martes, 23 de julio de 2013

Luminares en el mundo

(Recopilación de testimonios fieles)



“Señor, tú nos has sido refugio

De generación en generación”. (Salmos 90:1)

Hay innumerables ejemplos de vida en este mundo que a las personas les son de muestra o modelo a seguir, testimonios de personas que a los ojos de la sociedad han logrado trascender y son consideradas muy aparte del resto de la gente; estos modelos a seguir marcan la vida de las personas, llegando al punto de vivir por ese paradigma o legado y morir por una causa que parece justa (tomando el ejemplo de las acciones de algún personaje histórico que obtuvo tal logro en este mundo). En este mundo nacen cada vez más filosofías enfocadas en inculcar a los seres humanos un estilo de vida que los distinga de los demás, es por eso que en la sociedad encontramos grupos multiculturales que se diferencian unos de otros con base en sus ideas y estilos de vida, con ciertos patrones que no comparten entre sí, pero también con otros aspectos que son compatibles entre dichas agrupaciones. Todas estas comunidades sociales de alguna u otra manera pertenecen al sistema de este mundo.

Pero qué hay de los cristianos, si, qué hay de esas personas que no se acoplan a ninguno de estos sectores sociales, a ninguna contracultura o filosofía del mundo, a ninguno de los pensamientos humanos que han dejado huella y un modelo a seguir, qué hay pues de esos que al parecer están totalmente en contra del sistema que este mundo ha preparado para las personas que lo habitan, de aquellos que no platican mucho, de los que son vistos como “bichos raros” porque tienen un pensamiento que no concuerda con ninguno de los pensamientos existentes en dicho sistema, no compartiendo ningún patrón ni aspecto de forma de vida con los demás, de los que “caen mal” porque se entrometen en la vida de los demás alzando un mensaje en los parques, mercados o eventos sociales. ¿Qué hay de ellos? Este artículo tiene la finalidad de mostrar “el estilo de vida de los cristianos” no de los que se dicen serlo, sino de los que realmente llevan una vida entregada a vivir conforme a las enseñanzas de Cristo; para esto, se han tomando como referente algunos movimientos fieles que a través de la historia demostraron con sus hechos, vivir un cristianismo verdadero, mediante este estilo de vida se pretende mostrar la verdadera y única filosofía de vida, la luz de esperanza que generación tras generación por medio del testimonio y ejemplo ha resplandecido en medio de la maldad. Cabe mencionar que este escrito de recopilaciones no inquiere la aprobación de los hombres como muchas contraculturas y filosofías buscan, el cristiano busca la aprobación de Dios.

Un escritor entre los años 125 y 200 d.C. escribió las siguientes palabras: Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Porque no residen en ciudades propias, ni usan una lengua distinta, ni practican alguna clase de vida extraordinaria... Pero si bien residen en ciudades de griegos y bárbaros, según ha dispuesto la surte de cada uno, y siguen las costumbres nativas en cuanto a alimento, vestido y otros arreglos de la vida, pese a todo, la constitución de su propia ciudadanía, que ellos nos muestran, es maravillosa (paradójica), y evidentemente desmiente lo que podría esperarse. Residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desquitan de su descendencia. Celebran las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Se hallan en la carne, y, con todo, no viven según la carne. Su existencia está en la tierra, pero su ciudadanía está en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes con sus propias vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos. No se hace caso de ellos, y, pese a todo, se les condena. (Epístola a Diogneto)

Vida irreprensible y sencilla

En estos días existe mucha confusión e ignorancia con respecto al cristianismo, muchas personas en el mundo profesan ser cristianas, como si esto fuera lo mismo a pertenecer a club social, institución civil u organización popular. Multitudes se dicen ser cristianos, profesando doctrinas que ni siquiera están plasmadas en la Palabra de Dios. Las corrientes reformadoras del siglo XVl trajeron consigo este montón de divisiones o sectores denominacionales, por eso escuchamos de tantas iglesias, “que los testigos, que los bautistas, que los pentecostales, que los mormones, etc.”. Cada una con un sinfín de métodos erróneos que están conformados al sistema de este mundo y no al Reino Verdadero del Señor. Ser cristiano no es: reunirse ciertos días a la semana para leer la Biblia, cantar alabanzas, gritar gloria a Dios en grandes conciertos de supuesta música cristiana, no es pertenecer a una iglesia institucionalizada, ni organizar eventos multicongregacionales, tampoco es caerle bien a todos, ser reconocido o saber mucho de la Sagrada Escritura. 

