacidad e inclinación hacia todo lo malo, castigable y vergonzoso. 

Busca solamente lo necesario 
No debo buscar nada de las cosas creadas, sino solamente las que sean necesarias para sobrevivir. Tenemos que buscar a Dios, pero no debemos buscar las cosas creadas, a menos que sean para servir [a Dios], tal como una persona enferma come su alimento con gran inquietud, por pura necesidad, o como una medicina para la supervivencia, pero no por mero placer. Sí, el comer y el beber son necesidades del cuerpo, pero una persona temerosa de Dios hace tales necesidades con gran temor, siempre estando diligente en no olvidar que Aquel que le dio la comida y la bebida es solamente Dios. 


Cristo lo dice con palabras muy claras: “El que no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:33. Noten cuán amarga y cuán dura y severa es la escuela de Cristo, y qué aterradora y lastimosa es para nuestro intelecto, nuestra voluntad y nuestra naturaleza. Noten también que Cristo tenía razón al decir: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:27 (y esto es cada día Lucas 9:23). Cristo nos enseña que la clase de gelassenheit que rinde todo es una cruz diaria que tenemos que cargar sin descansar. Más bien, tenemos que seguir a Cristo y estar en donde Cristo está en voluntad, pensamiento, amor, deseo y sufrimiento en las manos de Dios. Todo lo nuestro tiene que fusionarse con la voluntad eterna de Dios y llegar a ser nada. 


Cristo no habló de esta virtud sólo una vez o en momentos emotivos o de despedida. Más bien, Él dijo muchas veces (y frecuentemente en un epílogo) que un aprendiz Suyo tiene que hacer lo mismo que aquella persona que esté considerando construir una casa o una torre: tendrá que verificar su bolsa o petaca y contar su riqueza para ver si puede terminar tal edificio. Cuando vea que es suficientemente capaz, entonces puede comenzar a construir. 

Todos los cristianos tienen que hacer lo mismo. Aquellos que desean ser estudiantes de Cristo primero tienen que considerar y reflexionar sobre todas las cosas. Sí, al final, tienen que decirles adiós y rendirlas de tal manera y con la intención de alguien que finalmente deja ir algo que odia y que ya no quiere para sí mismo. A esto se le llama renunciar, a dejar ir algo y ahuyentarlo de uno. 

Cualquiera que rinda todas las cosas de esta manera puede ser un discípulo y aprendiz de Cristo. El alma tiene que estar “sin forma,” esto es, desnuda y desierta o vacía de todas las cosas creadas, si es que va a recibir a Dios y a permitir que Dios posea, reine y adorne en ella, tal como la primera creación (de los cielos y la tierra). Hasta que podamos despojarnos de todo lo creado, no debemos ni soñar con llegar a ser discípulos de Cristo. Que nadie piense que Dios entra [en el alma] mientras todavía haya criaturas que llenen, consuelen o agraden el alma, como dice en Jeremías 7:24: “Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante,” Si le damos la espalda a tal Señor y lo repudiamos, ¿debería Él todavía voltear Su rostro hacia nosotros y tenernos buena voluntad? No, estos infieles han convertido el perdón de Cristo en una lotería. 

La circuncisión espiritual 
Si yo amara algo además de Dios, entonces no estaría amando a Dios con todo el corazón. Porque aquel lugar en mi corazón que ama algo diferente, le está quitando lugar a Dios; por lo tanto, no podría amar a Dios con todo el corazón. Este amor es la circuncisión espiritual, esto es, un extirpar del corazón todas las cosas creadas. Mientras que las cosas creadas no estén separadas del corazón, entonces el corazón no es capaz de amar a Dios por completo. Cuando buscamos la ayuda, el consuelo y la confianza en una cosa que no es Dios, entonces el corazón está incircunciso. Por esta razón se dice que la fe circuncida el corazón, porque levanta al corazón para confiar en Dios, quitándole el consuelo en cualquier otra cosa. 

Unidos a Dios 


Además tenemos que notar que Dios se une a nosotros y nos fija a Él con ese pegamento llamado amor. Un corazón verdaderamente creyente no se aferra a nada, sino sólo a Dios, y, puesto que el amor a Dios es el pegamento que nos une a Dios, entonces se sigue que un corazón circuncidado y amante se aferra únicamente a Dios. Más aún, es imposible que el amor de Dios entre en un corazón a menos que el amor, el deseo, el consuelo y la confianza en las cosas creadas se hayan ido del corazón. La circuncisión y la expulsión de las cosas creadas ocurren para que podamos amar a Dios con todo nuestro corazón, ya que dice: “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.” Deuteronomio 30:6


La Gelassenheit y la circuncisión del corazón son la misma cosa 
Consideren si no es lo mismo decir: “Nadie puede amar a Dios a menos que su corazón esté circuncidado de todo deseo, confianza, temor y consuelo en las cosas creadas,” y lo que Moisés y Cristo dicen: “A menos que dejemos todo lo que tenemos (las cosas en las cuales encontramos placer, comodidad y confianza, o las cosas que tememos) no podemos ser Sus discípulos.” Leemos que Cristo llamó a mucha gente a Su cena, ninguno de los cuales vino, ya que cada uno de ellos tenía una excusa. Uno había comprado una tierra, otro se había casado, otro había comprado bueyes, etc. Lucas 14:18-24. Y todos ellos descubrieron sus corazones obstruidos y no rendidos en el hecho de que no quisieron oír la Voz de Dios y aceptar la invitación de ir al banquete. 


En esta parábola Cristo también menciona las cosas creadas que tenemos que abandonar si deseamos escuchar y obedecer Su Voz y Su enseñanza para verdaderamente conocer y amar a Dios. Cristo menciona esposa, tierras y bueyes. Aunque estas cosas apuntan hacia todas las otras cosas que debemos dejar ir, mencionaré otras pocas que Cristo también mencionó: casas, campos, hermanos, hermanas, padres, madres, hijos, esposa, y más aún que todo, nuestra propia alma. 

El egoísmo y el yo-ísmo 


Si deseamos ser personas rendidas y ser discípulos de Cristo, tenemos que dejar ir todo y rendirle a Dios todo lo que pudiera afectarnos de una u otra manera. Por ejemplo, nada bueno debe ser apropiado para nosotros. Tampoco debemos codiciar nada natural. Es verdad que si alcanzas el punto en el que te despojes de tu propia persona, serás completamente libre de todo. 


Sí creo necesario decir otra vez que tal gelassenheit (soltar) no es lo mismo que soltar una moneda de tu mano. Por supuesto, no debemos matar a padre ni a madre, ni cometer suicidio. Más bien, tal gelassenheit consiste en extirpar el amor, el placer, la preocupación, la confianza y el temor que tengamos hacia nosotros mismos y/o hacia las cosas que son nuestras. En pocas palabras, debemos destruir todo lo que somos y volvernos de todo lo que codiciamos, para que sólo Dios sea nuestro amor, nuestro placer, nuestra preocupación, nuestro temor, nuestra ayuda, nuestra confianza y nuestro todo. ¡Sólo a Él nos debemos aferrar! 

