(Recopilación de testimonios fieles)
“Señor, tú nos has sido refugio
De generación en generación”. (Salmos 90:1)
Hay innumerables ejemplos de vida en este mundo que a las personas les son de muestra o modelo a seguir, testimonios de personas que a los ojos de la sociedad han logrado trascender y son consideradas muy aparte del resto de la gente; estos modelos a seguir marcan la vida de las personas, llegando al punto de vivir por ese paradigma o legado y morir por una causa que parece justa (tomando el ejemplo de las acciones de algún personaje histórico que obtuvo tal logro en este mundo). En este mundo nacen cada vez más filosofías enfocadas en inculcar a los seres humanos un estilo de vida que los distinga de los demás, es por eso que en la sociedad encontramos grupos multiculturales que se diferencian unos de otros con base en sus ideas y estilos de vida, con ciertos patrones que no comparten entre sí, pero también con otros aspectos que son compatibles entre dichas agrupaciones. Todas estas comunidades sociales de alguna u otra manera pertenecen al sistema de este mundo.
Pero qué hay de los cristianos, si, qué hay de esas personas que no se acoplan a ninguno de estos sectores sociales, a ninguna contracultura o filosofía del mundo, a ninguno de los pensamientos humanos que han dejado huella y un modelo a seguir, qué hay pues de esos que al parecer están totalmente en contra del sistema que este mundo ha preparado para las personas que lo habitan, de aquellos que no platican mucho, de los que son vistos como “bichos raros” porque tienen un pensamiento que no concuerda con ninguno de los pensamientos existentes en dicho sistema, no compartiendo ningún patrón ni aspecto de forma de vida con los demás, de los que “caen mal” porque se entrometen en la vida de los demás alzando un mensaje en los parques, mercados o eventos sociales. ¿Qué hay de ellos? Este artículo tiene la finalidad de mostrar “el estilo de vida de los cristianos” no de los que se dicen serlo, sino de los que realmente llevan una vida entregada a vivir conforme a las enseñanzas de Cristo; para esto, se han tomando como referente algunos movimientos fieles que a través de la historia demostraron con sus hechos, vivir un cristianismo verdadero, mediante este estilo de vida se pretende mostrar la verdadera y única filosofía de vida, la luz de esperanza que generación tras generación por medio del testimonio y ejemplo ha resplandecido en medio de la maldad. Cabe mencionar que este escrito de recopilaciones no inquiere la aprobación de los hombres como muchas contraculturas y filosofías buscan, el cristiano busca la aprobación de Dios.
Un escritor entre los años 125 y 200 d.C. escribió las siguientes palabras: Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Porque no residen en ciudades propias, ni usan una lengua distinta, ni practican alguna clase de vida extraordinaria... Pero si bien residen en ciudades de griegos y bárbaros, según ha dispuesto la surte de cada uno, y siguen las costumbres nativas en cuanto a alimento, vestido y otros arreglos de la vida, pese a todo, la constitución de su propia ciudadanía, que ellos nos muestran, es maravillosa (paradójica), y evidentemente desmiente lo que podría esperarse. Residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desquitan de su descendencia. Celebran las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Se hallan en la carne, y, con todo, no viven según la carne. Su existencia está en la tierra, pero su ciudadanía está en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes con sus propias vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos. No se hace caso de ellos, y, pese a todo, se les condena. (Epístola a Diogneto)
Vida irreprensible y sencilla
En estos días existe mucha confusión e ignorancia con respecto al cristianismo, muchas personas en el mundo profesan ser cristianas, como si esto fuera lo mismo a pertenecer a club social, institución civil u organización popular. Multitudes se dicen ser cristianos, profesando doctrinas que ni siquiera están plasmadas en la Palabra de Dios. Las corrientes reformadoras del siglo XVl trajeron consigo este montón de divisiones o sectores denominacionales, por eso escuchamos de tantas iglesias, “que los testigos, que los bautistas, que los pentecostales, que los mormones, etc.”. Cada una con un sinfín de métodos erróneos que están conformados al sistema de este mundo y no al Reino Verdadero del Señor. Ser cristiano no es: reunirse ciertos días a la semana para leer la Biblia, cantar alabanzas, gritar gloria a Dios en grandes conciertos de supuesta música cristiana, no es pertenecer a una iglesia institucionalizada, ni organizar eventos multicongregacionales, tampoco es caerle bien a todos, ser reconocido o saber mucho de la Sagrada Escritura.