La vida del cristiano en el mundo es algo fuera de lo común, no tiene nada que ver con nada de este sistema, su base de enseñanza no está en la sabiduría del mundo, ni en la elocuencia, la vida del cristiano se basa más bien en la Fe autentica de la cruz (hacernos a la Voluntad de Dios) y en una vida honesta. Ser cristiano sencillamente es poner en práctica las enseñanzas de Jesús.

Desde el principio Cristo dio un mandato a sus seguidores en cuanto a que los hombres deben despreciar la vida que las muchedumbres buscan con ambición y que seamos cuidadosos en vivir acorde a los mandatos de Dios, una vida sencilla despojada de los afanes de este mundo en el cual reina la maldad. Según la palabra del Señor este camino es realmente estrecho, pues la mayoría de las personas son amantes de lo material y de satisfacer su carne y muchos no pueden soportar caminar por dicha senda. (Mateo 7:13,14)

Hasta este tiempo, Jesús sigue siendo objeto de falsos testimonios y mientras exista el mal entre los hombres esto no dejará de suceder. Por esa razón, los verdaderos discípulos de Cristo deben mostrar con base en el ejemplo de vida, que la realidad es otra, muy distinta a la que muchos están viviendo (en tinieblas). Mostrar con hechos que realmente se puede vivir separado del mundo es un testimonio mucho más poderoso que cualquier falso argumento o calumnia; Muchos se justifican y expresan que esa vida no es posible, y para sostener aun más esa justificación, toman los malos testimonios de personas que se dicen ser cristianas pero que realmente no están viviendo conforme a la Voluntad de Dios, sus hechos muestran que aún siguen viviendo para el mundo y no para el Señor. Estas personas no dan buen testimonio de lo que es la verdadera vida cristiana, no hay en ellos una vida entregada al servicio del Creador, todavía hay lugar en sus corazones a pequeños aspectos de este mundo, solamente son cristianos de palabra mas no lo son en la práctica. 

Sin embargo, lo anterior no es excusa para los que rechazan el Señorío de Dios, ningún mal testimonio que vean será una justificación válida para no obedecer a Dios, porque el que realmente está buscando la verdad sin importar que esto le cueste perder su vida en este mundo, no tratará de justificarse con los actos de alguien que no está obedeciendo de corazón al Señor, esto no le excusará de no haber entregado su corazón y renunciado a la impiedad. Marco Minucio Félix (200 d.C.) expresó de la siguiente manera algunas características que distinguen a los verdaderos cristianos de los demás: “Así pues, los cristianos nos distinguimos fácilmente no por una marca corporal, como creen, sino por el signo de la inocencia y de la modestia; nos amamos unos a otros, lo cual les aflige, porque no sabemos odiar; y nos llamamos hermanos, cosa que les produce envidia, como es propio de hombres que tienen a un único Dios por padre, que son partícipes de la misma fe y coherederos de la esperanza”.

El testimonio de la sencillez es de gran impacto para las personas que no conocen a Dios, Clemente de Alejandría lo dijo así: “La sencillez es la más rica de la posesiones”. En estos tiempos la gente vive pensando únicamente en las cosas materiales, en los beneficios ciudadanos, en sus derechos, etc. Este pensamiento humanista ha traído una corriente de distracción en cuanto a las cosas realmente importantes, lo espiritual ha sido pospuesto, ya no es tan importante, el hombre sueña y ambiciona lo que este mundo le ofrece, sin darse cuenta de que esas mismas cosas han sido creadas para mantenerle controlado y distraído, concentrado en cuestiones que no le llenarán el vacío que siente. Los medios de comunicación que abundan en los hogares juegan un papel muy importante en esta distracción. Por ejemplo, lo proyectado en la televisión tiene que ver esencialmente con una vida llena de lujos y placeres vanos, eso contamina al ser humano, lo hace anhelar una vida cómoda, sin esfuerzo, una vida dependiente de sus bienes, la tecnología ha traído tantos supuestos avances para bien de la sociedad, que la misma sociedad cada día depende más de la misma y cada día busca menos a Dios. El enfoque actual de la ciencia es asegurar la vida en este mundo, y las personas caen en tal engaño y temen perder su vida, buscan asegurarla con los inventos científicos, olvidan que nadie tiene potestad sobre la vida más que El que la ha dado. Nadie quiere una vida sencilla, eso ya no es para estos tiempos.

