El propósito de este escrito es
hacer una breve comparación entre lo qué es la sabiduría y la inteligencia para
Dios y el significado que el mundo le ha dado a estos dos términos. Para lograr
lo anterior, vamos analizar varios
pasajes bíblicos que nos darán una clara perspectiva de lo que se pretende
estudiar:
“Y
Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno
para comer; también el árbol de vida en medio de huerto, y el árbol de la
ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9)
Vemos en este pasaje cómo es
que Dios creó la naturaleza en la que habitaría también el hombre y entre esa
instauración decidió poner el árbol de la vida y el de la ciencia del bien y el
mal, tal vez puso allí esos árboles porque hasta ese momento Dios tenía una
relación directa con el hombre y entonces ese jardín donde Dios permitió que el
hombre habitase era como el cielo eterno. Con respecto a esto dijo Dios:
“mas
del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17)
En este pasaje, Dios está dando
un mandato al hombre diciéndole “No comas de este árbol”, y también le declaró
la consecuencia de no acatar ese mandato advirtiéndole que “moriría”,
entendiendo el significado de morir como separarse, en este caso una separación
entre Dios y el hombre.
“Y
vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y árbol codiciable para alanzar la sabiduría; y tomo de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió asó como ella.”
(Génesis 3:6)
Después de que la serpiente
maligna (satanás) tentó a la mujer y la sedujo para desobedecer a Dios, cambió
la visión de las cosas para el ser humano, eso lo llevó a revelarse contra Dios
y a tomar su propio camino, rechazando la relación de amor obediente con su
Creador. La sabiduría se convirtió en algo codiciable, pero la codicia
no tenía cabida en la relación de Dios con el hombre, por lo tanto, cuando la
visión del hombre cambio y se inclino al mal, eso le trajo una separación de
Dios.
El árbol de la ciencia del bien
y del mal (a los ojos del ser humano) era codiciable para alcanzar la sabiduría
y el hombre en su entendimiento continua queriendo decidir él mismo lo que es
el bien y lo que es el mal, creando un código de valores propio (desobediencia)
y eso le ha mantenido separado de Dios. La Sagrada Escritura en el Nuevo
Testamento dice:
“en
quien tenemos redención por su sangre (Jesús), el perdón de pecados según las
riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría
e inteligencia,” (Efesios 1:7,8)
En el versículo anterior vemos
que existe una correlación entre la gracia
– la sabiduría – y la inteligencia, dice que la gracia de
Dios ha sobreabundado en toda sabiduría e inteligencia para con los que desean
llevar una relación de obediencia en amor con Él. Pero antes de hablar más
acerca de esto, vamos a analizar de qué manera busca la sabiduría y la
inteligencia el hombre que rechaza la gracia de Dios y que por ende no tiene
una relación de obediencia con Él.
El
significado de la inteligencia y la sabiduría para el hombre
¿Qué es la inteligencia para el
hombre?
·
Ser mejor que los demás: en la
sociedad actual impera un ambiente de competencia en todo sentido, el ser
humano tiende a competir con los demás para demostrar que es el mejor, de esa
manera al cumplir su cometido, se hace a la idea de que es más inteligente que
otros.
·
Engañar a los demás: vemos
como el mundo le da el merito de inteligente a aquel hombre que en su astucia
realizó un acto de engaño, que se robó algo o que lo oculto y nadie se dio
cuenta, entonces las personas dicen “oh que ingenioso e inteligente, nadie se
dio cuenta de su engaño”
·
Tener más que los demás: la
mente material se ha adueñado del hombre, y ahora el énfasis y el fin común es
la búsqueda de bienes materiales, (sí él tiene esto, entonces yo también)
incluso existen corrientes filosóficas como “el darwinismo social” que proponen
la idea de que el hombre que tiene la capacidad de adaptación en la sociedad es
aquel que tiene el talento para producir más riqueza que los demás, de tal
manera que los que no tienen dicha capacidad deben ser erradicados. Un ambiente
de competencia impera en este mundo.
Estas
tres cosas que analizamos anteriormente podemos traducirlas de la siguiente
manera:
¿Qué es
la sabiduría para el hombre?
·
Saberlo todo: el
ser humano tiende a querer saberlo todo, pretende que de esa manera obtendrá la
sabiduría, cuando logra obtener un conocimiento nuevo acerca de algo, todavía
no asimila ese conocimiento cuando ya desea saber más y más, como una “gula de
conocimiento” insaciable.