Soltar y dejar que Dios provea 
En común con los animales, buscamos alimento y bebida. Y nos relacionamos con nuestros parientes. Pero como cristianos no tenemos en común con los incrédulos el estar llenos de preocupación por estas cosas. Tenemos que estar libres de la preocupación, como los animales, y disfrutar el alimento sólo como una necesidad, tal como lo hacen las vacas. 


Sin embargo somos peores que caballos y mulas porque comemos y bebemos más de lo necesario y de lo que es bueno para nuestra salud. Airamos a Dios cuando hacemos de nuestro vientre nuestro dios. Tenemos que abrir los ojos y observar a los lirios, los árboles y los pájaros y aprender de estas criaturas, veamos Quién es el que las alimenta y las viste y cómo ellas no se preocupan. Pero porque nos preocupamos por el vestir, por un lugar donde descansar, y por alimento y bebida, entonces nos aferramos a estas cosas creadas. Pero Cristo ha dicho sobre esto: “¡Oh, hombres de poca fe!” 



Todo aquel que esté cargado con confianza, deseo, preocupación y temor con respecto al dinero o a la comida, peca contra la fe según se preocupa por el dinero y por el alimento. ¿Por qué? Porque Cristo dice que siempre mostramos poca confianza en Su Padre Celestial cuando nos preocupamos en exceso por la comida, la bebida y el vestido. 

Notemos que este pecado (de no rendirnos a Dios y no confiar en Él) indica o revela un corazón no circuncidado, y notemos que con este pecado, la persona odia o al menos menosprecia a Dios y lo considera nada o poca cosa. Pueden ustedes concluir de todo esto que tenemos que aferrarnos a Dios y a Su Reino solamente, con una confianza segura y cierta, con un amor ferviente y con temor… y todas nuestras necesidades nos serán añadidas. Mateo 6:33


No mirar atrás 
Sí, tenemos que buscar sólo a Dios con ojos fieles y con firmeza, para que prefiramos morir antes que volver atrás. De manera similar, debemos preferir morir mil veces antes que apartarnos siquiera una vez de Dios. Cuando ponemos nuestros ojos en los bienes temporales, eso nos aleja de Dios. Cristo lo dice de esta manera: “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” Lucas 9:62


Escuchen por tanto, hermanos míos, que no somos aptos para entrar en la escuela de Cristo si miramos atrás. Y comprendan cómo tenemos que extirpar y cortar todo aquello que haya en nuestros corazones, para barrer nuestra casa hasta limpiarla, si es que deseamos ser aprendices de Cristo. Por favor lean Lucas 9 y Lucas 14 lado a lado y compárenlos, combinando su significado, ¡e indudablemente se sorprenderán y serán impulsados a clamar! ¡Qué pobre gente somos! ¡Y cómo tenemos la gran necesidad de sufrir con Cristo siempre! 


¡Acuérdense de la esposa de Lot! 
La esposa de Lot quizás miró atrás debido a sus bienes materiales, a su salario, a sus amigos, o a algo así, cuando Dios hizo caer fuego y azufre del cielo sobre Sodoma y Gomorra, destruyendo todo lo que había allí. Ahora bien, lo mismo que ocurrirá cuando Cristo aparezca, también tiene que ocurrir dentro de una persona cuando Cristo secretamente la alumbra en su corazón. Si deseamos ser cristianos rendidos, no debemos estar ansiosos por obtener bienes materiales ni por preservar nuestras bolsas llenas de comida. Tampoco debemos sorprendernos cuando los bienes que hemos adquirido sean llevados en un instante. Tampoco deben consolarnos o hacernos cómodos los bienes que poseemos. Más bien, debemos aceptar el reino de Dios, esto es, su voluntad eterna, con amor y deleite. 

No te enorgullezcas de tu Gelassenheit 
Noten también que cuando reconozcamos, confesemos y abandonemos todas las cosas antes mencionadas de las cuales hemos de despojarnos, no debemos permitir que nuestro conocimiento, confesión y rendición se conviertan en nuestro gozo y amor, no sea que perezcamos también por culpa de amar nuestra gelassenheit. A menudo ocurre que una persona es cacheteada en la cara por causa de Dios, y esa persona decide no tomar venganza ni ofenderse. Sin embargo, ¡seguro que sí le encantaría que alabaran su paciencia, o le encantaría ser considerado cristiano por causa de su paciencia! O, quizás se sienta irritado por haber permitido que lo golpearan sin golpear de vuelta, aún cuando tenía la fuerza suficiente para golpear de vuelta, o porque permitió que le llamaran burro, campesino o sectarista, sin contestar. Sin embargo, tiene un ojo en su sufrimiento y está allí, disfrutándolo y amándolo, cuando debió haber huido de ese amor también, por causa de Dios, para servir sólo a Dios, y enfocar sus ojos únicamente en Dios. 


Todo se resume en esto: todos los que deseen servir a Dios no deben servirlo con un corazón a medias, sino con toda su alma y con toda su voluntad. 

El yo 
De todo esto pueden aprender el significado del yo y el ego y también comprender cómo un servicio verdadero y rendido a Dios levanta los ojos del alma hacia la insondable voluntad de Dios, acercándola sigilosamente hacia el bien inconmensurable, que es Dios mismo, en donde no puede haber ego ni yo. Porque mientras el alma no mire a ninguna otra cosa que no sea a Dios (quien es el Bien eterno) y a Su voluntad, entonces el corazón también, no estará enlazado a nada creado. 


En pocas palabras, el que desee estar completamente rendido, tiene que despojarse de sí mismo de manera irrevocable, entregando todo su egoísmo y su estar centrado en sí mismo. Luego el yo rendido tiene que llegar a ser uno con la voluntad divina, de tal manera que no vea, oiga, guste, desee, quiera, ni entienda ninguna otra cosa, sino sólo la Voluntad de Dios. Lo que aleja o distrae a una persona de aceptar la voluntad de Dios tiene que convertirse en un lugar de martirio. 



¡Esta es la cruz que tenemos que cargar cada día! 

La nueva vida en Cristo 
Luego el que se ha rendido y ha abandonado el ego y la egolatría, llega a ser semejante a Cristo en su vida. Y así uno descubre que su vida ya no es una vida humana, sino divina, y que no soy yo el que vive, sino Cristo en mí. Gálatas 2:20. Si nos hemos entregado o no, esto puede ser decidido cuando nada nos agrada excepto lo que agrada a Dios, y cuando no deseamos nada de las cosas creadas, excepto las que Dios quiera. Es entonces cuando estamos desligados, porque ya no amamos lo que nosotros queremos, sino lo que Dios quiere. Y deseamos lo que Dios desea. En la voluntad de Dios están arraigados nuestra salvación, nuestro amor, nuestro gozo, nuestra gloria y nuestra vida. Por lo tanto debemos orar con sinceridad: “Señor, ¡hágase Tu Voluntad en la Tierra como se hace en el cielo!” Mateo 6:10 ¡Que tu voluntad obre poderosamente en tus criaturas! 