La vida del cristiano en el mundo es algo fuera de lo común, no tiene nada que ver con nada de este sistema, su base de enseñanza no está en la sabiduría del mundo, ni en la elocuencia, la vida del cristiano se basa más bien en la Fe autentica de la cruz (hacernos a la Voluntad de Dios) y en una vida honesta. Ser cristiano sencillamente es poner en práctica las enseñanzas de Jesús.
Desde el principio Cristo dio un mandato a sus seguidores en cuanto a que los hombres deben despreciar la vida que las muchedumbres buscan con ambición y que seamos cuidadosos en vivir acorde a los mandatos de Dios, una vida sencilla despojada de los afanes de este mundo en el cual reina la maldad. Según la palabra del Señor este camino es realmente estrecho, pues la mayoría de las personas son amantes de lo material y de satisfacer su carne y muchos no pueden soportar caminar por dicha senda. (Mateo 7:13,14)
Hasta este tiempo, Jesús sigue siendo objeto de falsos testimonios y mientras exista el mal entre los hombres esto no dejará de suceder. Por esa razón, los verdaderos discípulos de Cristo deben mostrar con base en el ejemplo de vida, que la realidad es otra, muy distinta a la que muchos están viviendo (en tinieblas). Mostrar con hechos que realmente se puede vivir separado del mundo es un testimonio mucho más poderoso que cualquier falso argumento o calumnia; Muchos se justifican y expresan que esa vida no es posible, y para sostener aun más esa justificación, toman los malos testimonios de personas que se dicen ser cristianas pero que realmente no están viviendo conforme a la Voluntad de Dios, sus hechos muestran que aún siguen viviendo para el mundo y no para el Señor. Estas personas no dan buen testimonio de lo que es la verdadera vida cristiana, no hay en ellos una vida entregada al servicio del Creador, todavía hay lugar en sus corazones a pequeños aspectos de este mundo, solamente son cristianos de palabra mas no lo son en la práctica.
Sin embargo, lo anterior no es excusa para los que rechazan el Señorío de Dios, ningún mal testimonio que vean será una justificación válida para no obedecer a Dios, porque el que realmente está buscando la verdad sin importar que esto le cueste perder su vida en este mundo, no tratará de justificarse con los actos de alguien que no está obedeciendo de corazón al Señor, esto no le excusará de no haber entregado su corazón y renunciado a la impiedad. Marco Minucio Félix (200 d.C.) expresó de la siguiente manera algunas características que distinguen a los verdaderos cristianos de los demás: “Así pues, los cristianos nos distinguimos fácilmente no por una marca corporal, como creen, sino por el signo de la inocencia y de la modestia; nos amamos unos a otros, lo cual les aflige, porque no sabemos odiar; y nos llamamos hermanos, cosa que les produce envidia, como es propio de hombres que tienen a un único Dios por padre, que son partícipes de la misma fe y coherederos de la esperanza”.
El testimonio de la sencillez es de gran impacto para las personas que no conocen a Dios, Clemente de Alejandría lo dijo así: “La sencillez es la más rica de la posesiones”. En estos tiempos la gente vive pensando únicamente en las cosas materiales, en los beneficios ciudadanos, en sus derechos, etc. Este pensamiento humanista ha traído una corriente de distracción en cuanto a las cosas realmente importantes, lo espiritual ha sido pospuesto, ya no es tan importante, el hombre sueña y ambiciona lo que este mundo le ofrece, sin darse cuenta de que esas mismas cosas han sido creadas para mantenerle controlado y distraído, concentrado en cuestiones que no le llenarán el vacío que siente. Los medios de comunicación que abundan en los hogares juegan un papel muy importante en esta distracción. Por ejemplo, lo proyectado en la televisión tiene que ver esencialmente con una vida llena de lujos y placeres vanos, eso contamina al ser humano, lo hace anhelar una vida cómoda, sin esfuerzo, una vida dependiente de sus bienes, la tecnología ha traído tantos supuestos avances para bien de la sociedad, que la misma sociedad cada día depende más de la misma y cada día busca menos a Dios. El enfoque actual de la ciencia es asegurar la vida en este mundo, y las personas caen en tal engaño y temen perder su vida, buscan asegurarla con los inventos científicos, olvidan que nadie tiene potestad sobre la vida más que El que la ha dado. Nadie quiere una vida sencilla, eso ya no es para estos tiempos.
