miércoles, 11 de noviembre de 2015

¿A Dios le agradó la época victoriana?



-Por Peter Hoover (traducido por Josué Moreno)

Hace un poco de tiempo, compré un libro en la Librería de la Misión Cristiana de Launceston, Tasmania. “Capitalismo compasivo”, lleva por título, y llamó mucho mi atención. Escrito por uno de los hombres más ricos del mundo, un líder economista cristiano de Estados Unidos, Rich de Vos, para mí fue una de las apologías más lógicas y convincentes de la ética de trabajo de los protestantes, que jamás haya visto.

Comenzando desde Adam Smith, el primer cristiano inglés en haber enseñado que es bueno hacerse rico (y que por medio de acumular riquezas, uno beneficia al resto del mundo), Rich de Vos muestra muy claramente lo que él llama el “Camino Americano”: Hazte rico por medio de involucrar a tanta gente como puedas en tus esquemas de ganancia financiera. Ahorra tu dinero y sal adelante; sólo recuerda ayudar a otros a ahorrar su dinero y a salir adelante también. Te ayudará a ti tanto como les ayudará a ellos. Apoya a otros, no llenándolos de ayudas financieras sucias o que corrompen, sino mostrándoles cómo hacer dinero, y entonces todo el mundo será más feliz con ello.

Rich de Vos ve la única esperanza posible para el mundo en tal “capitalismo compasivo”. Para él esa es la luz de las naciones desarrolladas y el futuro de nuestra raza. Ya que él piensa que el mundo nunca será verdaderamente feliz sino hasta que todos tengan mucho dinero, abundancia de bienes, y la capacidad para adquirir aún más.

Está escrito de manera brillante. Es bastante lógico (presentando muchas ilustraciones de la vida real y consejos de sentido común); es lo suficientemente lógico para que todo cristiano que lea ese libro esté virtualmente de acuerdo con todo lo que dice.

        Hay una sola complicación: El libro no es ni Cristiano ni cierto. Su sabiduría no proviene de Dios, y la compasión que promueve es un engaño cruel directamente de Satanás.

El capitalismo de Rich de Vos, a pesar de cuánto sentido tiene, a pesar de cuán cristiano lo hace sonar, y a pesar de todo, ya ha demostrado lo que realmente es a través de los años. Ya sabemos cómo funciona. Tenemos a un mundo lleno con la evidencia de lo que produce, porque le ha dado forma al mundo en el que vivimos hoy. 

El capitalismo produjo la Revolución Industrial, junto con el deseo de salir adelante, hacerse próspero, competir, animar a la industria a producir cada vez más cosas en cada vez menos tiempo. La Revolución Industrial hizo que mucha gente emigrara del campo a la ciudad. Les dio trabajos y dinero para gastar. Y el resultado final del capitalismo fue (y no podía ser otro) el consumismo: todos buscando ganar más dinero para comprarse cada vez más cosas. Comprar y comprar, y vender y vender. Quizás el ejemplo más poderoso dentro de esta carrera de locos sea la misma Corporación Amway (American Way: Camino Americano).

El principio que rige al capitalismo (i.e. “haz el bien a los demás por medio de hacerte rico”) se halla en una obvia y descarada oposición frontal con el evangelio de Jesucristo. Lo peor es que incluso ahora mismo, mientras que el mundo entero está siendo estrangulado en este gancho terrible, la mayoría de los cristianos no están huyendo a Cristo para buscar ayuda y salvación. Más bien, están mirando hacia atrás esforzándose por asir la fuente de todos los males.

Nunca deja de asombrarme cómo los cristianos siempre hablan acerca de aquellos “viejos días tan buenos”,  cómo desean que pudieran regresar a los años 1950s, o hasta la era victoriana, o incluso antes, cuando todos trabajaban duro, gastaban su dinero sabiamente, y tenían muy buenos valores, y cuando la mayoría del mundo operaba como debería.