Cristo: el camino, la verdad y la vida 



Dios nos envió a Su Hijo Cristo (quien llevó tal vida rendida en la manera mejor y más alta), para que fuera el camino, la verdad y la vida. No seremos engañados mientras que sigamos Sus huellas y andemos como Él anduvo 1 Juan 2:6. Es por eso que tenemos que ver lo que Cristo y la verdad inmovible enseñan.

Dos clases de semilla 
Cristo contó una parábola en la que una semilla que no había muerto no lleva fruto y queda sola Juan 12:24. Cristo compara a tal semilla con la persona que ama su vida natural, pero termina destruyéndose. Destruye su vida por mantenerla viva, tal como un grano no puede llevar fruto alguno mientras esté viva. De acuerdo con esto, no podemos tener vida nueva ni buenas obras mientras que nos amemos a nosotros mismos. Todo está perdido y no vale nada y no es de Dios, no importa cuán grande espectáculo hagamos, mientras que permanezcamos en el amor propio. Dios maldice a tal árbol y a sus hojas y lo consigna al fuego porque no lleva fruto. Podemos correr, cantar, orar, ayunar y hasta sufrir tribulación… pero todo eso es en vano a los ojos de Dios si seguimos amando nuestra vida natural. 

Odio por la vida del alma 

No es suficiente no amar nuestra vida del alma. Se tiene que añadir una sal fuerte: un odio sobrenatural tiene que reemplazar nuestro amor por las cosas creadas. Allí, el grano tiene que morir y llevar fruto. Allí, el amor, el deseo, la parcialidad y todas las pasiones del alma tienen que morir. Allí, el alma se aleja irrevocablemente de los deseos naturales. Este es el bautismo en la muerte de Cristo: la vida natural y antigua es unida a la cruz de Cristo, allí es traspasada, asesinada y sepultada con Cristo en el bautismo, para levantarse de nuevo, no como la misma vida vieja y natural, sino como la vida nueva y sobrenatural. Romanos 6:4-11. Entonces uno puede decir con verdad: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” Gálatas 2:20

Hay dos vidas que se oponen entre sí y están en tensión: la vieja vida natural y la nueva vida sobrenatural; la vida del viejo Adán y la vida nueva de Cristo; la vida terrenal y la vida celestial. El amor y la inclinación por la vida vieja vienen de abajo, de la tierra y de la carne, ya que es carnal y terrenal. “Porque lo que es nacido de la carne, carne es.” Pero la vida nueva, el nuevo amor, la nueva inclinación y el nuevo temor vienen de arriba, del cielo, en donde ocurre el nuevo nacimiento. Juan 3:6

La vida vieja consiste en desobediencia y en hacer nuestra propia voluntad y la vida vieja se ama a sí misma y ama lo que hace; también se queja y gime cuando algo se le acerca demasiado. La vida nueva es la voluntad pura y la obediencia a Dios, y odia la vida psíquica de la persona con todos sus aspectos activos y afectivos; de hecho besa la vara del Padre, por duro y fuerte que ésta golpee. 

Los peligros de nuestra vida 
Pueden ver en cuán grande peligro está nuestra vida y cuán rápido una persona no rendida destruye su propia alma. Porque tan pronto como nos amamos a nosotros mismos y no sólo por causa de la Voluntad de Dios, estamos corrompidos. Supongo que la gelassenheit también puede verse en las palabras de Moisés: “Consagrarás a Jehová tu Dios todo primogénito macho de tus vacas y de tus ovejas; no te servirás del primogénito de tus vacas, ni trasquilarás el primogénito de tus ovejas.” Deuteronomio 15:19. ¿Qué más nos indica esto de no servirnos del primogénito de nuestra vaca, sino que no debemos servirnos a nosotros mismos con los dones de Dios? Los primogénitos le pertenecen a Dios. 

Todos los buenos dones y todo lo que Dios quiere, Él lo crea en Sus siervos; y todo lo que es bueno le pertenece a Dios, no a nosotros mismos. Por esta razón, no debemos servirnos a nosotros mismos, sino a Dios, con las cosas buenas. ¿Y qué significa que no trasquilemos al primogénito de los corderos, sino que no debemos buscar nuestro propio beneficio, ventaja, honor, gloria, o ninguna otra cosa para nuestro provecho, en todas las cosas que Dios ha consagrado para Sí mismo, que de hecho es todo lo que Dios ha creado? 

La fe 
Cristo no se esconde de los que pueden creer. “Busquen la gloria que viene del Dios Único, si es que desean creer,” Juan 5:44 dice Cristo. Cuando la gloria, el honor, la alabanza, la voluntad y el amor de Dios reinan en nosotros con poder, entonces el ego, el yo y el ensimismamiento tienen que atrofiarse y llegar a ser nada. Esta es la mera característica y naturaleza de la fe: ver la gloria de Dios y nuestra propia vergüenza, ver la virtud y fuerza de Dios y nuestra debilidad, ver algo de Dios y ver nuestra nada. 

Por lo tanto es imposible tener fe y permanecer fuera de la gelassenheit, porque el honor de Dios tiene que estar dirigido hacia Dios y no hacia nosotros mismos. Donde no hay gelassenheit, no hay fe. 

Puro amor 
Cristo también dice: “Pero yo los conozco a ustedes, y sé que el amor de Dios no habita en ustedes… "¿Y cómo pueden ustedes creer, si se honran los unos de los otros, pero no buscan la honra que viene del Dios único?” Juan 5:42, 44. El amor de Dios y el amor de nuestra vida del alma no pueden permanecer juntos. Ahora bien, puede ocurrir que efectivamente abandonemos tierras, padres, hijos y esposa, y que aún así no estemos rendidos en nuestro corazón. Esto ocurre cuando amamos y disfrutamos el rendir de estas cosas. 

Pero lo que sea que yo ame, lo debo amar por causa de Dios y porque eso agrada a Dios. Si amo a una persona por el gozo que eso me produce o por obtener un beneficio propio, entonces debo soltar el amor a tal persona cuando es contra Dios. 

La razón de nuestra creación 
Dios nos creó para las buenas obras, las cuales Él también hizo para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10. Si hay un buen pensamiento, una buena voluntad, una buena existencia, o una buena obra en nosotros, Dios solamente es el Creador de ello. No tenemos el derecho de reclamarlo ni vanagloriarnos en ello como si nosotros fuéramos el origen de ello. Si nos atribuimos a nosotros mismos algo que no tenemos derecho de reclamar, entonces le robamos a Dios lo que es Suyo. 

