¿Quién
es Jesús?
Es una de las preguntas que muy pocas personas
se hace. Y es que al menos Su nombre es muy conocido en todas partes. El mundo
tiene una concepción muy distinta de quién es Jesús a la que tienen los que
verdaderamente quieren seguirle y obedecer a Sus preceptos. El mundo dice
“Jesús te ama” y el seguidor de Cristo dice: “El amor de Jesús no está en tela
de juicio”, el religioso dice “Dios es amor” y el siervo fiel expresa: “Cristo
va a juzgar a cada uno”, el falso congregante evangélico dice “Jesús vino para
pagar por tus pecados” y el verdadero cristiano expone “arrepiéntete y deja tus
malos caminos tomando tu cruz”
He aquí una caracterización de
Jesús que encontramos en el libro de Isaías, haciendo referencia al que sería El
Mesías:
Isaías
11:1-5…
“1
Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. 2 Y
reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de
temor de Jehová. 3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No
juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4
sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los
mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el
espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos,
y la fidelidad ceñidor de su cintura.”
Muchos sinónimos son los que se
le han otorgado a Jesús, entre ellos podemos encontrar: El Salvador, El Cristo,
El Señor, Maestro, Creador, Redentor, Libertador, Hijo de Dios, etc. Aun, uno
de Sus apóstoles se refirió a Jesús con otro sinónimo que más adelante veremos.
A continuación vamos a analizar una porción de la primera carta del apóstol
Pedro, lo cual nos llevará a revisar algunas de las enseñanzas de Jesús, con el
propósito de profundizar en cuanto a ¿Quién es Él?
Lo
que perece y lo que permanece
1
Pedro 1:24,25
“1
Porque: Toda carne es como hierba, Y
toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor
se cae; 2 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra
que por el evangelio os ha sido anunciada.”
Todo lo que hay en este mundo
perece, sí observamos a nuestro alrededor nos damos cuenta de que todas las
cosas tienden a desaparecer con el paso del tiempo, cualquier tipo de material
por más resistente que sea, llegará un día en que desaparecerá, incluso sabemos
que nuestro cuerpo material también se descompondrá con el paso del tiempo.
No sólo las cosas materiales
van a perecer, incluso el pensamiento e ideas del hombre también. La gloria del
hombre tiende a ser vana, algo mundano. Y
aunque los pensamientos e ideas del hombre logran trascender incluso generando
otras nuevas ideas, siguen siendo de este mundo, por lo tanto perecerán.
Contrario a lo anterior, la
Palabra de Dios permanece para siempre, no se trata de un pensamiento que pasa
de moda o que se aplica a cierto tiempo de la historia, sino que se aplica en
cualquier época; más ahora en estos tiempos en los cuales la maldad de los
hombres se ha multiplicado en gran manera.
Lo
que debemos desechar
1
Pedro 2:1-3
“1
Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las
detracciones, 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3 si es que habéis
gustado la benignidad del Señor.”
Con base en el versículo 1 del
pasaje anterior, revisaremos algunas enseñanzas del Señor Jesucristo que nos
señalarán algunas de Sus características cuando estuvo en este mundo.
Todo esto es lo que debemos
desechar:
Malicia: Mala
intención en lo que se hace y se piensa y que se disimula para que los demás no
se den cuenta.
Lo anterior nos habla de
maldad, es0 es algo que debemos desechar de nuestras vidas, algo que no debe
existir en una persona, sí es que esa persona está en luz. Vemos el ejemplo de
aquellos que se acercaron al Señor para tentarle, preguntándole sí era lícito
dar tributo al cesar (Mateo 22:18) estas personas no se acercaron al Señor con
el objetivo de aprender de Él, no se acercaron con una buena intención aunque
por fuera daban una apariencia de interés en lo que Él respondería. Esa malacia
fue percibida por Jesús y por eso les dijo “Por qué me tentáis hipócritas”.
Como vimos en la definición del término, la malicia no sólo son las acciones
vestidas de maldad, sino los pensamientos que encaminan a una doble intención.