La vida sencilla nos enseña a ser autosuficientes en los deberes cotidianos, a no apreciar lo innecesario y a estar libre de las preocupaciones que este mundo inculca y al mismo tiempo utiliza para atrapar al hombre, Jesús enseñó en el Sermón del Monte que no debemos preocuparnos por el día de mañana (ver Mateo 6:25-34 y Lucas 12:22-31)“El que se ha comprometido a seguir a Cristo, debe elegir una vida sencilla, sin necesidad de servidores, y vivir el día”. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.) Sabemos muy bien que en este mundo disponemos de muchas cosas materiales que para la vida según el mundo nos harán muy felices, pero quien ha decidido seguir el camino de Cristo debe vivir prácticamente como un extranjero, es decir, dejar todo lo innecesario, despojarse de los bienes que le atan y que le crean un lazo para impedir su libertad. Cuántas personas viven soñando acerca de tener un patrimonio, un buen auto, una casa bonita, una vida cómoda, anhelando que algún día se acaben los problemas financieros, “no suena tan mal verdad”, pero el costo por vivir cómodamente y sin dificultades en este reino es perderse por la eternidad, Cristo dijo claramente a sus discípulos en Lucas 12:15: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Y también que cualquiera que no renunciara a todo lo que posee, no podía ser su discípulo. (Lucas 14:33). El testimonio de vida de los primeros cristianos es acorde al mensaje y a las palabras de Jesús, podemos notarlo en sus escritos, por ejemplo, Atenágoras (175 d.C.) escribió lo siguiente: “Teniendo, pues, esperanza en la vida eterna, despreciamos las cosas de la vida presente y aun los placeres del alma.” Esto también concuerda con el testimonio de Pedro Valdo en el año 1170, quien después de haber escuchado lo que dice el capítulo 19 de Mateo acerca del joven rico. “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” (Mateo 19.21), se dio cuenta de que su riqueza no valía nada y que de hecho, parecía como una cadena muy pesada alrededor de su cuello. Y en un momento de gozo y alegría espiritual, Pedro Valdo decidió de pronto liberarse de las pesadas cadenas de la riqueza. ¡Ahora sería un discípulo de Cristo! y ¡Disfrutaría los deleites del tesoro celestial!... Otro testimonio compatible con los anteriores es de es de Anna uyt den Briel quien en el año 1539 rumbo a su muerte dijo al gentío allí congregado: —Aquí tengo un niño de quince meses. ¿Quién lo quiere? Voy a dar todo mi dinero al que le da un hogar (Anneken era de una familia adinerada, pero había dejado todo para servir a Jesús y por esa Fe fue condenada a ser ahogada por los dirigentes de la iglesia católica romana) Un panadero con seis hijos tomó al niño entonces, junto con el bolsillo de dinero. Las palabras del Único Maestro fueron comprendidas de manera muy literalmente por los testimonios mencionados. 

Las iglesias institucionalizadas al igual que los gobiernos del mundo buscan poder, dinero, control y demás afanes que nada tienen que ver con las enseñanzas de Jesús.

El testimonio como una luz en contraste con una generación maligna y perversa

“Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”. (Lucas 11:36)

Jesús vino a este mundo a predicar con el ejemplo, Él enseño a sus discípulos la forma en la que debemos conducirnos en este mundo donde ya no había forma de librarse del mal; el Apóstol Juan escribió en una de sus cartas lo siguiente: “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra”.(1 Juan 2:8) Cristo vino a hacer una luz verdadera que por medio del ejemplo iluminó a los demás, alumbró como luminar en un mundo cubierto por tinieblas. La generación maligna rechazó esto, su ceguera no pudo percibir la luz y en cambio impugnó las enseñanzas del Señor, esa generación terminó matándolo. Desde los tiempos de Caín ha existido una generación maligna y perversa en este mundo, una generación que desprecia el Señorío de Dios y que ha decidido tomar su propio rumbo a la perdición. 

El propósito de Dios se cumplió con la venida de Su hijo Unigénito, y aunque muchos rechazaron la luz, la semilla ya se había sembrado en esta tierra y la verdad germino en muchos corazones obedientes que sí percibieron la luz. Desde entonces han existido en el mundo movimientos cristianos fieles a la Palabra Verdadera, quienes han tomado las enseñanzas del Señor de manera muy literal en sus vidas, tal cual como están plasmadas en la Biblia sin excepciones ni añadiduras, siguiendo el ejemplo de quien vino a romper las cadenas del pecado. “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. (Juan 3:19-21)

Un movimiento fiel en los primeros años después de la muerte del Señor Jesús fueron los Cristianos Primitivos, estos fueron enseñados directamente por los Apóstoles de Cristo, los cristianos primitivos predicaron con el ejemplo, rechazaron la filosofía griega conformada a los rudimentos del mundo y al pensamiento humano, también rechazaron vivir conforme a las leyes del estado romano, y en cambio prefirieron vivir conforme a la Sana Doctrina de Dios. Según el mismo Atenágoras entre los primeros cristianos habían personas sencillas, y artesanos, que si bien estaban en una condición analfabeta, sin importar esto, mostraban con sus obras que habían hecho una buena elección (al decidir caminar con Cristo y seguir Su ejemplo de vida), manifestándolo con buenas acciones: no golpeando a los que los golpeaban, no llevando a los tribunales a los que los despojaban de sus bienes, dando al que pedía y amando al prójimo como a sí mismos, y estando convencidos de que de toda esta vida presente habían de dar cuentas a Dios (Creador de todo) escogían la vida moderada, piadosa y despreciada.