Y la falta de rendición es ser un ladrón contra Dios, ya que estamos reclamando algo que no es nuestro. Si Dios mueve a una persona a hacer el bien, es como una vara que está siendo movida. No podemos apropiarnos de lo que ocurre por medio del poder de Cristo en nosotros, así como no podemos atribuir poder a una vara muerta que está siendo movida. 

Pronto escribiré más sobre este tema. Mientras tanto, ¡sean varoniles y fuertes en su deseo hacia Dios! Amén. ~

-Andreas Rudolph Bodenstein von Karlstadt (1486-1541) (Traducido por Josué Moreno)

jueves, 17 de enero de 2013

El Vacío del Hombre



Tenerlo todo 

Desde la infancia se nos ha enseñado en este mundo un falso modo de vivir, la cultura occidental basada esencialmente en lo superficial ha pregonado un mensaje en el que el interior del hombre no importa, sólo lo externo. 
Las personas que viven influenciadas por esta cultura, crecieron con una idea en sus mentes, una idea inculcada generación tras generación, esa idea les dicta que para poder “vivir bien” es necesario contar con bienes materiales que puedan darnos la estabilidad precisa para hallarse cómodamente en lo cotidiano, es indispensable tener posesiones que nos aseguren estabilidad económica a futuro, es aún más importante tener capital que nos permita pertenecer a un “buen circulo social” en donde no importa qué pienses, qué sientas o qué opines, lo primordial es tener dinero, ese es el boleto que te asegura una vida estable y feliz. Lo más significativo es tener, y se vive con miedo a perder, pensando en que sin posesiones materiales no lograremos salir adelante, sufriremos carencias, se teme a la vida humilde o a lo que se le ha llamado equivocadamente “pobreza”. Se anhela “una vida perfecta” en donde el dinero entra como el personaje principal y el modo de percibir y manejar la realidad es siempre mediante la razón (suerte, casualidad, etc.) "Dicen que muchos de nosotros (los cristianos) somos pobres, lo cual no es desgracia, sino gloria. De la manera que nuestra mente se debilita por la riqueza, también se fortalece por la pobreza. Mas, ¿quién es pobre si nada desea?, ¿si no codicia lo que tienen otros?, ¿si es rico para con Dios? Al contrario, el pobre es aquel que desea más, aunque tenga mucho”. Minucio Félix (200 d.C.) 


La inocencia perdida 


En esta cultura sólo hay una etapa en la vida de los seres humanos donde no existe la preocupación por las cosas materiales, es en la niñez donde la inocencia se apodera de nuestro ser, no hay angustia por tener o poseer, no hay desesperación por no tener capital; el mundo es visualizado de manera distinta, ni siquiera se puede discernir entre lo bueno o lo malo. Pero entonces ¿porqué el ser humano no crece con esa mentalidad? (la de un niño) ¿Por qué razón deja de ser inocente?, la ciencia con su infinidad de estudios y definiciones nos dice que el hombre tiene que madurar y entonces a través de su desarrollo empieza a ver el mundo de manera diferente, porque ahora ya es “responsable”, una persona perteneciente a la sociedad cambiante, la cual debe enfrentar los retos que se le presentan a diario, en la que el más débil es pisoteado; Leyes científicas como las de “Herbert Spencer” quien basado en las ideas de “Charles Darwin” dijo que el hombre debe vivir en constante lucha para sobrevivir en la sociedad, pensando en que el más apto es el que obtiene riquezas, posesiones y genera con esto un bien al mundo, los demás tienes que ser erradicados (Darwinismo social). Estas ideas dieron pie a pensamientos aún más destructivos como los de “Friedrich Wilhelm Nietzsche” con la invención del súper hombre (una persona capaz de generar su propio sistema de valores identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder), quien no necesita de nadie para salir adelante, pensando que éste puede llegar a ser Dios. Pero esta cadena de ideas no paró acá, vinieron también ligadas las ideas de “Adolf Hitler”, quien quiso mantener la pureza de la raza aria, que desde el punto de vista Nacionalsocialista es el linaje que conforman los habitantes genuinos de Europa, siendo esta casta semejante con una enorme variedad de rasgos físicos y conductuales que según este personaje histórico la hacen fuerte genéticamente hablando. Para cumplir este cometido con todo y su intolerancia e idealizando que existen razas débiles, Hitler mandó a exterminar a miles y miles de seres humanos. “¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.” (Santiago 4:1-3) 

Me pregunto dónde quedó la inocencia, por qué el hombre ha llegado a corromperse a tal grado, y sobre todo qué hay de bueno en esa cadena de ideas humanas. 



Las preocupaciones del mundo 

El ser humano vive preocupado básicamente por las siguientes cosas: 


- Tener dinero: Olvidando que el dinero no lo puede comprar todo, solo cosas materiales, el dinero no compra amor (aunque equivocadamente se piense lo contrario), cariño, sinceridad, salud, amistad, tampoco puedes pagar con dinero tus preocupaciones. Podrás comprar un montón de cosas pero al final te seguirás sintiendo solo. “Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego.” (Santiago 5:3) 


- Verse bien: Hay personas que basan su vida en el vestido, defienden la idea de que el verse bien compra cualquier cosa, al verte bien puedes tener acceso a cualquier parte dicen, sin importar lo que cueste, sin importar lo que tengan que hacer, lo más significativo es verse bien ante la sociedad. Podrás vestirte con la ropa más cara y abrigadora del mundo, mas por dentro seguirás sintiendo un vacío. “Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.”, (Santiago 5:2) "Si alguien cree que las vestimentas, las joyas y otras cosas que son consideradas preciosas (por los hombres) son estimadas por Dios, es totalmente ignorante de Dios”. Lactancio (304-313 d.C.) 


- Ser reconocido: El costo por ser reconocido ante los demás es perder incluso la dignidad, las personas que basan su vida en lo que ellos llaman ser “artistas” los lleva a la vanidad, a la hipocresía, intolerancia, superioridad, falsedad, y todo por la obsesión de ser famoso. Podrás ser el personaje más famoso de la televisión, pero al final serás olvidado como todos los demás. “porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”. (Lucas 16:15 c)


- Tener un buen trabajo: Lo más importante en la cultura occidental es el capital, y para tener buen capital es importante tener un buen trabajo, desde niños se nos inculca que tenemos que luchar contra lo que sea para obtener un buen trabajo, un buen puesto que nos asegure la vida, una pensión al jubilarnos y la obtención de beneficios económicos por nuestros meritos, todo lleva un interés monetario, una mala intención de avaricia, y nos hemos acostumbrado a hacer las cosas si hay dinero de por medio. Podrás tener el mejor trabajo de todos los deseados por la gente, mas el seguro que pagas no incluye tu salvación. “Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Timoteo 6:7,8) 


