(Analogía
para explicar el modelo del rescate)
Nota del traductor: Dado que la
mente renovada piensa por medio de parábolas y porque esta narración es muy
sencilla (es un cuento de niños), no daré la interpretación, así que el que
lea, entienda.
“Hubo una vez un rey muy
bondadoso que fundó una comunidad dentro de una isla muy bella donde la flora y
la fauna eran hermosas y además podían servir de provisión para toda la ciudad.
Él amaba a todos sus súbditos y deseaba que todos fueran muy felices. Les
construyó casas, granjas, lugares donde trabajar, lugares de veraneo, y un
muelle. Los instruyó en varios oficios y les dio abundantes regalos. También
les dio leyes y estatutos acerca de cómo debían vivir para poder agradarlo,
para poder ser muy felices y para llevarse bien. Los súbditos, a su vez, amaban
al rey también y estaban muy agradecidos con él. Le construyeron una estatua y
siempre lo honraban. El rey tuvo que marcharse a su país de origen, con la
promesa de volver algún día. Cada año se llenaba un gran buque con regalos como
frutas, verduras, pan, carne, vestiduras, monedas, y todo lo que la gente
quería y podía dar, el cual era enviado al rey como muestra del honor y el
aprecio que le tenían.
Un día, mientras el gobernador
andaba por el bosque, escuchó una voz que parecía venir del mismo suelo. Era
una voz que le susurraba. El gobernador se acercó para poder hablar con la
persona, pero la persona nunca se mostró. Simplemente habló. A pesar de ello,
el gobernador efectivamente conversó con dicha voz, ya que dicha voz afirmó ser
el hijo del rey y el príncipe heredero. La voz le sugirió que, dado que el rey
no estaba presente entre ellos, ya no era tan necesario que lo honraran al rey
ni a su estatua, y que ya no le enviaran tantos regalos, porque quizás muchas
de esas provisiones que eran destinadas para el rey, ellos las necesitarían en
tiempos de escasez. El gobernador no dijo nada al respecto, pero se quedó
pensando en lo que le dijo el príncipe.
Esa misma noche el barco se
estaba cargando de todos los regalos para el rey, cuando de manera furtiva y
oculta, el gobernador tomó varios sacos de avellanas del barco y ordenó a sus
sirvientes que lo llevaran a su almacén personal. Pero algunas personas
lograron verlo. El chisme de lo que el gobernador había hecho comenzó a cundir
por toda la isla. Todos razonaron que si el mismo gobernador había actuado así,
entonces ellos también tenían el derecho de hurtar algunos de los dones del rey
para sí mismos, lo cual inmediatamente comenzaron a hacer. En el proceso de
hacer eso, puesto que varios deseaban las mismas cosas, comenzaron a pelearse
verbalmente. Pronto surgieron los golpes, las amenazas, el caos… hasta que
tanto el buque como la estatua del rey se hundieron en el mar y toda la isla se
llenó de violencia, rapiña, engaños, estafas, odios, peleas e inmoralidad.
El gobernador entonces procedió
a consultar a la voz del bosque. La voz lo culpó por lo sucedido, le dijo que
el rey regresaría pronto y los castigaría duramente a todos, pero que él sabía
cómo podían salvarse. Le indicó que detrás de un árbol había un pasadizo secreto
que daba a una gran cueva en la cual podían entrar y esa cueva daba a una
salida por donde podrían huir de la ira del rey. El gobernador, sin pensarlo
dos veces, le informó a todo el pueblo sobre dicho medio de salvación y el
pueblo acordó tomarlo. La voz los guió dentro de la cueva. Después de horas y
horas largas de ir caminando por la cueva, cuando ya todos los niños estaban
llorando y los adultos estaban sofocaos, el pueblo decidió regresar por donde
habían entrado, pero la voz se les mostró tal cual era: un príncipe malvado y
suplantador, y les cerró toda escapatoria. Les dijo que ahora se divertiría con
ellos y jamás podrían salir de allí. Mientras, el príncipe suplantador
desapareció.
El pueblo se quedó allí en
absoluta desesperación y sin saber qué hacer hasta que de pronto alguien vio
una luz que apenas si se colaba por la cueva. Entonces alcanzaron a oír ruidos
como de una fiera pelea cuerpo a cuerpo y tiempo después vieron entrar a un
noble y bondadoso príncipe que se veía herido por la pelea. Él se presentó como
el legítimo hijo del rey, les informó que su padre el rey los perdonaba por
todo lo malo que habían hecho, por pura misericordia real, y les explicó que
había peleado contra el príncipe usurpador y lo había vencido, por lo que ahora
podían ser libres de la cueva, de los engaños del usurpador, y podrían volver a
servir al rey y a ser felices.
Luego les indicó que él también
tendría que irse al país de su padre, pero que algún día volvería por ellos
para llevarlos a un nuevo reino hermoso que su padre estaba edificando.
Mientras, les dejó un faro para alumbrarse y para poder ver cuando él viniera
otra vez. Así, los habitantes de la isla volvieron a obedecer al rey y a ser
felices. Y cada día, al amanecer, se despiertan y se dirigen a la orilla de la
isla… porque sólo esperan el momento cuando su príncipe venga por ellos de
nuevo.”
Eckart Zur Nieden. Tale of Two Princes Hardcover.
1993.
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