La vida sencilla nos enseña a ser autosuficientes en los deberes cotidianos, a no apreciar lo innecesario y a estar libre de las preocupaciones que este mundo inculca y al mismo tiempo utiliza para atrapar al hombre, Jesús enseñó en el Sermón del Monte que no debemos preocuparnos por el día de mañana (ver Mateo 6:25-34 y Lucas 12:22-31)“El que se ha comprometido a seguir a Cristo, debe elegir una vida sencilla, sin necesidad de servidores, y vivir el día”. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.) Sabemos muy bien que en este mundo disponemos de muchas cosas materiales que para la vida según el mundo nos harán muy felices, pero quien ha decidido seguir el camino de Cristo debe vivir prácticamente como un extranjero, es decir, dejar todo lo innecesario, despojarse de los bienes que le atan y que le crean un lazo para impedir su libertad. Cuántas personas viven soñando acerca de tener un patrimonio, un buen auto, una casa bonita, una vida cómoda, anhelando que algún día se acaben los problemas financieros, “no suena tan mal verdad”, pero el costo por vivir cómodamente y sin dificultades en este reino es perderse por la eternidad, Cristo dijo claramente a sus discípulos en Lucas 12:15: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Y también que cualquiera que no renunciara a todo lo que posee, no podía ser su discípulo. (Lucas 14:33). El testimonio de vida de los primeros cristianos es acorde al mensaje y a las palabras de Jesús, podemos notarlo en sus escritos, por ejemplo, Atenágoras (175 d.C.) escribió lo siguiente: “Teniendo, pues, esperanza en la vida eterna, despreciamos las cosas de la vida presente y aun los placeres del alma.” Esto también concuerda con el testimonio de Pedro Valdo en el año 1170, quien después de haber escuchado lo que dice el capítulo 19 de Mateo acerca del joven rico. “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” (Mateo 19.21), se dio cuenta de que su riqueza no valía nada y que de hecho, parecía como una cadena muy pesada alrededor de su cuello. Y en un momento de gozo y alegría espiritual, Pedro Valdo decidió de pronto liberarse de las pesadas cadenas de la riqueza. ¡Ahora sería un discípulo de Cristo! y ¡Disfrutaría los deleites del tesoro celestial!... Otro testimonio compatible con los anteriores es de es de Anna uyt den Briel quien en el año 1539 rumbo a su muerte dijo al gentío allí congregado: —Aquí tengo un niño de quince meses. ¿Quién lo quiere? Voy a dar todo mi dinero al que le da un hogar (Anneken era de una familia adinerada, pero había dejado todo para servir a Jesús y por esa Fe fue condenada a ser ahogada por los dirigentes de la iglesia católica romana) Un panadero con seis hijos tomó al niño entonces, junto con el bolsillo de dinero. Las palabras del Único Maestro fueron comprendidas de manera muy literalmente por los testimonios mencionados.
Las iglesias institucionalizadas al igual que los gobiernos del mundo buscan poder, dinero, control y demás afanes que nada tienen que ver con las enseñanzas de Jesús.