- Por sus derechos: Reclamamos nuestros derechos, exigimos que se respete nuestra dignidad, vivimos cuidándonos de que nadie pase por encima de nosotros, pensando en que los demás se van a aprovechar y por eso debemos estar al pendiente de no ser víctimas, nos sentimos enojados cuando alguien viola nuestros derechos. Reflexionemos: ¿A que tengo derecho? ¿Porque tengo ese derecho?, ¿Quién me dio ese derecho?, si tengo derechos sobre algo es porque ese algo es mío, eso me pertenece, entonces será que ¿En este mundo tengo derechos porque el mundo me pertenece?, los derechos fueron creados por el mismo hombre, para asegurar su estabilidad en este mundo y sólo fueron instituidos para un sector de la población, aquellos que tienen dinero. Podrás reclamar tus derechos aunque no siempre te sean respetados, pero no nos engañemos, ningún derecho te provee una vida mejor, recuerda que todo derecho en este mundo endeuda a la gente (vivienda, educación, tener un nombre, trabajo, incluso la vida). "Pero estando persuadidos que de toda esta vida presente hemos de dar cuenta al Dios que nos ha creado a nosotros y que ha creado al mundo, escogemos la vida moderada, piadosa y despreciada”. Atenágoras (175 d.C.). No necesitamos reclamar ningún derecho cuando decidimos obedecer a la Palabra verdadera, pues Dios nuestro creador y Señor dador de vida, sabe las necesidades que cada uno de nosotros tenemos, y si realmente confiamos en Él nada nos faltará: “No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Isaías 41:10) “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo” (Isaías 41:13) 

Si las personas conocieran las enseñanzas de Dios no necesitarían reclamar ningún derecho. 


Sin darnos cuenta 



El hombre fue consumido por la cultura occidental, el mundo material, la vida basada en la razón, la forma de vida destructiva en la que prevalece la maldad, “llenando al hombre de un vacio” que no puede satisfacer con nada de lo existente en este mundo descompuesto en sus tradiciones y costumbres. Tristemente el ser humano busca verdad, pero no la encuentra porque a propósito él mismo quiere vivir engañado con una venda en los ojos que no quiere quitarse por comodidad y miedo al despojo. “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. (Marcos 10:21,22) "Cristo no nos ha relatado simplemente la parábola del hombre pobre y el rico. Él nos ha enseñado que nadie debe llevar una vida lujosa. Nadie debe vivir en los placeres de este mundo y banquetes sin fin. Nadie debe ser esclavo de sus deseos y olvidar a Dios”. Ireneo (180 d.C.)

Escrito por: Pedro Santos


viernes, 11 de enero de 2013

Lo que el bautismo significaba a los primeros cristianos



En la iglesia evangélica de hoy, el bautismo en agua generalmente se considera cosa de poca importancia, por lo menos cuando se trata los pasos a la salvación. Pero el bautismo tenía el más alto significado a los primeros cristianos. Ellos relacionaron tres puntos de gran importancia con el bautismo:


1. El perdón de los pecados.

Ellos creyeron que el bautismo cancelaba todos los pecados pasados. Por ejemplo, Justino escribió: “No hay otra manera [de obtener las promesas de Dios] sino sólo ésta: conocer a Cristo, ser lavados en la fuente de la cual habla Isaías para la remisión de los pecados, y desde ese momento en adelante, vivir vidas sin pecado.”


En cuanto al bautismo y al perdón de los pecados, ellos se basaron en los siguientes pasajes bíblicos, y otros semejantes:


Ø “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22.16). 

Ø “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo” (Tito 3.5). 

Ø “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3.21). 

Ø “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2.38). 

Ya que ese lavamiento no dependía de los méritos de la persona que la recibía, el bautismo a menudo fue llamado una “gracia”. Me sorprendí al darme cuenta de que los primeros cristianos usaban la palabra “gracia” para hablar de un acto específico. Hace unos cuantos años cuando nuestra clase dominical para adultos dialogaba de las creencias de la iglesia católica romana, hablamos de su costumbre de usar la palabra “gracia” para referirse a los sacramentos administrados por el sacerdote. Recuerdo que yo pensaba entre mí: “¡Esos católicos ciertamente están equivocados!” Ahora comprendo que la manera en que los católicos usan esta palabra pueda parecerse más a la manera que la entendieron los primeros cristianos que nuestra manera de usarla.


2. El nuevo nacimiento.

Basándose en las palabras de Jesús a Nicodemo, los primeros cristianos también creían que el bautismo en agua era el medio por el cual uno nacía de nuevo. Ireneo hizo mención de eso en un tratado sobre el bautismo: “Siendo leprosos en el pecado, somos lavados de nuestras transgresiones antiguas por medio del agua sagrada y la invocación al Señor. De esta manera somos regenerados espiritualmente como niños recién nacidos, así como el Señor ha dicho: ‘El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios’” (Juan 3.5).



3. La iluminación espiritual.


Los primeros cristianos creían que la persona recién bautizada, después de recibir el Espíritu Santo, tenía una comprensión más clara de las cosas espirituales, porque recibía iluminación como un hijo de Dios y un ciudadano de su reino.

Clemente de Alejandría escribió de estas tres obras espirituales y su relación con el bautismo: “Esta obra a veces se llama gracia; otras veces, iluminación, perfección, o lavamiento. Es el lavamiento por el cual nos limpiamos de nuestros pecados; la gracia por la cual la condenación de nuestros pecados se cancela; y la iluminación por la cual vemos la santa luz de la salvación, esto es, por medio de la cual vemos a Dios claramente.”

En una carta a un joven amigo cristiano, Cipriano explicó su propio bautismo en semejante forma:

“Considerando mi carácter en ese tiempo, yo creía que fuera cosa difícil que un hombre naciera de nuevo. . . . O que un hombre por haber sido avivado a una vida nueva en el baño del agua salvadora dejara lo que siempre había sido—que fuera transformado en el corazón y el alma mientras aún retuviera su cuerpo físico. . . . Antes yo daba rienda suelta a mis pecados como si fueran en realidad una parte de mi ser, innatos a mi naturaleza. Pero después, con la ayuda del agua del nuevo nacimiento, la mancha de aquellos años se lavó, y una luz de lo alto, serena y pura, penetró en mi corazón ya reconciliado. Entonces por el Espíritu mandado del cielo, en un segundo nacimiento, me hizo un nuevo hombre.”

El bautismo no era una ceremonia sin sentido

Para resumir, para los primeros cristianos el bautismo era la ceremonia sobrenatural de iniciación a la vida cristiana. Por medio de esa ceremonia el nuevo converso pasaba de la naturaleza vieja de la carne a la naturaleza del nuevo hombre renacido. Pero por favor no consideren equivalente esta ceremonia a la ceremonia sin significado de la iglesia después del concilio de Nicea. Los primeros cristianos no separaban el bautismo de la fe y el arrepentimiento personal. El bautismo de ellos no era un rito mágico que pudiera regenerar a una persona sin que fuera acompañado de la fe y el arrepentimiento. Ellos enseñaban claramente que Dios no tenía ninguna obligación de conceder el perdón de pecados sencillamente porque una persona pasara por la ceremonia del bautismo. Entendían que una persona sin fe no podía renacer por medio del bautismo.