Entonces notamos que una de las características del Señor Jesucristo es que “Él sabe la malicia que hay en las personas
externa e interna y en ninguna manera podrá ser engañado por esas dobles intenciones
con las que el hombre se acerca a tentarle”
Engaño: Hacer
que alguien crea lo que no es cierto.
Esto es a lo que llamamos
“falsedad”. Cristo dijo a Sus discípulos que en los postreros tiempos vendrían engañadores
y que aun engañarían a muchos (Marcos
13:5-6). Eso es lo que hoy día vemos en el mundo, muchos falsos profetas están
engañando a las personas predicándoles un falso evangelio, diciéndoles
mentiras, encubriendo sus pecados y manteniéndoles en cautiverio. Lo peor del
caso es que muchas de esas personas, aun dándose cuenta de tal engaño,
pretenden seguir viviendo en esas tinieblas, “quieren ser engañados”. Esa es
una de las cosas de las cuales debemos guardarnos hermanos, no solamente de los
lobos rapaces que quieren engañarnos, sino de engañar nosotros mismos a las
personas, o dejarles que vivan en engaño. Es nuestro deber predicar la verdad,
y avisar a las personas acerca de la necesidad de dejar sus malos caminos y de
la importancia de arrepentirse para hacerse al señorío de Dios porque vendrá
juicio sobre toda nación de este mundo. No dejemos a las personas en su engaño,
cuando tengamos oportunidad y notemos que alguien está viviendo en engaño,
mostrémosle cuál es la voluntad de Dios con respecto a tal situación engañosa.
Vemos ahora que “Jesús sabe muy bien qué
es el engaño y conoce a aquellos que están engañando a los seres humanos con
falsas enseñanzas que no se apegan a la verdad”
Hipocresía:
Fingimiento de sentimientos opuestos a los que en realidad se tienen (fingir lo
que no es)
“Guárdense de la levadura de
los fariseos que es la hipocresía” (Lucas 12:1-3) dijo Jesús a sus apóstoles.
La hipocresía es ponerse una máscara para mostrar una apariencia falsa a los
demás, es ocultar cosas por temor a mostrarnos tal cual somos, es poner una
cara de contentamiento cuando en nuestro corazón hay resentimiento. La
hipocresía también debe ser desechada, debemos ser cartas abiertas que se
muestren limpias por dentro y por fuera, no tratando de esconder algo, porque
aun todo eso llegará el día en que incluso se gritará en las azoteas de las
casas. Observamos entonces que “Jesús no
soportará a los hipócritas que se muestran con una apariencia falsa delante del
Él y de su prójimo”
Envidia:
Tristeza y pesar por no poseer lo que tiene el otro.
La envidia es una aflicción del
espíritu, es ver que alguien más tiene alguna capacidad o habilidad que
nosotros no tenemos y desearla de manera equivocada, esto es, codiciándola. (Ec
4:4) No es malo admirar las virtudes de los demás, tampoco es malo acercarse a
un hermano y preguntarle cómo es que logra tal cosa, haciéndole saber con una
buena intención que deseamos aprender de tal habilidad. Sin embargo, muchas
veces el hombre ve que su prójimo tiene una capacidad diferente con la cual
logra realizar buenas cosas y en lugar de admirarlo, se enoja contra su prójimo
y se aflige por que él no posee dicha habilidad. Esto ocurre también con los
bienes materias, los cuales son codiciados por el hombre, las personas ven que
alguien tiene muchas posesiones o dinero y tienden a caer en envidia codiciando
los viene ajenos.
“13
Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la
herencia. 14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como
juez o partidor? 15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la
vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”
Entonces “Jesús no acepta a aquellos envidiosos que codician las habilidades,
capacidades o virtudes de su prójimo, porque para empezar, Él enseña que la
vida del hombre no consiste en nada de los que posee”
Detracción: Hablar mal de alguien.
Murmurar es uno de los pecados
más abominables para Dios (ver el pasaje que habla acerca de la murmuración de
Aarón y María contra Moisés) en Santiago 4:11 se nos exhorta a que no murmuremos
los unos de los otros.