El testimonio como una luz en contraste con una generación maligna y perversa
“Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”. (Lucas 11:36)
Jesús vino a este mundo a predicar con el ejemplo, Él enseño a sus discípulos la forma en la que debemos conducirnos en este mundo donde ya no había forma de librarse del mal; el Apóstol Juan escribió en una de sus cartas lo siguiente: “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra”.(1 Juan 2:8) Cristo vino a hacer una luz verdadera que por medio del ejemplo iluminó a los demás, alumbró como luminar en un mundo cubierto por tinieblas. La generación maligna rechazó esto, su ceguera no pudo percibir la luz y en cambio impugnó las enseñanzas del Señor, esa generación terminó matándolo. Desde los tiempos de Caín ha existido una generación maligna y perversa en este mundo, una generación que desprecia el Señorío de Dios y que ha decidido tomar su propio rumbo a la perdición.
El propósito de Dios se cumplió con la venida de Su hijo Unigénito, y aunque muchos rechazaron la luz, la semilla ya se había sembrado en esta tierra y la verdad germino en muchos corazones obedientes que sí percibieron la luz. Desde entonces han existido en el mundo movimientos cristianos fieles a la Palabra Verdadera, quienes han tomado las enseñanzas del Señor de manera muy literal en sus vidas, tal cual como están plasmadas en la Biblia sin excepciones ni añadiduras, siguiendo el ejemplo de quien vino a romper las cadenas del pecado. “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. (Juan 3:19-21)
Un movimiento fiel en los primeros años después de la muerte del Señor Jesús fueron los Cristianos Primitivos, estos fueron enseñados directamente por los Apóstoles de Cristo, los cristianos primitivos predicaron con el ejemplo, rechazaron la filosofía griega conformada a los rudimentos del mundo y al pensamiento humano, también rechazaron vivir conforme a las leyes del estado romano, y en cambio prefirieron vivir conforme a la Sana Doctrina de Dios. Según el mismo Atenágoras entre los primeros cristianos habían personas sencillas, y artesanos, que si bien estaban en una condición analfabeta, sin importar esto, mostraban con sus obras que habían hecho una buena elección (al decidir caminar con Cristo y seguir Su ejemplo de vida), manifestándolo con buenas acciones: no golpeando a los que los golpeaban, no llevando a los tribunales a los que los despojaban de sus bienes, dando al que pedía y amando al prójimo como a sí mismos, y estando convencidos de que de toda esta vida presente habían de dar cuentas a Dios (Creador de todo) escogían la vida moderada, piadosa y despreciada.
La generación perversa que vivió en esa época persiguió a los cristianos, muchas veces sin motivo alguno, y se gozaban en ver cómo los llamados “herejes” (estos es porque no creían en los dioses paganos de los griegos y los romanos) eran apresados injustamente y después llevados ante el emperador, quien dictaba la sentencia cruel de ser devorados por leones hambrientos en los coliseos, ante la multitud ebria de la sangre inocente, de hombres piadosos, mujeres y niños cuyo delito era seguir a Cristo. Un historiador llamado Tácito (100 d.C) lo describió así: “Su ejecución (la muerte de los cristianos) constituyó una diversión pública; fueron cubiertos con las pieles de fieras y después devorados por perros, crucificados o llevados a la pira y quemados al venir la noche, iluminando la ciudad”. Y esto ocurría a pesar de que los cristianos “Eran sinceros y sencillos, y libres de la malicia, No se cansaban de obrar bien, sino que estaban dispuestos para toda buena obra” - Clemente de Alejandría (30 – 100 d.C.) La primeria iglesia sabía bien que al imitar con fervor la vida de los profetas y obtener su espíritu, serían deshonrados en el mundo y a la vista de los pecadores, pues para ellos (los pecadores) según Orígenes (245 d.C.) la vida del hombre justo es una carga. Estos cristianos resplandecieron de tal manera en el mundo.