En su Primera Apología, Justino explicó a los romanos como la fe, el arrepentimiento, y el bautismo son inseparablemente entretejidos: “Aquellos que están convencidos de que lo que enseñamos es cierto y que desean vivir de acuerdo con ello, les instruimos que ayunen y que oren a Dios para recibir el perdón de todos sus pecados pasados. También ayunamos y oramos con ellos. Entonces los llevamos a un lugar donde hay agua, y son regenerados de la misma manera en que nosotros mismos fuimos regenerados. Reciben luego el lavamiento de agua en el nombre de Dios (el Padre y el Señor del universo) y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo. Porque Cristo dijo: ‘El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios’” (Juan 3.3).


¿Creían que serían condenadas las personas no bautizadas?

Una cosa que me impresiona acerca de los primeros cristianos es que nunca trataron de encerrar a Dios dentro de los límites que ellos fijaran. Por ejemplo, siempre creían que Dios haría sólo lo que fuera de acuerdo a su amor y su justicia con aquellos paganos que nunca tuvieron oportunidad de oír de Cristo. Así mismo, creían que aunque el bautismo era el medio normal de Dios para dispensar su gracia y el nuevo nacimiento, Dios no estaba obligado a usar sólo ese medio. Creían, primero, que los niños que murieron en su niñez serían salvos, aunque normalmente no fueron bautizados. Fue varios siglos más tarde que Agustín enseñó que todos los niños no bautizados serían condenados.

Otro ejemplo era el de los mártires. A veces creyentes nuevos eran llevados al martirio antes de que tuvieran oportunidad de ser bautizados. Los primeros cristianos entendieron que un Dios amante no abandonaría a tales. La iglesia decía que en un sentido estos mártires recibieron su bautismo en un bautismo de sangre. Así, aunque los primeros cristianos dieron mucho énfasis al significado del bautismo y su obra en el nuevo nacimiento, no creyeron que Dios fuera austero e inflexible, incapaz de obrar por otros medios.

La ceremonia de iniciación que usan los evangélicos hoy

Es interesante notar que los evangélicos aún reconocen que se necesita algún tipo de ceremonia de iniciación para señalar el renacimiento cristiano. Pero extrañamente, hemos rechazado la ceremonia histórica del bautismo, y hemos hecho nuestra propia ceremonia—el llamamiento al altar. 

Cuando Pedro predicó a los judíos en el día de Pentecostés, sus oyentes clamaron: “¿Qué haremos?” ¿Qué les dijo Pedro, que pasaran adelante y que invitaran a Jesús a entrar en sus corazones? No. El les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2.38). Después de explicar Felipe el camino de la salvación al eunuco etíope, ¿qué hizo? De inmediato le bautizó (Hechos 8.34-38). Así mismo, cuando Dios mostró a Pedro (al derramar su Espíritu sobre Cornelio) que los gentiles también podían entrar en la iglesia, la primera cosa que hizo Pedro fue bautizar a Cornelio y a su familia (Hechos 10.44-48). Cuando Pablo predicó de noche al carcelero filipense y su familia, ¿luego les llamó a que pasaran adelante al altar? ¡No! La Biblia dice: “Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos” (Hechos 16.32-33).

Ya que aun nosotros sentimos la necesidad de asociar nuestro nacimiento espiritual con un día y una hora fija, ¿por qué no lo asociamos con el bautismo, y no con el llamamiento al altar? En realidad, el llamamiento al altar y las oraciones correspondientes salieron de los grandes movimientos de avivamiento de los siglos dieciocho y diecinueve, y ningún cristiano antes de esa época usaba tales medios.




miércoles, 9 de enero de 2013

Los primeros cristianos como un referente muy cercano a la verdad


¿Quiénes eran los primeros cristianos?

Cuando hablamos de “los primeros cristianos”, nos referimos a los cristianos que vivían entre los años 90 y 199 d. de J.C.

El apóstol Juan estaba vivo al principio de esta época. En esta primera generación de primeros cristianos, había gente que había conocido personalmente a alguno de los apóstoles. Habían recibido instrucción de ellos. Policarpo sirve como ejemplo de tales personas. Él fue instruido por el apóstol Juan. Esta época terminó con un hombre que fue enseñado por Policarpo: Ireneo. Así había un solo eslabón humano entre él y los apóstoles.

Al decir “cristianismo primitivo”, hacemos alusión a las creencias y prácticas de la comunidad de primeros cristianos, en todo el mundo, que mantenían los vínculos de compañerismo entre sí. No se está hablando de las creencias y prácticas de los que eran llamados herejes. Usando la figura de la parábola en Mateo 13.24-30, se habla sólo del trigo. No del campo que contenía tanto el trigo como la cizaña.

Los grandes cambios en la doctrina cristiana se hicieron después de 313, año en que el emperador romano Constantino legalizó el cristianismo.

Cuando se empieza a hablar de los escritores entre los primeros cristianos, muchas personas luego responden: “Ah, bien. Usted se refiere a ‘los santos padres’ de la iglesia.” Pero estos escritores no eran “santos padres de la iglesia”. La mayoría de ellos eran cristianos ordinarios que trabajaban con sus manos, aunque sí tenían más educación que muchos otros en su tiempo. Se hubieran indignado con cualquier persona que se hubiese atrevido a llamarlos “santos padres”. No tenían tal nombre. Los únicos “padres” de la iglesia que ellos conocían eran los apóstoles—y no los llamaron padres.

En verdad, el hecho de que estos escritores no eran padres de la iglesia añade gran valor a sus escritos. Si ellos fueran “padres” de algún gran sistema teológico, sus escritos serían de poco valor para nosotros. En tal caso, aprenderíamos sólo las doctrinas que tales teólogos hubieran propuesto. Pero los cristianos en el segundo siglo no escribieron obras de teología. Ningún cristiano del segundo siglo puede ser llamado teólogo. No existía en ese tiempo una teología sistemática en el sentido actual, ni en todo el mundo antes del emperador Constantino.


Uno de los distintivos del cristianismo primitivo es la carencia de muchos dogmas inflexibles. En realidad, mientras más atrás uno va en la historia del cristianismo, menos de teología halla. 

Los escritos de la iglesia primitiva pueden ser divididos en tres clases: (1) obras de apología que defendían las creencias cristianas frente a los ataques de los judíos y de los romanos; (2) obras que defendían al cristianismo contra los herejes; y (3) correspondencia entre iglesias. Estos escritos dan testimonio de las creencias y prácticas universales en la época después de la muerte de los apóstoles. Y es esto lo que les da gran valor. 