Cuando sabemos que alguien tiene algo contra
nosotros o que nosotros mismos tenemos algo contra alguien, podemos caer en la
tentación de murmurar acerca del asunto e incluso tener pensamientos impuros y
perversos en contra de nuestro prójimo, por tanto dijo Jesús: “si traes tu ofrenda al altar, y allí te
acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante
del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda.” (Mateo
5:22,23) Ahora podemos decir que “Cristo
no acepta en ninguna manera la murmuración, Él más bien nos ánima a vivir en
paz con los demás y arreglar las diferencias que podamos llegar a tener”
La
leche espiritual que da fruto en crecimiento
Con base en algunas de las
características de Jesús anteriormente mencionadas, hacemos los siguientes
cuestionamientos: ¿Realmente deseamos la “leche espiritual no adulterada” de la
que habla el apóstol Pedro?, ¿Estamos anhelando desesperadamente las cosas
espirituales que vienen de parte de Dios en nuestras vidas?, ¿Así como el niño
recién nacido busca desesperadamente el pecho de su mamá?, ¿Tenemos esa hambre
de aprender de Jesús sin importar el precio?, ¿Estamos “progresando” en este
camino o seguimos en el “proceso evangélico”?, ¿Estamos siendo como ese árbol
que da buen fruto?
Jesús habló acerca de que los
que permanecieran en Él, esto es en Sus enseñanzas, llevarían mucho fruto.
Habló acerca de llevar fruto como lo hacen los pámpanos de la vid, Cristo no
obliga a que las personas lleven ese fruto, sino que ese fruto se da por sí
solo, sí es que estamos permaneciendo en el amor del Señor, es decir, el fruto
de la vida cristiana es el reflejo de obedecer a los estatutos requeridos por
Jesucristo el Señor. Debemos esforzarnos a vivir conforme a Su voluntad, porque
en nuestras propias fuerzas no lograremos obtener ese fruto (como el mundo
pretende hacerlo) El esfuerzo es por vivir en el estatus de vida requerido y
enseñado (con el ejemplo) por Jesús y no por querer obtener a la fuerza ese
fruto.
Veamos ahora cuál es ese fruto
al que Jesús se refería: “Mas
el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22,23) y “vosotros
también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a
la virtud, conocimiento; al
conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; a la piedad, afecto
fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2 Pedro 1:5-8) Después el apóstol
Pedro añade en verso 8: “Porque si estas
cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” Los frutos anteriormente
mencionados son los que se van a dar sí es que estamos permaneciendo en Cristo;
recordemos que permanecemos en Él sí verdaderamente le amamos y aquel que le
ama es el que le obedece guardando Sus mandamientos (Juan 14:21) Todo esto
concuerda con lo que escribió el apóstol Pablo en su carta a los Colosenses, en
donde les animaba diciéndoles: “Para que
andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento
de Dios” (Colosenses 1:10) Es decir que, viviendo conforme a lo que enseñó
nuestro Señor Jesucristo, en nuestras vidas se verán reflejadas todas estas
características, las cuales nos moverán a hacer toda buena obra de justicia en
este mundo.
¿Cuál
es la benignidad del Señor?
Los beneficios del Señor son
innumerables, son tantas las cosas con las que Dios se ha mostrado trayendo
bendición a nuestras vidas, que sí las pudiéramos escribir, como dijo el
apóstol Juan: “ni aun en el mundo cabrían
los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25) Sin embargo podemos
echar un vistazo a tales beneficios simplemente analizando el Salmo 103, donde
dice que:
- Él es quien perdona todas
nuestras iniquidades y sana toda dolencia (v 3)
- El que rescata del hoyo
nuestra vida mostrando sus favores y misericordias (v 4)
- El que sacia de bien nuestras
bocas (v 5)
-El que hace justicia y derecho
a los que padecen violencia (v 6)
- El que no nos ha pagado
conforme a nuestros pecados e iniquidades, devolviéndonos bien por mal (v 10)
La benignidad del Señor la
vemos en Sus instrucciones: enseñándonos a:
-No enojarnos contra nuestro
hermano sino a ponernos de acuerdo con él cuando exista un desacuerdo.
