-Por Peter Hoover (traducido por Josué Moreno)
Hace un poco de tiempo, compré un libro
en la Librería de la Misión Cristiana de Launceston, Tasmania. “Capitalismo compasivo”, lleva por
título, y llamó mucho mi atención. Escrito por uno de los hombres más ricos del
mundo, un líder economista cristiano de Estados Unidos, Rich de Vos, para mí
fue una de las apologías más lógicas y convincentes de la ética de trabajo de
los protestantes, que jamás haya visto.
Comenzando desde Adam Smith, el primer
cristiano inglés en haber enseñado que es bueno hacerse rico (y que por medio
de acumular riquezas, uno beneficia al resto del mundo), Rich de Vos muestra
muy claramente lo que él llama el “Camino Americano”: Hazte rico por medio de
involucrar a tanta gente como puedas en tus esquemas de ganancia financiera.
Ahorra tu dinero y sal adelante; sólo recuerda ayudar a otros a ahorrar su
dinero y a salir adelante también. Te ayudará a ti tanto como les ayudará a
ellos. Apoya a otros, no llenándolos de ayudas financieras sucias o que
corrompen, sino mostrándoles cómo hacer dinero, y entonces todo el mundo será
más feliz con ello.
Rich de Vos ve la única esperanza posible
para el mundo en tal “capitalismo compasivo”. Para él esa es la luz de las
naciones desarrolladas y el futuro de nuestra raza. Ya que él piensa que el
mundo nunca será verdaderamente feliz sino hasta que todos tengan mucho dinero,
abundancia de bienes, y la capacidad para adquirir aún más.
Está escrito de manera brillante. Es
bastante lógico (presentando muchas ilustraciones de la vida real y consejos de
sentido común); es lo suficientemente lógico para que todo cristiano que lea
ese libro esté virtualmente de acuerdo con todo lo que dice.
Hay una sola complicación: El libro no es ni Cristiano ni cierto. Su
sabiduría no proviene de Dios, y la compasión que promueve es un engaño cruel
directamente de Satanás.
El capitalismo de Rich de Vos, a pesar
de cuánto sentido tiene, a pesar de cuán cristiano lo hace sonar, y a pesar de
todo, ya ha demostrado lo que realmente es a través de los años. Ya sabemos
cómo funciona. Tenemos a un mundo lleno con la evidencia de lo que produce,
porque le ha dado forma al mundo en el que vivimos hoy.
El capitalismo produjo la Revolución
Industrial, junto con el deseo de salir adelante, hacerse próspero, competir,
animar a la industria a producir cada vez más cosas en cada vez menos tiempo.
La Revolución Industrial hizo que mucha gente emigrara del campo a la ciudad.
Les dio trabajos y dinero para gastar. Y el resultado final del capitalismo fue
(y no podía ser otro) el consumismo: todos buscando ganar más dinero para
comprarse cada vez más cosas. Comprar y comprar, y vender y vender. Quizás el ejemplo
más poderoso dentro de esta carrera de locos sea la misma Corporación Amway
(American Way: Camino Americano).
El principio que rige al capitalismo (i.e. “haz el bien a los demás por medio
de hacerte rico”) se halla en una obvia y descarada oposición frontal con el
evangelio de Jesucristo. Lo peor es que incluso ahora mismo, mientras que el mundo
entero está siendo estrangulado en este gancho terrible, la mayoría de los
cristianos no están huyendo a Cristo para buscar ayuda y salvación. Más bien,
están mirando hacia atrás esforzándose por asir la fuente de todos los males.
Nunca deja de asombrarme cómo los
cristianos siempre hablan acerca de aquellos “viejos días tan buenos”, cómo desean que pudieran regresar a los años
1950s, o hasta la era victoriana, o incluso antes, cuando todos trabajaban
duro, gastaban su dinero sabiamente, y tenían muy buenos valores, y cuando la
mayoría del mundo operaba como debería.