Y ¿Por qué son importantes los escritos de cristianos que vivieron en esta época? La razón es que el testimonio de los primeros cristianos sostiene que muchos, tales como Clemente de Roma y Policarpo, conocieron a los apóstoles de Jesús. Ellos fueron aprobados por los apóstoles y señalados también para liderar la iglesia. Los estudios modernos de la historia de la iglesia deberían depender de los escritores de la iglesia primitiva para informarse sobre temas de gran importancia. Además, su entendimiento de la Biblia es de gran valor y debe ser usado como un comentario bíblico. Para estar seguros, ninguno de estos escritores afirmó que sus escritos les fueron dados por inspiración divina; ni elevaron sus escritos al mismo nivel que la Biblia. Sin embargo, sí afirmaron que estaban transmitiendo fielmente la fe que los apóstoles habían entregado a la iglesia.

Debemos pedirle a Espíritu Santo que nos de sabiduría y humildad, para comprender. Si somos capaces de leer a Rick Warren, Max Lucado, Cesar Castellanos,  Benny Hinn, etc, etc, porque no poner atención en lo que escribieron estos Siervos de Dios llamados Varones apostólicos. Sus escritos son de gran trascendencia, porque fueron de la primera y segunda generación de cristianos, después de los apóstoles.

Te preguntarás si ellos conocían la verdad

 Ellos conocieron y vivieron la Verdad, es por eso que sus escritos tienes más valides que cualquier opinión de algún Cristiano y de cualquier libro de la actualidad. Es de gran importancia comprender los principios básicos del cristianismo primitivo. Éstos pueden ser resumidos principalmente en dos (La esencia del cristianismo primitivo):

(1) Los primeros cristianos se enfocaron en vivir a la luz del mensaje de Cristo y explicar este mensaje al mundo incrédulo en lugar de refinar sus destrezas y conocimientos teológicos; y

(2) La doctrina de la iglesia Primitiva es menos elaborada y definida que la teología moderna. Sin embargo, para los primeros cristianos, el corazón de su fe consistía en una relación de amor obediente con Cristo; no en la habilidad de formular dogmas.

Es importante mencionar que un número considerable de estos escritores cristianos murieron como mártires, en manos de gobernantes que no comprendían las enseñanzas de Jesús y que sin motivo justificable aborrecían la vida de los      seguidores del único Maestro.

Una introducción breve a ocho de los escritores principales



Policarpo: Discípulo del apóstol Juan. Policarpo, de cuya muerte hablamos en el primer capítulo, servía de modelo de fe y de devoción a las congregaciones de Asia. En su juventud él acompañó al apóstol Juan y aprendió a sus pies. Evidentemente, Juan mismo lo ordenó como obispo de la congregación en Esmirna.2 Si es correcto que “los ángeles” de las siete iglesias de Apocalipsis se refieren a los obispos de las iglesias, entonces “el ángel” de la iglesia en Esmirna pueda haber sido el mismo Policarpo. (Véase Apocalipsis 1.20 y 2.8.) Si es así, qué grato es notar que el Señor Jesucristo no reprendió en nada a la iglesia de Esmirna. 

Policarpo vivió hasta una edad de por lo menos 87 años. Fue martirizado alrededor del año 155 d. de J.C. I 

Ireneo: Eslabón importante con los apóstoles Uno de los discípulos personales de Policarpo fue Ireneo, quien después se mudó a Francia como misionero. Cuando el obispo de la congregación en Lyon fue muerto en una ola de persecución, Ireneo fue llamado para tomar su lugar. La iglesia en todo el mundo elogiaba a Ireneo como hombre justo y piadoso. Como discípulo de Policarpo, quien a su vez era discípulo del apóstol Juan, Ireneo sirve como eslabón importante con la época de los apóstoles. Fue martirizado cerca del año 200. 

Justino: Filósofo convertido en evangelista. Durante la vida de Policarpo, un filósofo joven llamado Justino emprendió un viaje espiritual en búsqueda de la verdad. El solía andar en un campo solitario que miraba hacia el Mar Mediterráneo para meditar. Un día mientras andaba allí vio que un anciano caminaba tras él. Deseando la soledad, Justino se dio vuelta y miró bruscamente al anciano intruso. Pero el anciano no se molestó. Más bien comenzó a conversar con Justino. Al aprender que Justino era filósofo, el anciano le hizo preguntas escudriñadoras, preguntas que ponían a la luz lo vacío de la filosofía humana. Años después, Justino contó los recuerdos de aquel encuentro, escribiendo: “Cuando el anciano había terminado de hablar estas cosas y muchas más, se fue, exhortándome a que meditara en lo que había hablado. Desde entonces no lo he visto, pero de inmediato una llama se encendió en mi alma. Me inundó un gran amor por los profetas y los amigos de Cristo. Después de reflexionar más en lo que el anciano me había dicho, me di cuenta de que el cristianismo era la única filosofía verdadera y valiosa.”3 Aun después de convertirse al cristianismo, Justino siempre se ponía su túnica de filósofo para dar a conocer que él había hallado la única filosofía verdadera. En verdad, él se convirtió en evangelista para los filósofos paganos. Dedicó su vida a aclarar el significado del cristianismo a los romanos cultos. Sus defensas escritas a los romanos son las apologías cristianas más antiguas que existen. 

Justino se demostró evangelista capacitado. Convirtió a muchos romanos a la fe cristiana, tanto cultos como incultos. Al fin, un grupo de filósofos, tramando su muerte, le mandaron aprehender. Justino escogió morir antes de negar a Cristo. Fue martirizado hacia el año 165. Después de su muerte, fue conocido por muchos como Justino el mártir. 

Clemente de Alejandría: Instructor de nuevos conversos. Otro filósofo que halló el cristianismo en su búsqueda de la verdad fue Clemente. Viendo la vanidad de la filosofía humana, se volvió a Cristo. Después de convertirse en cristiano, viajó por todo el imperio romano, aprendiendo los preceptos de la fe cristiana personalmente de los maestros cristianos más ancianos y estimados. Los escritos de Clemente, fechados hacia el año 190, reflejan la suma de la sabiduría de sus maestros. Han inspirado a muchos cristianos a través de los siglos, inclusive a Juan Wesley. Con el tiempo, Clemente se mudó a Alejandría, Egipto. Fue ordenado anciano en aquella congregación y encargado de instruir a los nuevos conversos. Por lo general se le llama “Clemente de Alejandría” para distinguirlo de otro Clemente, quien era obispo de la iglesia en Roma a fines del primer siglo. En este libro, si no lo explico de otra manera, cuando hablo de “Clemente” me refiero a Clemente de Alejandría. 

Orígenes: Una mente aguda dedicada a Dios. Entre los alumnos de Clemente en Alejandría había un joven hábil llamado Orígenes. Cuando Orígenes tenía sólo 17 años, estalló una persecución severa en Alejandría. Los padres de Orígenes eran cristianos fieles, y cuando su padre fue apresado, Orígenes le escribió una carta, animándolo a que permaneciera fiel y no renunciara a Cristo por causa de su preocupación por su familia. Cuando se anunció la fecha para su juicio, Orígenes decidió acompañar a su padre al juicio para morir con el. Pero durante la noche anterior, mientras dormía, su madre escondió toda su ropa para que no pudiera salir de la casa. Así es que se le salvó la vida. 