La generación perversa que vivió en esa época persiguió a los cristianos, muchas veces sin motivo alguno, y se gozaban en ver cómo los llamados “herejes” (estos es porque no creían en los dioses paganos de los griegos y los romanos) eran apresados injustamente y después llevados ante el emperador, quien dictaba la sentencia cruel de ser devorados por leones hambrientos en los coliseos, ante la multitud ebria de la sangre inocente, de hombres piadosos, mujeres y niños cuyo delito era seguir a Cristo. Un historiador llamado Tácito (100 d.C) lo describió así: “Su ejecución (la muerte de los cristianos) constituyó una diversión pública; fueron cubiertos con las pieles de fieras y después devorados por perros, crucificados o llevados a la pira y quemados al venir la noche, iluminando la ciudad”. Y esto ocurría a pesar de que los cristianos “Eran sinceros y sencillos, y libres de la malicia, No se cansaban de obrar bien, sino que estaban dispuestos para toda buena obra” - Clemente de Alejandría (30 – 100 d.C.) La primeria iglesia sabía bien que al imitar con fervor la vida de los profetas y obtener su espíritu, serían deshonrados en el mundo y a la vista de los pecadores, pues para ellos (los pecadores) según Orígenes (245 d.C.) la vida del hombre justo es una carga. Estos cristianos resplandecieron de tal manera en el mundo.

Existió otro movimiento después de los Cristianos Primitivos; para el año 1170 surgieron Los Valdenses, este movimiento predicó el evangelio sencillo del reino. Y aunque eran un grupo pequeño de creyentes con la misma visión, su honestidad y su ejemplo de fe tocaron muchas vidas. Su deseo fue tomar cada aspecto de las enseñanzas de Jesús de forma literal y con seriedad. Ellos simplemente quisieron vivir un cristianismo auténtico y compartir su gozo con otros, sencillamente predicaron el mismo mensaje que Jesús había predicado, llevando dicho mensaje a las iglesias (católicas), a las plazas públicas y a los mercados. Uno de los primeros discípulos de Pedro Valdo (quien comenzó dicho movimiento fiel) escribió: “La decisión que hemos tomado es la siguiente: mantener hasta la muerte la fe en Dios (…) Hemos decidido predicar con toda libertad, conforme a la gracia que hemos recibido de parte de Dios. Esto no lo dejaremos de hacer bajo ningún concepto”. El movimiento fiel del que estamos hablando, animaba públicamente a las personas a que entregarán su vida Dios, de igual manera como sus antepasados fieles a las enseñanzas de Jesús, sabían muy bien que el testimonio y ejemplo de vida era de suma importancia para demostrar que era posible vivir conforme a la Voluntad de Dios, ellos estaban siendo luz en medio de las tinieblas.

Sin embargo, no tardó en presentarse la inconformidad de la generación maligna y perversa. Los dirigentes de la iglesia católica de aquel tiempo demostraron intolerancia en cuanto a la predicación libre y pura de los valdenses, consideraban peligroso que se predicará la verdad del Evangelio en las calles y terminaron prohibiendo que dicha predicación se llevara a cabo. Aun así, Pedro Valdo consiente de la importancia de llevar el verdadero mensaje del Evangelio a las personas y predicar con el ejemplo, respondió a dicha prohibición de la siguiente manera: “Por el contrario, predicar pertenece a todos los que eligen vivir verdaderamente como los apóstoles de Jesús” y en otra ocasión dijo ““Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.). El movimiento valdense continuó predicando públicamente como lo habían hecho anteriormente. 

Por esta razón los miembros del clero, después de escuchar lo que respondió Pedro Valdo con respecto a esto, se pusieron furiosos e hicieron que las autoridades civiles desterraran permanentemente de Lyón a este movimiento fiel. Sin embargo, esto no desalentó el celo de estos predicadores del reino en lo más mínimo. Al igual que los apóstoles, ellos se regocijaron de ser perseguidos en el nombre de Cristo. Por tanto, ahora viajaban por todo el sur del país, predicando el evangelio del reino en las calles y en los mercados. También escribían folletos y organizaban debates públicos. 