·
No equivocarse: el
temor a equivocarse a llevado al hombre a codiciar aquel conocimiento que aun
no posee, la mentalidad del hombre que induce a pensar que equivocarse es
sinónimo de debilidad e incapacidad lo ha llevado a la soberbia, porque aun
cuando da cuenta de que está mal porque alguien más se lo hizo saber, él quiere
pensar lo contrario “yo estoy bien”.
·
Llenándose de conocimiento: el
hombre quiere saber mucho, llenarse de conceptos y términos, saber toda la
teoría, pero se olvida de la práctica; uno de mis hermanos acuñó un término a
esta actitud del hombre y llamó “bulimia religiosa” a ese afán por llenarse de
conocimiento y después írselo a vomitar a alguien que esté dispuesto a escuchar
hora tras hora tanta palabrería. El hombre piensa que la sabiduría se obtiene a
través del acaparamiento de teoría referente
cualquier tema.
Estas
tres cosas que analizamos anteriormente podemos traducirlas de la siguiente
manera:
Después de haber mencionado
algunas de las formas en las que el hombre busca la sabiduría y la
inteligencia, ahora vamos a analizar varios pasajes bíblicos que hablan acerca
de la diferencia entre la sabiduría de este mundo y la que pertenece al Señor,
comenzaremos en Tito 2:11-14 que dice:
“Porque
la gracia de Dios se ha manifestado
para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente”
La gracia que Dios ha hecho
sobreabundar en toda sabiduría e inteligencia y que ha sido manifestada a los
que desean seguir al Señor, es la que nos enseña a renunciar a la manera en la
que el hombre equivocadamente busca obtener la sabiduría y la inteligencia; nos
enseña a no querer ser mejor que los demás con un deseo perverso de
competencia, a no engañar a los demás, a no pensar que teniendo más que los
demás somos superiores, a no ambicionar saberlo todo (gula de conocimiento), a
no tener temor a equivocarnos (equivocarse trae aprendizaje, pero no se trata
tampoco de caer siempre en los mismos errores), a no estar afanado en llenarnos
de conocimiento todo el tiempo (bulimia religiosa).
La
sabiduría de este mundo
El Apóstol Pablo escribió
continuamente acerca de este tema, y es que desde tiempo antiguo la sabiduría
de este mundo que da pie a filosofías que se desvían del camino verdadero era
pregonada por los paganos, sin embargo Pablo manifestó lo siguiente: “Porque nuestra gloria es esta, el
testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez
y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia
de Dios, nos hemos conducido en este mundo, y mucha más con vosotros” (1
Corintios 1:12) en este pasaje nos damos cuenta de la diferenciación que se
hace con respecto a las maneras existentes de conducirse en el mundo, una
manera es con la sabiduría humana que lleva a lo que anteriormente revisamos
(impiedad y deseos mundanos) cosas que no agradan a Dios y por lo tanto
eliminan toda posibilidad de agradarle y encontrar la verdad; la otra
manera es con sencillez y sinceridad de Dios, aspectos que tienen que ver con
parte de Su carácter bondadoso y que manifiestan al mismo tiempo Su gracia, que
como volveremos a mencionar es la que nos ha hecho renunciar a los caminos por
los que el hombre busca el conocimiento. El mismo Pablo dijo que esas
filosofías (las de la sabiduría humana) están impregnadas de huecas sutilezas,
están vacías, porque se rigen de rudimentos mundanos conforme a tradiciones de
este siglo y no conforme a Cristo. (Colosenses 2:8)
En 1ra carta a los Corintios se
habla acerca de lo que piensa Dios acerca de los sabios de este mundo, que han
maquinado perversas ideas enfocadas en el egoísmo y en la perdición (aunque
superficialmente no se alcance a notar dicha intención), dice en capitulo 1
versículos del 19 al 25: “Pues está
escrito: Destruiré la sabiduría de los
sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el
sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha
enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la
sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la
predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;
pero nosotros predicamos a Cristo crucificado (la cruz), para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así
judío como griego, Cristo poder de Dios, y sabiduría
de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo
débil de Dios es más fuerte que los hombres.”