Existió otro movimiento después de los Cristianos Primitivos; para el año 1170 surgieron Los Valdenses, este movimiento predicó el evangelio sencillo del reino. Y aunque eran un grupo pequeño de creyentes con la misma visión, su honestidad y su ejemplo de fe tocaron muchas vidas. Su deseo fue tomar cada aspecto de las enseñanzas de Jesús de forma literal y con seriedad. Ellos simplemente quisieron vivir un cristianismo auténtico y compartir su gozo con otros, sencillamente predicaron el mismo mensaje que Jesús había predicado, llevando dicho mensaje a las iglesias (católicas), a las plazas públicas y a los mercados. Uno de los primeros discípulos de Pedro Valdo (quien comenzó dicho movimiento fiel) escribió: “La decisión que hemos tomado es la siguiente: mantener hasta la muerte la fe en Dios (…) Hemos decidido predicar con toda libertad, conforme a la gracia que hemos recibido de parte de Dios. Esto no lo dejaremos de hacer bajo ningún concepto”. El movimiento fiel del que estamos hablando, animaba públicamente a las personas a que entregarán su vida Dios, de igual manera como sus antepasados fieles a las enseñanzas de Jesús, sabían muy bien que el testimonio y ejemplo de vida era de suma importancia para demostrar que era posible vivir conforme a la Voluntad de Dios, ellos estaban siendo luz en medio de las tinieblas.
Sin embargo, no tardó en presentarse la inconformidad de la generación maligna y perversa. Los dirigentes de la iglesia católica de aquel tiempo demostraron intolerancia en cuanto a la predicación libre y pura de los valdenses, consideraban peligroso que se predicará la verdad del Evangelio en las calles y terminaron prohibiendo que dicha predicación se llevara a cabo. Aun así, Pedro Valdo consiente de la importancia de llevar el verdadero mensaje del Evangelio a las personas y predicar con el ejemplo, respondió a dicha prohibición de la siguiente manera: “Por el contrario, predicar pertenece a todos los que eligen vivir verdaderamente como los apóstoles de Jesús” y en otra ocasión dijo ““Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.). El movimiento valdense continuó predicando públicamente como lo habían hecho anteriormente.
Por esta razón los miembros del clero, después de escuchar lo que respondió Pedro Valdo con respecto a esto, se pusieron furiosos e hicieron que las autoridades civiles desterraran permanentemente de Lyón a este movimiento fiel. Sin embargo, esto no desalentó el celo de estos predicadores del reino en lo más mínimo. Al igual que los apóstoles, ellos se regocijaron de ser perseguidos en el nombre de Cristo. Por tanto, ahora viajaban por todo el sur del país, predicando el evangelio del reino en las calles y en los mercados. También escribían folletos y organizaban debates públicos.
La Iglesia Católica no demoró en reaccionar. En el año 1184, el Concilio de Verona condenó a los valdenses como desertores peligrosos. Un colaborador de la iglesia católica escribió lo siguiente acerca de Los Pobres de Espíritu: “Estas personas no tienen moradas fijas, sino que viajan de dos en dos, descalzos y vestidos con túnicas de lana. Ellos no son dueños de nada, sino que comparten todo en común, siguiendo la costumbre de los apóstoles. Desnudos, ellos siguen a un Cristo desnudo. Sus inicios son extremadamente humildes, pues todavía no tienen muchos seguidores. Sin embargo, si los dejamos a sus maquinaciones, terminarán echándonos a todos”. Este es el pensamiento de generación perversa rechazando la luz verdadera, finalmente en el año 1190, la Iglesia condenó a los valdenses como herejes, exponiéndolos a la represión despiadada y la muerte.
Los valdenses no promovieron ningún tipo de creencias teológicas complicadas. Su sistema de creencia fue esencialmente el Evangelio del Reino. Al conocer a fondo las enseñanzas de Jesús, ellos enseñaban que nosotros los seres humanos somos capaces de hacer elecciones, y somos responsables por las elecciones que hacemos. Cada uno debe tomar la decisión de vivir según las enseñanzas de Cristo, y luego ser fiel a esa decisión. “Nadie puede ser un verdadero cristiano”, decían, “si de veras no ha rendido su vida al señorío de Cristo”. Ellos se dieron cuenta de forma acertada que las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias y que estaban para ser vividas literalmente, de modo que las enseñaron y practicaron tal cual estaban plasmadas. Un folleto valdense decía lo siguiente acerca del verdadero cristianismo:
“Muchos son los falsos cristianos, cegados por el error, que persiguen y aborrecen a los que son buenos, y dejan vivir tranquilamente a los que son falsos engañadores. Pero por esto podemos saber que ellos no son buenos pastores ya que ellos no aman a las ovejas, sino sólo la lana. Las escrituras dicen, y sabemos que es verdad, que si alguien es bueno y ama a Jesucristo, esa persona no maldecirá, ni jurará, ni mentirá, ni tampoco cometerá adulterio, ni matará, ni robará ni se vengará del enemigo. (…) Esto es lo que los pastores deben hacer: predicarle a las personas y orar con ellas, y alimentarlas con la enseñanza que viene de lo alto”.