La Iglesia Católica no demoró en reaccionar. En el año 1184, el Concilio de Verona condenó a los valdenses como desertores peligrosos. Un colaborador de la iglesia católica escribió lo siguiente acerca de Los Pobres de Espíritu: “Estas personas no tienen moradas fijas, sino que viajan de dos en dos, descalzos y vestidos con túnicas de lana. Ellos no son dueños de nada, sino que comparten todo en común, siguiendo la costumbre de los apóstoles. Desnudos, ellos siguen a un Cristo desnudo. Sus inicios son extremadamente humildes, pues todavía no tienen muchos seguidores. Sin embargo, si los dejamos a sus maquinaciones, terminarán echándonos a todos”. Este es el pensamiento de generación perversa rechazando la luz verdadera, finalmente en el año 1190, la Iglesia condenó a los valdenses como herejes, exponiéndolos a la represión despiadada y la muerte.

Los valdenses no promovieron ningún tipo de creencias teológicas complicadas. Su sistema de creencia fue esencialmente el Evangelio del Reino. Al conocer a fondo las enseñanzas de Jesús, ellos enseñaban que nosotros los seres humanos somos capaces de hacer elecciones, y somos responsables por las elecciones que hacemos. Cada uno debe tomar la decisión de vivir según las enseñanzas de Cristo, y luego ser fiel a esa decisión. “Nadie puede ser un verdadero cristiano”, decían, “si de veras no ha rendido su vida al señorío de Cristo”. Ellos se dieron cuenta de forma acertada que las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias y que estaban para ser vividas literalmente, de modo que las enseñaron y practicaron tal cual estaban plasmadas. Un folleto valdense decía lo siguiente acerca del verdadero cristianismo:

“Muchos son los falsos cristianos, cegados por el error, que persiguen y aborrecen a los que son buenos, y dejan vivir tranquilamente a los que son falsos engañadores. Pero por esto podemos saber que ellos no son buenos pastores ya que ellos no aman a las ovejas, sino sólo la lana. Las escrituras dicen, y sabemos que es verdad, que si alguien es bueno y ama a Jesucristo, esa persona no maldecirá, ni jurará, ni mentirá, ni tampoco cometerá adulterio, ni matará, ni robará ni se vengará del enemigo. (…) Esto es lo que los pastores deben hacer: predicarle a las personas y orar con ellas, y alimentarlas con la enseñanza que viene de lo alto”.

Aunque los evangelistas valdenses eran perseguidos por las autoridades papales y sabían que les esperaba la tortura y la muerte si los atrapaban, siempre llevaron su sencillo mensaje del reino a todas partes de Europa. Durante casi cuatro siglos, los valdenses habían vivido como animales cazados, sin saber nunca cuándo los ejércitos de la iglesia caerían sobre ellos. Varias comunidades valdenses fueron arrasadas por la espada. Uno de sus últimos baluartes estuvo ubicado en el Valle del Piedmont, junto a los Alpes a lo largo de la frontera entre Francia e Italia. En 1488 y 1489 (sólo treinta años antes de la Reforma) los cruzados del papa cayeron sobre los asentamientos valdenses en los Alpes con una crueldad indecible. Los “santos” cruzados católicos masacraron a todo valdense que encontraron a su paso. Destriparon a los padres y luego lanzaron las cabezas de sus hijos contra las rocas. Ellos hicieron desfilar a los padres hacia su muerte con las cabezas de sus hijos colgadas de sus cuellos.

Pasaron más de mil años de dominio católico en Europa, cuando se extendió por aquel continente uno de los más grandes movimientos religiosos; la reforma vino a conmocionar a la gente y a provocar que la iglesia católica se tambaleara. Este movimiento fue un llamado a volver a las Sagradas Escrituras, por las tantas añadiduras que las autoridades católicas habían impuesto sin fundamento bíblico hasta ese tiempo. Los líderes del movimiento “Martin Lutero y Ulrico Zwinglio” habían comenzado bien en los primeros años de la reforma, se pretendía establecer una iglesia según el modelo Neotestamentario, formada únicamente de creyentes verdaderos como los ejemplos plasmados en la Biblia. Sin embargo, la visión de ellos no estaba en las cosas eternas, y por miedo a que todo fracasara, pusieron la mira en las cosas de esta tierra, fue necesario utilizar el poder del estado para proponer sus ideas, las tinieblas fueron compatibles con las mismas tinieblas y al paso del tiempo estos hombres fundaron “iglesias protestantes del estado” según el modelo del catolicismo, retomando ritos establecidos por dicha religión(como el bautismo de niños), ellos no quisieron ser parte del Reino y ser luz, ellos prefirieron ser parte del gobierno y apagarse.