Aunque tenía sólo 17 años, Orígenes se distinguió en la iglesia de Alejandría por el cuidado amoroso que prestaba a sus hermanos en la fe durante la persecución. Pero las turbas enfurecidas también notaron el cuidado de Orígenes por los cristianos perseguidos, y en varias ocasiones Orígenes apenas escapó con la vida. 

Orígenes había aprendido la gramática y la literatura griega de su padre, y empezó a dar clases privadas para sostener a sus hermanos menores. Era maestro tan sobresaliente que muchos padres paganos mandaron a sus hijos a recibir instrucción de Orígenes. Pero muchos de estos jóvenes se convirtieron en cristianos como resultado del testimonio de Orígenes. 

Mientras tanto, Clemente, el maestro encargado del adoctrinamiento de los nuevos conversos, estaba en peligro. Los oficiales de la ciudad tramaron su muerte, y él se vio obligado a escapar a otra ciudad para continuar su servicio cristiano. En una decisión extraordinaria, los ancianos cristianos de Alejandría le nombraron a Orígenes, de sólo 18 años, para tomar el lugar de Clemente como maestro principal en la escuela para los nuevos conversos. Fue decisión sabia, y Orígenes se dedicó de corazón a la obra. Dejó su profesión de pocos meses como instructor de gramática y literatura. Vendió a plazos todos sus libros de obras griegas, viviendo en la pobreza de lo poquito que recibió mensualmente de la venta de ellos. Rehusó aceptar sueldo alguno por su trabajo como maestro cristiano. Y después de sus clases de cada día, estudiaba las Escrituras hasta horas avanzadas de la noche. 

Pronto Orígenes llegó a ser uno de los maestros más estimados de su día. A los pocos años, algunos de sus alumnos le pidieron que diera una serie de discursos de exposición bíblica, comentando sobre cada libro de la Biblia, pasaje por pasaje. Los alumnos pagaron escribas los cuales escribieron lo que Orígenes decía, y estos escritos llegaron a ser los primeros comentarios bíblicos que se produjeron. No fue intención de Orígenes que estos comentarios se tomaran muy en serio. A menudo él se salía del texto y daba suposiciones personales. En todo el comentario, mantuvo un espíritu apacible, poco contencioso. Muchas veces terminó su discurso, diciendo: “Bien que así me parece a mí, pero puede ser que otro tenga más entendimiento que yo”. 

Orígenes tenía una de las más brillantes mentes de su día. Estaba en correspondencia personal con uno de los emperadores romanos. Pero su fama también atrajo la atención de los enemigos de los primeros cristianos. Varias veces tuvo que trasladarse para otro lugar para escapar de la persecución. Sin embargo, llegó a los 70 años. En ese entonces sus perseguidores lo aprehendieron y lo torturaron. Pero por más que lo torturaron, él no negó a Jesús. Y al fin dejaron de torturarlo, exasperados. Con todo, Orígenes nunca se recuperó de la tortura y al fin murió. 

Tertuliano: Apologista a los romanos. A los primeros cristianos del occidente, Tertuliano es quizás el más conocido de todos los escritores cristianos de los primeros siglos. Llegó a ser anciano en la iglesia de Cartago en el África del norte.4 Tertuliano era uno de los apologistas más hábiles de la iglesia primitiva. El escribió en latín, no en griego como la mayoría de los primeros cristianos. A Tertuliano se le recuerda por varios dichos famosos, por ejemplo: “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. 

Tertuliano escribió entre los años 190 y 210 d. de J.C. Además de sus obras apologéticas, Tertuliano escribió varias obras cortas, tanto cartas como tratados, para animar a los cristianos apresados o para exhortar a los creyentes que mantuvieran su separación con el mundo. 

Al final de su vida, Tertuliano se unió a la secta montanista, la cual por lo general se aferró a la doctrina cristiana ortodoxa, pero añadió normas estrictas sobre la disciplina en la iglesia y el trato duro del cuerpo. Por lo menos la mitad de las obras de Tertuliano se escribieron antes que él se hiciera montanista. Y además, ya que este grupo no se apartó de los fundamentos de la fe cristiana, aun sus escritos de después tienen gran valor en iluminar el pensamiento de los primeros cristianos. Con todo, he citado de sus obras montanistas sólo con mucho cuidado. 

Cipriano: Un rico que todo lo entregó a Cristo. Uno de los alumnos espirituales de Tertuliano se llamaba Cipriano. Había sido romano rico, pero se convirtió en cristiano a la edad de 40 años. Aunque alumno de Tertuliano, no se unió a los montanistas. Siempre se opuso a los herejes y a las tendencias sectarias. 

Como cristiano recién convertido, Cipriano estaba tan agradecido por su vida nueva en Cristo que vendió todo lo que tenía y lo repartió a los pobres. Se gozó de estar libre del peso de las responsabilidades de sus posesiones materiales. Sus escritos contienen unas de las palabras más conmovedoras que jamás se han escrito acerca del nuevo nacimiento del cristiano. Su entrega total a Cristo pronto ganó el respeto de la iglesia en Cartago. Después de unos pocos años, en una decisión sin precedente, le llamaron a ser obispo de la iglesia allí. 

Los escritos de Cipriano tienen un valor especial ya que constan mayormente de cartas personales a otros ancianos cristianos e iglesias. En sus cartas vemos los intereses y los problemas diarios de las congregaciones cristianas de aquel entonces. Cipriano se vio obligado a trabajar como pastor clandestinamente, ya que durante la mayor parte de su ministerio rugía la persecución contra la iglesia primitiva. Como pastor, trabajaba incansablemente, dando su tiempo y su vida por el rebaño de Cristo que le había sido encomendado. Al fin, fue aprehendido por los romanos y decapitado en el año 258. 

Lactancio: Maestro del hijo del emperador. Lactancio es poco conocido a los cristianos de hoy en día. En esto, nosotros perdemos, porque Lactancio escribió con claridad y elocuencia extraordinaria. Antes de convertirse al cristianismo, fue instructor célebre de la retórica. Aun el emperador Diocleciano le alabó. Después de su conversión, dedicó sus habilidades literarias a la causa de Cristo. Sobrevivió la última gran persecución de los romanos contra la iglesia primitiva al principio del cuarto siglo. Con el tiempo, hizo su hogar en Francia. Aunque Lactancio era muy anciano cuando Constantino se hizo emperador, éste le pidió que volviera a Roma para ser el profesor particular de su hijo mayor. Los escritos de Lactancio tienen gran importancia para nosotros porque se escribieron al final de la época pre-Constantina de la iglesia primitiva. Demuestran ampliamente que la gran mayoría de las creencias cristianas habían cambiado muy poco durante los 220 años entre la muerte del apóstol Juan y el principio del reinado de Constantino.