Aunque los evangelistas valdenses eran perseguidos por las autoridades papales y sabían que les esperaba la tortura y la muerte si los atrapaban, siempre llevaron su sencillo mensaje del reino a todas partes de Europa. Durante casi cuatro siglos, los valdenses habían vivido como animales cazados, sin saber nunca cuándo los ejércitos de la iglesia caerían sobre ellos. Varias comunidades valdenses fueron arrasadas por la espada. Uno de sus últimos baluartes estuvo ubicado en el Valle del Piedmont, junto a los Alpes a lo largo de la frontera entre Francia e Italia. En 1488 y 1489 (sólo treinta años antes de la Reforma) los cruzados del papa cayeron sobre los asentamientos valdenses en los Alpes con una crueldad indecible. Los “santos” cruzados católicos masacraron a todo valdense que encontraron a su paso. Destriparon a los padres y luego lanzaron las cabezas de sus hijos contra las rocas. Ellos hicieron desfilar a los padres hacia su muerte con las cabezas de sus hijos colgadas de sus cuellos.
Pasaron más de mil años de dominio católico en Europa, cuando se extendió por aquel continente uno de los más grandes movimientos religiosos; la reforma vino a conmocionar a la gente y a provocar que la iglesia católica se tambaleara. Este movimiento fue un llamado a volver a las Sagradas Escrituras, por las tantas añadiduras que las autoridades católicas habían impuesto sin fundamento bíblico hasta ese tiempo. Los líderes del movimiento “Martin Lutero y Ulrico Zwinglio” habían comenzado bien en los primeros años de la reforma, se pretendía establecer una iglesia según el modelo Neotestamentario, formada únicamente de creyentes verdaderos como los ejemplos plasmados en la Biblia. Sin embargo, la visión de ellos no estaba en las cosas eternas, y por miedo a que todo fracasara, pusieron la mira en las cosas de esta tierra, fue necesario utilizar el poder del estado para proponer sus ideas, las tinieblas fueron compatibles con las mismas tinieblas y al paso del tiempo estos hombres fundaron “iglesias protestantes del estado” según el modelo del catolicismo, retomando ritos establecidos por dicha religión(como el bautismo de niños), ellos no quisieron ser parte del Reino y ser luz, ellos prefirieron ser parte del gobierno y apagarse.
Pero qué comunión tiene la luz con las tinieblas (2 Corintios 6:14) preguntó el apóstol Pablo. Cuando la luz es, la oscuridad deja de ser, no es posible juntar a la luz y a las tinieblas, no pueden ser al mismo tiempo, no se mezclan, no son compatibles. Un luminar en medio de las tinieblas nos ayuda a ver (esto es la verdad), en cambio las tinieblas no nos dejan ver más allá, nos mantiene ciegos, (esto es la maldad).
En aquellos mismos días aquí y allá por todo el continente europeo vivían hombres y mujeres que no estaban satisfechos con el sistema establecido, ni con los católicos, ni con los protestantes. Para ellos la iglesia de Jesucristo significaba una hermandad de creyentes, quienes habían sido bautizados por su fe en Cristo, y habían salido del mundo y sus maldades para vivir vidas santas, su deseo era tener una iglesia según el Nuevo Testamento para la sociedad del siglo XVl. A tales personas se les llamó Los Anabaptistas, ellos formaron un tercer grupo, además de los católicos y protestantes.
La primera congregación se formó en Zurich Suiza a principios de 1525. Los líderes fueron Conrado Grebel, Felix Manz y Jorge Blaurock, ellos escogieron un camino de peligro, persecución y muerte.