Pero qué comunión tiene la luz con las tinieblas (2 Corintios 6:14) preguntó el apóstol Pablo. Cuando la luz es, la oscuridad deja de ser, no es posible juntar a la luz y a las tinieblas, no pueden ser al mismo tiempo, no se mezclan, no son compatibles. Un luminar en medio de las tinieblas nos ayuda a ver (esto es la verdad), en cambio las tinieblas no nos dejan ver más allá, nos mantiene ciegos, (esto es la maldad).

En aquellos mismos días aquí y allá por todo el continente europeo vivían hombres y mujeres que no estaban satisfechos con el sistema establecido, ni con los católicos, ni con los protestantes. Para ellos la iglesia de Jesucristo significaba una hermandad de creyentes, quienes habían sido bautizados por su fe en Cristo, y habían salido del mundo y sus maldades para vivir vidas santas, su deseo era tener una iglesia según el Nuevo Testamento para la sociedad del siglo XVl. A tales personas se les llamó Los Anabaptistas, ellos formaron un tercer grupo, además de los católicos y protestantes.

La primera congregación se formó en Zurich Suiza a principios de 1525. Los líderes fueron Conrado Grebel, Felix Manz y Jorge Blaurock, ellos escogieron un camino de peligro, persecución y muerte.

El ejemplo de estos hombres despertó a muchas personas que vivían en oscuridad, los Anabaptistas desechaban el honor de los hombres y las leyes del estado – clero, ellos buscaban agradar a Dios tomando su cruz cada día, “Mejor ser perseguidos por causa de la justicia y ser salvos que jugar a la hipocresía con el mundo y ser condenados” decían. Y es que la persecución por parte de la generación maligna y perversa no se hizo esperar. Los católicos y protestantes estaban al asecho de los Anabaptistas, los cuales se reunían a escondidas en casas de hermanos, en los bosques fríos y cuevas, por las noches, siempre al pendiente de no ser descubiertos por las autoridades de aquella época, quienes los cazaban y apresaban. Por toda ciudad, mercados y plazas se levantaba el humo del fuego de las hogueras, muchas veces en la escena era ejecutado un anabaptista, o dos o tres, eran traídos al frente, con las manos atadas y boca amordazada, sujetados a la pira y pólvora esparcida alrededor, luego el fuego era encendido.

Grandes y pequeños, padres y madres, exsacerdotes y campesinos pobres, eran quemados en la pira, decapitados, ahogados, o enterrados vivos, ¡Al movimiento se le debía hacer alto! Más aún avanzó, y el fuego aún ardió. El clamor de los mártires se alzaba más alto que nunca. Los hermanos se reunían cuándo y dónde podían, en campos, establos, o en algún rincón oscuro de la ciudad.

La visión de los Anabaptistas era muy clara para los que buscaban la verdad, una iglesia de verdaderos y fervientes cristianos, guardando los mandamientos de Dios sin ningún temor o favor de hombres. El ejemplo era el de la iglesia de los Apóstoles, una iglesia sufrida y perseguida, pero triunfante. Menno Simons, uno de los dirigentes anabaptistas más buscado por las autoridades en aquel tiempo escribió: “pero no es tan fácil amar a nuestros enemigos, y hacer bien a los que nos aborrecen, no es tan fácil crucificar nuestra carne malvada con sus deseos impuros, para triunfar sobre el orgullo y codicia. Nosotros debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y en todo nos gobierne por Su Santa Voluntad, lo cual quiere decir que debemos servir a nuestros vecinos con posesiones, casas, graneros, con consejos y aun con nuestra sangre si fuera necesario, para confesar a Cristo ante señores y príncipes, en prisión y cadenas, por palabras y hechos hasta la muerte. Esto es lo que un cristiano debe hacer.”

Sin importar el pensamiento de los Anabaptistas basado esencialmente en las enseñanzas de Jesús, las autoridades del estado decretaron una ley estricta contra el movimiento fiel, este decreto del rey decía que debía ser quemado cualquier obstinado que no admitiera su error (refiriéndose a que los Anabaptistas eran herejes por estar en contra de la iglesia católica) cualquier profeta o predicador debía ser quemado sin miramientos, sin interrogaciones. Pero con aquellos que reconocieran su error debían ser misericordiosos y matarlos con la espada. 

Este movimiento no se avergonzó de la verdad del Evangelio de la gloria de Cristo, ellos sentían Su fruto vivo y el poder de Su Espíritu operando en sus corazones, deseaban a través del ejemplo salvar a todo ser humano de la boca del infierno, librarlos de las cadenas del pecado por medio de mostrar la verdad, y con la gracia de Dios añadirlos a Cristo por el Evangelio de paz. Conocían muy bien la verdadera naturaleza del amor de Dios, la semilla que cerca de mil quinientos años atrás había sido sembrada por Jesucristo volvía a germinar como luz resplandeciente.