Pero ya tuvimos la era victoriana y ¿qué fue lo que produjo? El tremendo
abuso de Australia, Canadá, India, África y quién sabe qué cosas más junto con
el imperialismo global y las dos catastróficas guerras mundiales. Ya tuvimos
los años 1950s y ¿qué produjeron? Produjeron los 60s y los 70s y luego en turno
los 80s y los 90s, que finalmente nos trajeron al siglo XXI con todos los
hombres impíos que vemos hoy en día.
¿Quién quisiera repetir todo eso?
Únicamente una persona tonta o una persona absolutamente perversa podría ser
capaz de mirar al sistema capitalista como la solución para los problemas de
hoy en día. El desastre que tenemos ahora (que no es más que el producto final
del amor al dinero, que es la raíz de todos los males) proviene de la loca
carrera de competir por tierras, recursos, bienes, y cosas, así como del saqueo
y la corrupción (que en su mayoría fueron perpetradas por gobiernos temerosos
de Dios y por misioneros evangélicos y católicos en los años 1800s), así como
también de los distorsionados valores de un cristianismo que ya se había
vendido al anticristo en los días de la Reina Victoria y de Laura Ingalls
Wilder.
No hay nada más absurdo ni diabólico
que haya sido promovido como la idea de que los seres humanos son más felices o
son ayudados o que se les hace algún bien cuando acumulan bienes y riquezas y
cuando tienen más de lo que necesitan.
¿Quién dijo lo
siguiente?:
Ø “No
almacenen tesoros aquí en la tierra…”
(Mateo 6:19).
Ø “No se
puede servir a Dios y al dinero.” (Mateo 6:24).
Ø “Así
que no se preocupen por el mañana,…” (Mateo 6:34).
Ø “Así
que nadie puede convertirse en mi discípulo sin dejar todo lo que posee.”
(Lucas 14:33).
Ø “Les
digo la verdad, es muy difícil que una persona rica entre en el reino del
cielo.” (Mateo 19:23).
Ø “¡Qué aflicción les
espera a ustedes, los que son ricos!, porque su única felicidad es aquí y
ahora.” (Lucas 6:24).
Si conoces la respuesta y si de verdad sigues
a Aquel Personaje tan radical que hizo tales afirmaciones, inmediatamente
identificarás el mensaje de Rich de Vos del capitalismo compasivo como una
herejía flagrante que viola todala verdad de Cristo.
Mahatma Gandhi, aunque no era cristiano,
estaba mucho más cerca de la verdad cuando dijo: “¡Renuncia y disfruta!”Los
aborígenes de Tasmania que no tenían concepto alguno de lo que es la propiedad
privada, estaban más cerca de Dios que los súbditos de la reina Victoria, que
les llevaron la Biblia, se apoderaron de todas sus tierras, y los aniquilaron.
Olvídate acerca de aquellos “viejos
días buenos”.
La tierra en la que vivimos nunca será
verdaderamente feliz otra vez sino hasta que se dé paso al gobierno único, de
un solo partido, el de Jesucristo, en donde haya una economía sin moneda, en
donde el oro no tenga más valor que el polvo, en donde se disuelva la propiedad
privada y finalmente se logre el comunismo perfecto en los cielos nuevos y
tierras nuevas en donde mora la justicia. Pero esto no puede ocurrir sino hasta
que haya otra invasión. Una invasión acompañada de una guerra. Una tremenda
bomba, no como la de Pearl Harbor, ni como la de las Torres Gemelas, sino un
bombardeo absoluto y total, de todos y cada uno de los pueblos, las ciudades y
casas de todo el mundo de una sola vez. Cuando el mundo entero esté en llamas.
Cuando los elementos ardiendo sean deshechos y la corteza terrestre se abra
hasta que todos los continentes junto con toda la gente que los
habite (exceptuando sólo a los que llevan la marca de Cristo) sean consumidos
completamente.
¿Has pensado últimamente en que eso
quizás ya está por ocurrir? ¿O será que crees que la gente de verdad puede ser
feliz si tan sólo aprende a ganar dinero y a gastarlo sabiamente?
Quizás, junto con el hecho de llamarte cristiano,
deberías familiarizarte más con Cristo y con su “absurdo” evangelio, y
prepararte para encontrarlo… Mientras que todas tus cosas y tu dinero se
queman.
Amén
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