Cosa extraña era para los
filósofos de Atenas aquello que les predicó Pablo (Hechos 17:18-21), así mismo
en este tiempo, muchas personas que sin siquiera saberlo se han conformado al
pensamiento e ideas que tienen como raíz la sabiduría de este mundo
(filosóficas, educativas, conductuales, económicas, salubres, etc.) consideran
que es una locura vivir como a Dios le agrada y por eso rechazan cualquier cosa
que tenga que ver con alinearse a la Voluntad del Señor, esto es, tomar su cruz
cada día y seguirle dejándolo todo atrás. Debido a esto las personas rigen sus
vidas con base en la sabiduría humana, y por estar cada vez más alejados de
Dios, se olvidan de: la sencillez, la sinceridad, la bondad, la misericordia,
el amor, la justicia, la paciencia, la sobriedad, la piedad, cosas de las
cuales se agrada Dios. De todas estas cosas se olvida el hombre que se ha
inmiscuido en las filosofías y corrientes de pensamiento mundanas.
Sin embargo la Palabra de Dios
advierte: “Nadie se engañe a sí mismo; si
alguno entre vosotros se cree sabio en
este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito
está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor
conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos”. (1 corintios
3:18-20) Cualquier corriente de pensamiento humano es vana para Dios, y aunque
esto pueda sonar arrogante es la verdad. Sólo miremos con atención hacia donde
se inclina cada una de las teorías filosóficas, sociológicas y pedagógicas de
este mundo y descubriremos que están enfocadas en inculcarle al hombre una mentalidad
positivista, en la cual sólo tiene que creer en lo que se ve y se puede
palpar, rechazando aquella certeza de lo que se espera y la convicción de lo que
no se ve (la fe); todo esto es absurdo para el Señor (y por eso lo rechazamos).
El mismo Santiago en su epístola a las doce tribus menciona que la sabiduría
terrenal, la que no viene de lo alto, es animal y diabólica. (Santiago 3:14-17)
La
sabiduría que viene de lo alto
Ya hemos hablado acerca de la
sabiduría de este mundo, ahora nos enfocaremos en la verdadera sabiduría, en la
sabiduría de Dios, pero ¿Cuál es está sabiduría? Primeramente vamos a leer de 1
Corintios 2:6,7 para darnos una idea de los principios que rigen a dicha
sabiduría:
“Sin
embargo, hablamos sabiduría entre
los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que
perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios
en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes
de los siglos para nuestra gloria,”
La verdadera sabiduría está
oculta a los ojos de las personas que se han conformado a los preceptos de este
siglo corrupto, cuyas filosofías se han empeñado en mantener cegados de la
verdad a los seres humanos. El conocimiento de la verdad que lleva a la
sabiduría es un misterio para el hombre carnal, un tesoro oculto que nunca
encontrará, un conocimiento que abarca cosas que no puede entender por la
dureza de su corazón. En Colosenses 2:2-4 dice que en Cristo están escondidos
todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, por lo tanto, si una
persona no permanece en Cristo (1 Juan 2:6 y 3:6,24) no puede aspirar nunca a
obtener la verdadera sabiduría, como la obtuvo Justino Mártir después de haber
conocido tantas formas de pensamientos humano.
Podemos hacer un breve
comparativo entre los principios que gobiernan a cada una de las sabidurías de
las que hemos hablado en este escrito:
Un pasaje muy conocido nos dice
en qué lugar se encuentra esa sabiduría e inteligencia que a los ojos del mundo
son ocultas; veamos pues de que habla este:
“Ciertamente
la plata tiene sus veneros, Y el oro lugar donde se refina. El hierro se saca
del polvo, Y de la piedra se funde el cobre. A las tinieblas ponen término, Y
examinan todo a la perfección, Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de
muerte. Abren minas lejos de lo habitado, En lugares olvidados, donde el pie no
pasa. Son suspendidos y balanceados, lejos de los demás hombres. De la tierra
nace el pan, Y debajo de ella está como convertida en fuego. Lugar hay cuyas
piedras son zafiro, Y sus polvos de oro. Senda que nunca la conoció ave, Ni ojo
de buitre la vio; Nunca la pisaron animales fieros, Ni león pasó por ella. En
el pedernal puso su mano, Y trastornó de raíz los montes. De los peñascos cortó
ríos, Y sus ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los ríos en su nacimiento, E
hizo salir a luz lo escondido. Mas ¿dónde
se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia?
No conoce su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes.