El poder del testimonio

Hemos visto como a través de la historia, el testimonio de movimientos fieles al caminar cristiano, con su ejemplo de vida iluminaron a distintas generaciones perdidas en tinieblas; los movimientos fieles que analizamos no predicaban con palabras solamente, sino que ponían por obra todo lo que sabían y habían aprendido de Cristo, estaban en luz como Él está en luz (1 Juan 1:7) y esa luz permitió que otros pudieran ver la verdad, no se dejaron dominar por las emociones que el mal les pudiera causar (miedo o tristezas, aunque las sintieron), su mirada no estaba en las cosas terrenales, al contrario, si visión estaba bien puesta en las cosas eternas, “no fueron vencidos de lo malo, sino vencieron con el bien al mal” (Romanos 12:21).

Las corrientes teológicas procedentes de la iglesia católica y protestante han demostrado con sus hechos estar en contra de la única verdad, el registro histórico es prueba de que desde el principio se han dirigido en contra de las enseñanzas de Jesús, han caminado por los caminos espaciosos del hombre, las sendas engañosas corruptas por el mal que conducen a la puerta ancha, por donde pasan todos los que se pierden. Las acciones erróneas de tantas denominaciones supuestamente cristianas no proyectan un ejemplo digno a seguir (el ejemplo de Cristo) lo que predican y lo que viven no concuerda. El hermano David Keeling lo explicó de la siguiente manera en una de sus predicaciones: “A veces basamos tanto nuestro cristianismo en lo que éste puede hacer por nosotros, o como nos va a ayudar de alguna u otra manera. Tenemos que cavar al fondo, para echa eso fuera por completo. Pienso que esa es una de las razones por las que hay muchos ateos en el mundo. Hay tanta gente que no puede creer en Dios o en Jesús porque han visto tantas cosas que no se alinea con la verdad. Así que para ser honestos consigo mismos, tenían que desechar por completo toda la deshonestidad que habían visto, por lo que al ver que había cosas que gritaban en contra de sus consciencias, en vez de pelar la cáscara y cavar para descubrir la verdad, más bien se les hizo más fácil voltearse y decir: “No hay nada allí.” Porque tan pronto como ven que algún cristiano falla, o tan pronto como alguien no vive según sus expectativas, o tan pronto como ellos mismos fallan y ven faltas en sí mismos, eso les da la pauta para abandonarlo todo y aventarlo por la borda, porque piensan que simplemente no va a funcionar, así que sencillamente abandonan el camino, ya que lo único que estaban buscando era una excusa para no tener que cavar por sí mismos”.

Vemos entonces la importancia de ser buen testimonio, de dar un buen ejemplo de vida basado en las palabras de Jesús, para que de esta forma los que no han creído vean una luz en medio de tanta oscuridad, y poder así, ser testimonios fieles de la Verdad del Evangelio. Tenemos el testimonio histórico de muchos cristianos verdaderos que vivieron a la luz de las Palabras del Señor, un cristianismo puro y basado enteramente en la obediencia a Dios que no se conformó a este siglo corrupto (Romanos 12:3), “Por tanto, es apropiado que no sólo seamos llamados cristianos, sino que lo seamos… Nada visible es bueno… La obra no es ya de persuasión, sino que el Cristianismo es una cosa de poder, siempre que sea aborrecido por el mundo”. (Ignacio - 105 d.C.) 

En estos tiempos donde cada día crece la maldad y el diablo desea ganar más almas para la perdición en el infierno, hoy que la apostasía está engañando a tanta gente, ahora que la iglesia moderna ha abandonado a Cristo, es el tiempo en el que nos toca llevar el mensaje verdadero de Evangelio, es en este momento cuando tenemos que poner en práctica lo que nos ha enseñado Jesús a través de Sus Palabras, pongamos el ejemplo, seamos testimonio real de la verdadera vida en Cristo, seamos pues luminares en el mundo como lo fueron nuestros antepasados. 

Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; (Filipenses 2:15)
Por Pedro Santos 

Fuentes revisadas:

-Diccionario de la Iglesia Primitiva… de David Bercot, apartado de “El Estilo de vida de los Cristianos” en: www.laiglesiaprimitiva.com

-El Reino que Trastornó el Mundo… de David Bercot, pág. 205. “Los valdenses”

-La Fe por la cual vale morir… de Dallas Witmer “pág. 64 “Testimonio de Anna uyt den Briel”

-La Esposa del Tamborilero y otras Historias… de José Stoll.

(Las dos últimas referencias son fragmentos traducidos al castellano del libro “Espejo de los Mártires” de Thieleman J. Van Braght)


lunes, 15 de julio de 2013

¿Adulterada por los traductores?