-Comprender que el matrimonio
es para siempre y que para Él no existe el divorcio, aunque muchos quieran
justificarse utilizando la excepción sacada de contexto que dice “a no ser por
causa de fornicación” la cual se refiere a relaciones ilícitas delante de Dios,
en las mismas, sí se permite tal desunión.
-A no jurar por nada de este mundo, porque lo único que necesitamos es cumplir con nuestra palabra diciendo sí ó no. El mundo ha recurrido a los juramentos porque la sociedad se ha acostumbrado a no cumplir con su palabra. (mentir, engañar, transgredir)
-A amar a nuestros enemigos
devolviéndoles bien aunque nos hagan mal, lo cual es una locura para este
mundo.
-A ser bondadosos con
discreción y modestia, es decir, no jactándonos de que somos caritativos
haciendo tocar trompeta para que todos vean cuan buenos somos.
-Mantenernos en comunicación
con Dios a través de la oración.
-Nunca confiar en el dinero o
hacernos tesoros en la tierra donde todo perece.
-No emitir juicios propios con
respecto a los demás.
-Dejar el afán por el día de
mañana, enseñándonos a vivir día en día buscando primeramente las cosas de Su
Reino.
-A esforzarnos en este camino
angosto.
Viviendo de tal manera aquí en
este mundo, Jesús trae a nuestra vida orden y descanso para nuestras almas, ¿Te
has dado cuenta de que Él es bueno?, ¿Ha visto y probado Su bondad?
En Mateo 7:24 dice el Señor: “Cualquiera, pues, que me oye estas
palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa
sobre la ROCA”
¿Piedra viva o sin vida?
Ahora sí, con base en el versículo
anterior, analizaremos el sinónimo con el cual el apóstol Pedro describe a Jesús.
1 Pedro
2:4,5
“4
Acercándoos a él, piedra viva,
desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por
medio de Jesucristo.”
Sabemos muy bien que una piedra
no tiene vida, y cuando pensamos en una piedra podemos imaginarnos los usos que
se le pueden dar. Es así que una piedra puede sernos un estorbo y lastimarnos o
puede sernos de mucha utilidad y ayudarnos. El apóstol Pedro habla de una
“piedra viva” refiriéndose a Jesús, el cual ciertamente por muchos ha sido
rechazado, mas para otros muy apreciado. Para estos últimos, como dice en verso
5, Cristo es el modelo a seguir en este tiempo (vosotros también, como piedras vivas) Seamos pues imitadores de
Jesús andando como a Dios le agrada y ¿en qué tenemos que agradarle a Dios sino
en todo? El mismo apóstol Pablo exhortaba a los corintios diciéndoles:
“Procuren serle agradables” (2 Co. 5:9) y a los efesios le decía: “Comprueben
lo que es agradable delante del Señor” (Ef. 5:10) ¿Cómo es que comprobamos
algo?, es acaso ¿quedándonos sin hacer nada? o ¿tomando acciones?, el apóstol
Pedro dijo que Dios se agrada del que le teme y hace justicia (Hch. 10:35) y el
escritor de Hebreos hace mención de los sacrificios (acciones) que son
agradables a Dios: “hacer el bien y ayudarnos mutuamente” (He. 13:16). Más aun
vamos a ver un pasaje de la Escritura en donde es Cristo mismo quien nos
ilustra acerca de esto: “Porque el que me
envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:29) Vemos que
Jesús vivía para agradar a Dios el Padre, y en eso debemos ser sus máximos
imitadores.
La
piedra principal
Para concluir este breve
análisis, vamos a examinar la última parte del versículo que nos ha servido
como estructura:
1
Pedro 2:6-8
“6
Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo,
escogida, preciosa; Y el que creyere
en él, no será avergonzado. 7 Para vosotros, pues, los que creéis, él es
precioso; pero para los que no creen, La
piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; 8 y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes; a lo cual fueron también destinados.”