El ejemplo de estos hombres despertó a muchas personas que vivían en oscuridad, los Anabaptistas desechaban el honor de los hombres y las leyes del estado – clero, ellos buscaban agradar a Dios tomando su cruz cada día, “Mejor ser perseguidos por causa de la justicia y ser salvos que jugar a la hipocresía con el mundo y ser condenados” decían. Y es que la persecución por parte de la generación maligna y perversa no se hizo esperar. Los católicos y protestantes estaban al asecho de los Anabaptistas, los cuales se reunían a escondidas en casas de hermanos, en los bosques fríos y cuevas, por las noches, siempre al pendiente de no ser descubiertos por las autoridades de aquella época, quienes los cazaban y apresaban. Por toda ciudad, mercados y plazas se levantaba el humo del fuego de las hogueras, muchas veces en la escena era ejecutado un anabaptista, o dos o tres, eran traídos al frente, con las manos atadas y boca amordazada, sujetados a la pira y pólvora esparcida alrededor, luego el fuego era encendido.
Grandes y pequeños, padres y madres, exsacerdotes y campesinos pobres, eran quemados en la pira, decapitados, ahogados, o enterrados vivos, ¡Al movimiento se le debía hacer alto! Más aún avanzó, y el fuego aún ardió. El clamor de los mártires se alzaba más alto que nunca. Los hermanos se reunían cuándo y dónde podían, en campos, establos, o en algún rincón oscuro de la ciudad.
La visión de los Anabaptistas era muy clara para los que buscaban la verdad, una iglesia de verdaderos y fervientes cristianos, guardando los mandamientos de Dios sin ningún temor o favor de hombres. El ejemplo era el de la iglesia de los Apóstoles, una iglesia sufrida y perseguida, pero triunfante. Menno Simons, uno de los dirigentes anabaptistas más buscado por las autoridades en aquel tiempo escribió: “pero no es tan fácil amar a nuestros enemigos, y hacer bien a los que nos aborrecen, no es tan fácil crucificar nuestra carne malvada con sus deseos impuros, para triunfar sobre el orgullo y codicia. Nosotros debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y en todo nos gobierne por Su Santa Voluntad, lo cual quiere decir que debemos servir a nuestros vecinos con posesiones, casas, graneros, con consejos y aun con nuestra sangre si fuera necesario, para confesar a Cristo ante señores y príncipes, en prisión y cadenas, por palabras y hechos hasta la muerte. Esto es lo que un cristiano debe hacer.”
Sin importar el pensamiento de los Anabaptistas basado esencialmente en las enseñanzas de Jesús, las autoridades del estado decretaron una ley estricta contra el movimiento fiel, este decreto del rey decía que debía ser quemado cualquier obstinado que no admitiera su error (refiriéndose a que los Anabaptistas eran herejes por estar en contra de la iglesia católica) cualquier profeta o predicador debía ser quemado sin miramientos, sin interrogaciones. Pero con aquellos que reconocieran su error debían ser misericordiosos y matarlos con la espada.
Este movimiento no se avergonzó de la verdad del Evangelio de la gloria de Cristo, ellos sentían Su fruto vivo y el poder de Su Espíritu operando en sus corazones, deseaban a través del ejemplo salvar a todo ser humano de la boca del infierno, librarlos de las cadenas del pecado por medio de mostrar la verdad, y con la gracia de Dios añadirlos a Cristo por el Evangelio de paz. Conocían muy bien la verdadera naturaleza del amor de Dios, la semilla que cerca de mil quinientos años atrás había sido sembrada por Jesucristo volvía a germinar como luz resplandeciente.
El poder del testimonio
Hemos visto como a través de la historia, el testimonio de movimientos fieles al caminar cristiano, con su ejemplo de vida iluminaron a distintas generaciones perdidas en tinieblas; los movimientos fieles que analizamos no predicaban con palabras solamente, sino que ponían por obra todo lo que sabían y habían aprendido de Cristo, estaban en luz como Él está en luz (1 Juan 1:7) y esa luz permitió que otros pudieran ver la verdad, no se dejaron dominar por las emociones que el mal les pudiera causar (miedo o tristezas, aunque las sintieron), su mirada no estaba en las cosas terrenales, al contrario, si visión estaba bien puesta en las cosas eternas, “no fueron vencidos de lo malo, sino vencieron con el bien al mal” (Romanos 12:21).