El abismo dice: No está en mí; Y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir, Ni
con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante, Ni
se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas; La sabiduría es mejor que las piedras
preciosas. No se igualará con ella topacio de Etiopía; No se podrá apreciar
con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la
sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta
está a los ojos de todo viviente, Y a toda ave del cielo es oculta. El
Abadón y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios entiende el camino de ella, Y
conoce su lugar. Porque él mira hasta los fines de la tierra, Y ve cuanto hay
bajo los cielos. Al dar peso al viento, Y poner las aguas por medida; Cuando él
dio ley a la lluvia, Y camino al relámpago de los truenos, Entonces la veía él,
y la manifestaba; La preparó y la descubrió también. Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la
sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.” (Job
28)
Es muy posible que después de
estar profundizando en cuál es la verdadera sabiduría e inteligencia en
comparación con las falsas ideas de este mundo, nos imaginábamos que
encontraríamos un tratado especializado en el tema del que estamos hablando, en
dónde leeríamos la respuesta de Dios acerca de dónde encontrar esa sabiduría
verdadera; no obstante, el Señor simple y sencillamente dice: “La
sabiduría es el temor a Mí, y la inteligencia es apartarse del mal” y
es que sí ponemos atención y reflexionamos acerca de esto: ¿A que nos lleva el
temor del Señor? a obedecerle y cumplir con sus estatutos, a hacer la voluntad
de Dios, al vivir de esa manera obtenemos la capacidad de ser sabios en todas
las cosas que hagamos cotidianamente en este mundo y ¿A qué nos lleva
apartarnos del mal? a no hacer lo malo, sino tener una inclinación hacia lo
bueno, hacia lo que Dios estableció y que al hombre le es para bien (sí lo
acata). Contrario a la sabiduría de este mundo, la sabiduría que viene de lo
alto es la que nos enseña cómo vivir en este mundo obscuro (andar en la luz),
la sabiduría de este siglo sólo mantiene a las personas en tinieblas.
Conclusión
A través de los años, el hombre
se empeña en cambiar el significado de los que Dios crea, por ejemplo: Dios
creó la sabiduría y el hombre la
convirtió en un deseo mundano codiciable a los ojos (aunque ni siquiera es algo
material que se pueda ver); Dios creó la inteligencia
y el hombre egoístamente la convirtió en impiedad; Dios creó el matrimonio para que el hombre y la
mujer fueran una sola carne, tuvieran hijos y se mantuvieran en el orden que
Dios estableció, pero el hombre convirtió el matrimonio en un contrato social
para que en común acuerdo trabaje junto con la mujer para lograr sus propios
deseos y ambiciones, descuidando a los hijos (si es que los tienen) y viviendo
en desorden ante el Señor; Dios creó la naturaleza
para proveer al hombre un lugar donde habitase y el ser humano se ha
dedicado a destruirla aprovechando los recursos que de ésta obtiene para
producir en exceso distintos productos (la mayoría innecesarios) que le reditúen
altas ganancias monetarias; Dios creó la autoridad
y el hombre toma el mal testimonio de los gobiernos de este mundo, que han
hecho un mal uso de la espada que Dios les otorgo (Isaías 10:1-4), para
justificarse y pensar que la autoridad es mala, al mismo tiempo eso lo ha
llevado a crearse una imagen falsa de un Dios tirano e implacable que lo único
que desea es castigar al hombre, quien sin importar lo que haga, no puede
satisfacer la ira de Dios (aunque haga lo bueno), cuando más bien se trata de
una autoridad justa de Dios que pagará a cada uno según sus actos en este mundo;
Dios creó la educación o formación
para las personas, ese privilegio fue dado a los padres de familia (formar en
casa a los hijos), pero el hombre ha distorsionado totalmente el significado de
la educación y lo transformo en una programación,
dándole el poder al gobierno de que con base en un sistema secular se eduque a
sus hijos.
Vemos las consecuencias en
estos tiempos malos, de que el hombre mundano se ha dedicado cambiar el significado de lo que Dios crea,
dando como resultado una “perversa
generación” encaminada al mal, que busca la sabiduría y la inteligencia en
cosas que perecerán, aun así la Palabra de Dios permanecerá para siempre y
sigue manifestando a los hombres que: “Con Dios está la sabiduría y el poder, suyo
es el consejo y la inteligencia” (Job 12:3), por lo cual amados, desde
el día en que sabemos de estas cosas, no cesemos de orar, y pedir que seamos
llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andemos como es digno
del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo
en el conocimiento de Dios.
(Colosenses 1:9,10) AMEN…
Por
Pedro Santos
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