Cristo no defraudará a Sus
seguidores, por lo tanto no dudemos acerca de Su poder, entendemos que creer va
conjuntamente con obedecer, hacer y practicar lo que Él nos enseña. Para los
que no creen, es decir, para los que no le obedecen, Jesús es tropiezo, para
ellos es un estorbo; no hacen caso a Su mensaje porque por esa incredulidad y
falta de fe (sin la cual no se puede agradar a Dios) es imposible hacer lo que
Él pide y ordena, por eso le desprecian y le han convertido en una piedra
reprobada (Hch 4:11)
Cuando estamos predicando en la
calles, hay algunos que al pasar nos dicen “soy ateo”, “Dios no existe” entre
otras muchas cosas blasfemas. Con respecto a eso, es importante señalar que el
hecho de que una persona no crea en Dios, en ninguna manera cambia las cosas
con respecto a Su existencia. El hombre incrédulo pretende mostrarse rebelde
ante la existencia de Dios y dice que Dios no existe sin tomar en cuenta que
Dios no es un algoritmo con el cual, siguiendo ciertos pasos llegaremos a
descubrirlo. No hay una formula científica para comprobar la existencia del
Creador; sin embargo podemos demostrar a las personas que Dios si existe a
través de nuestro testimonio, mediante nuestra acciones, mostrando con nuestras
vidas un ejemplo real de que Dios es verdadero. La razón por la que existen
muchos ateos en el mundo es porque sólo han visto falsedad en las personas que
se dicen ser cristianas pero que con sus hechos niegan la existencia de un ser
divino que realmente liberta a las personas de una vida en esclavitud (al
pecado). Pero, para los que creemos, esa piedra viva es muy valiosa, nuestro
fundamento y modelo a seguir.
Es muy
fácil decir “Jesús te ama” y dar una explicación muy bonita de quién es Cristo
en folletos, pero hemos visto el fruto de eso y es muerte, las personas que
viven impíamente toman ese mensaje evangélico y terminan diciendo: “oh Jesús me
ama, entonces no importa que siga pecando, Él me seguirá amando tal como soy”. Esto
se debe a que muchos que han sido mal enseñados distorsionan las Escrituras y
dicen equivocadamente a la gente “Tú no eres salvo por lo que hagas, sino por
lo que Jesús hiso por ti, porque Él ya recibió el castigo por ti”. Por eso,
primeramente mostramos a la gente que está pecando contra Dios como lo hizo el apóstol
Pedro (Hechos 2:14-38, 3:11-26) predicamos el arrepentimiento, el evangelio del
Reino como Cristo hizo y ordenó a sus discípulos y “no echando las perlas a los
puercos”; sabiendo de antemano que el amor inmenso de Cristo no está en duda,
sino más bien nuestro amor por Él; comprendiendo esto, entonces decimos a las
gente: “Cristo venció en la cruz para
liberarte de la esclavitud (para que seas salvo de esta perversa generación),
es la oportunidad para rendirte al señorío del Señor y caminar en obediencia a
Sus estatutos, Dios ya hizo Su parte, nos toca a nosotros responder a Su
llamado”
Al final no podemos quedarnos
en una posición cómoda, o decidimos seguir a Cristo edificando sobre la roca, o
desechamos tal fundamento y construimos sobre la arena (cualquier otro
fundamento mundano) lo cual sabemos terminará en destrucción y perdición.
Jesús dijo:
“¿Qué,
pues, es lo que está escrito: La piedra
que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo? Todo el que cayere sobre aquella piedra,
será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le
desmenuzará.” (Lucas 20:17,18)
“Cristo se compadece de los que
le temen y viven para servirle obedeciéndole en todo, esforzándose a hacer lo
que Él pide, pero a aquellos que no le obedecen y no se rinden a Su señorío
simplemente los destruirá” ese sería un buen texto para la portada de un
folleto….
Gloria
a Dios por Su Palabra
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