Las corrientes teológicas procedentes de la iglesia católica y protestante han demostrado con sus hechos estar en contra de la única verdad, el registro histórico es prueba de que desde el principio se han dirigido en contra de las enseñanzas de Jesús, han caminado por los caminos espaciosos del hombre, las sendas engañosas corruptas por el mal que conducen a la puerta ancha, por donde pasan todos los que se pierden. Las acciones erróneas de tantas denominaciones supuestamente cristianas no proyectan un ejemplo digno a seguir (el ejemplo de Cristo) lo que predican y lo que viven no concuerda. El hermano David Keeling lo explicó de la siguiente manera en una de sus predicaciones: “A veces basamos tanto nuestro cristianismo en lo que éste puede hacer por nosotros, o como nos va a ayudar de alguna u otra manera. Tenemos que cavar al fondo, para echa eso fuera por completo. Pienso que esa es una de las razones por las que hay muchos ateos en el mundo. Hay tanta gente que no puede creer en Dios o en Jesús porque han visto tantas cosas que no se alinea con la verdad. Así que para ser honestos consigo mismos, tenían que desechar por completo toda la deshonestidad que habían visto, por lo que al ver que había cosas que gritaban en contra de sus consciencias, en vez de pelar la cáscara y cavar para descubrir la verdad, más bien se les hizo más fácil voltearse y decir: “No hay nada allí.” Porque tan pronto como ven que algún cristiano falla, o tan pronto como alguien no vive según sus expectativas, o tan pronto como ellos mismos fallan y ven faltas en sí mismos, eso les da la pauta para abandonarlo todo y aventarlo por la borda, porque piensan que simplemente no va a funcionar, así que sencillamente abandonan el camino, ya que lo único que estaban buscando era una excusa para no tener que cavar por sí mismos”.
Vemos entonces la importancia de ser buen testimonio, de dar un buen ejemplo de vida basado en las palabras de Jesús, para que de esta forma los que no han creído vean una luz en medio de tanta oscuridad, y poder así, ser testimonios fieles de la Verdad del Evangelio. Tenemos el testimonio histórico de muchos cristianos verdaderos que vivieron a la luz de las Palabras del Señor, un cristianismo puro y basado enteramente en la obediencia a Dios que no se conformó a este siglo corrupto (Romanos 12:3), “Por tanto, es apropiado que no sólo seamos llamados cristianos, sino que lo seamos… Nada visible es bueno… La obra no es ya de persuasión, sino que el Cristianismo es una cosa de poder, siempre que sea aborrecido por el mundo”. (Ignacio - 105 d.C.)
En estos tiempos donde cada día crece la maldad y el diablo desea ganar más almas para la perdición en el infierno, hoy que la apostasía está engañando a tanta gente, ahora que la iglesia moderna ha abandonado a Cristo, es el tiempo en el que nos toca llevar el mensaje verdadero de Evangelio, es en este momento cuando tenemos que poner en práctica lo que nos ha enseñado Jesús a través de Sus Palabras, pongamos el ejemplo, seamos testimonio real de la verdadera vida en Cristo, seamos pues luminares en el mundo como lo fueron nuestros antepasados.
Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (Filipenses 2:15)
Por Pedro Santos
Fuentes revisadas:
-Diccionario de la Iglesia Primitiva… de David Bercot, apartado de “El Estilo de vida de los Cristianos” en: www.laiglesiaprimitiva.com
-El Reino que Trastornó el Mundo… de David Bercot, pág. 205. “Los valdenses”
-La Fe por la cual vale morir… de Dallas Witmer “pág. 64 “Testimonio de Anna uyt den Briel”
-La Esposa del Tamborilero y otras Historias… de José Stoll.
(Las dos últimas referencias son fragmentos traducidos al castellano del libro “Espejo de los Mártires” de Thieleman J. Van Braght)
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