        Pero ya tuvimos la era victoriana y ¿qué fue lo que produjo? El tremendo abuso de Australia, Canadá, India, África y quién sabe qué cosas más junto con el imperialismo global y las dos catastróficas guerras mundiales. Ya tuvimos los años 1950s y ¿qué produjeron? Produjeron los 60s y los 70s y luego en turno los 80s y los 90s, que finalmente nos trajeron al siglo XXI con todos los hombres impíos que vemos hoy en día.

¿Quién quisiera repetir todo eso? Únicamente una persona tonta o una persona absolutamente perversa podría ser capaz de mirar al sistema capitalista como la solución para los problemas de hoy en día. El desastre que tenemos ahora (que no es más que el producto final del amor al dinero, que es la raíz de todos los males) proviene de la loca carrera de competir por tierras, recursos, bienes, y cosas, así como del saqueo y la corrupción (que en su mayoría fueron perpetradas por gobiernos temerosos de Dios y por misioneros evangélicos y católicos en los años 1800s), así como también de los distorsionados valores de un cristianismo que ya se había vendido al anticristo en los días de la Reina Victoria y de Laura Ingalls Wilder.

No hay nada más absurdo ni diabólico que haya sido promovido como la idea de que los seres humanos son más felices o son ayudados o que se les hace algún bien cuando acumulan bienes y riquezas y cuando tienen más de lo que necesitan.

¿Quién dijo lo siguiente?:

Ø  “No almacenen tesoros aquí en la tierra…”  (Mateo 6:19).
Ø  “No se puede servir a Dios y al dinero.” (Mateo 6:24).
Ø  “Así que no se preocupen por el mañana,…” (Mateo 6:34).
Ø  “Así que nadie puede convertirse en mi discípulo sin dejar todo lo que posee.” (Lucas 14:33).
Ø  “Les digo la verdad, es muy difícil que una persona rica entre en el reino del cielo.” (Mateo 19:23).
Ø  “¡Qué aflicción les espera a ustedes, los que son ricos!, porque su única felicidad es aquí y ahora.” (Lucas 6:24).

Si conoces la respuesta y si de verdad sigues a Aquel Personaje tan radical que hizo tales afirmaciones, inmediatamente identificarás el mensaje de Rich de Vos del capitalismo compasivo como una herejía flagrante que viola todala verdad de Cristo.

Mahatma Gandhi, aunque no era cristiano, estaba mucho más cerca de la verdad cuando dijo: “¡Renuncia y disfruta!”Los aborígenes de Tasmania que no tenían concepto alguno de lo que es la propiedad privada, estaban más cerca de Dios que los súbditos de la reina Victoria, que les llevaron la Biblia, se apoderaron de todas sus tierras, y los aniquilaron.

Olvídate acerca de aquellos “viejos días buenos”.

La tierra en la que vivimos nunca será verdaderamente feliz otra vez sino hasta que se dé paso al gobierno único, de un solo partido, el de Jesucristo, en donde haya una economía sin moneda, en donde el oro no tenga más valor que el polvo, en donde se disuelva la propiedad privada y finalmente se logre el comunismo perfecto en los cielos nuevos y tierras nuevas en donde mora la justicia. Pero esto no puede ocurrir sino hasta que haya otra invasión. Una invasión acompañada de una guerra. Una tremenda bomba, no como la de Pearl Harbor, ni como la de las Torres Gemelas, sino un bombardeo absoluto y total, de todos y cada uno de los pueblos, las ciudades y casas de todo el mundo de una sola vez. Cuando el mundo entero esté en llamas. Cuando los elementos ardiendo sean deshechos y la corteza terrestre se abra hasta que todos los continentes junto con toda la gente que los habite (exceptuando sólo a los que llevan la marca de Cristo) sean consumidos completamente.

¿Has pensado últimamente en que eso quizás ya está por ocurrir? ¿O será que crees que la gente de verdad puede ser feliz si tan sólo aprende a ganar dinero y a gastarlo sabiamente?

Quizás, junto con el hecho de llamarte cristiano, deberías familiarizarte más con Cristo y con su “absurdo” evangelio, y prepararte para encontrarlo… Mientras que todas tus cosas y tu dinero se queman. 

Amén

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