¿Recibes la palabra de Dios? Quiero decir, ¿Realmente la recibes a través de ponerla en práctica? ¿O has leído en alguna parte que nuestras Biblias han sido verdaderamente adulteradas por sus traductores, y que las cosas que están escritas allí realmente no SIGNIFICAN lo que significan? 


Yo uso un Nuevo testamento Amplificado, y mi esposa me ayuda con su conocimiento de griego de su escuela preparatoria (en casa). Sabemos lo suficiente de griego como para saber que nuestras Biblias en inglés no están tan alteradas como se dice. Y además tenemos unas traducciones en español que también revisamos.

Todo se resume a esto: Dios revela su Palabra a bebés, no a estudiantes de seminario. Él tiene escondidas estas cosas de los sabios y entendidos. Él no ha estado escondiendo de los pequeñitos lo que Su Palabra verdaderamente dice, por todos estos años. Me beneficio mucho de lo que dice el griego, y también de cómo otras traducciones vierten las palabras. Pero también puedes usar estas herramientas para borrar lo que la Escritura dice, si realmente necesitas hacerlo. 

Recientemente uno de mis hermanos predicó un mensaje acerca de “Buscar una evasiva.” Si no quieres verdaderamente seguir a Cristo y tomar esa cruz pesada como: 

· “vive soltero toda tu vida, porque te has separado o divorciado y no puedes volver con tu VERDADERO CÓNYUGE,” o 

· “cubre tu cabeza y vístete de acuerdo con la Biblia, si eres mujer,” o

· Verdaderamente pon la otra mejilla y ama a tus enemigos, 

· No ir a la guerra… etc., etc. 

Si no quieres tomar tu cruz, vas a encontrar una salida. Parece que Dios ha dejado evasivas y excusas allí para que puedas sólo encontrarla E IRTE. Si quieres divorciarte y volverte a casar, vas a agarrarte de dos versículos en Mateo, aunque el resto del Nuevo Testamento PROHÍBE el divorcio y las segunda nupcias para los que aman a Cristo. Y si no te gusta el velo, te vas a agarrar desesperadamente del versículo 15 o 16 de 1a Corintios 11, o irás al argumento cultural, aunque los 14 versículos que están antes son tan CLAROS como el agua. 

O si quieres ir a la guerra o tener una pistola en tu mano, te vas a agarrar desesperadamente del versículo “Venda su capa y compre una [espada],” O “si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón habrá de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa,” cuando el resto de sus enseñanzas son tan claras como pueden serlo. “AMAD A VUESTROS ENEMIGOS,” “HACED BIEN ALOS QUE OS ABORRECEN,” “MÍA ES LA VENGANZA.” 

O tal vez quieres adherirte a tu don de lenguas de jerigonza (palabras sin sentido) o de sanidad o de profecía que recibiste mientras que todavía estabas en desobediencia a una o más de estas demandas de Jesús. O todavía practicas tu “don” aunque no es un idioma verdadero, o causa confusión en la iglesia, o desobedece algo más en 1a Corintios 14, donde Pablo dice que son “mandamientos del Señor.” O tal vez eres una mujer y nada más no te puedes quedar callada en la reunión, o piensas que Dios te llamó en particular a enseñar, o a usurpar la autoridad sobre el varón, y no estar en sujeción. Pero cualquiera que sea tu “don,” lo justificas con el versículo “Y estas señales seguirán a los que creen.”

Ahora bien, debí haber mencionado esto antes que todo- la salvación. Jesús enseña que si guardamos sus mandamientos: seremos sus amigos, lo amamos, y somos salvos. Pero si quieres seguir creyendo que puedes “ser salvo” antes de la obediencia, por medio de alguna experiencia estupenda, vas a agarrarte de VARIOS versículos como “Si confesares con tu boca…” o “Todo aquel que invocare el nombre del Señor…,” o el más famoso-“no por obras, para que nadie se gloríe…” Cuando Jesús y el resto del Nuevo Testamento RESUENAN con el mensaje de salvación basado en “recibir las PALABRAS de Cristo y obedecerlo, tomando tu CRUZ y SIGUIÉNDOLO.” Y que “SI andamos en luz, como Él está en luz…” entonces tenemos la limpieza de la Sangre. Sin embargo y a pesar de lo anterior, la iglesia moderna seguirá diciéndote que puedes recibir la limpieza a través de una oración emocional, algunas lágrimas, y algo que te PASA a ti, o tal vez dicen “sólo el bautismo lo podría hacer.” Pero por supuesto, “necesitas seguir con obediencia,” dicen ellos. 

Dios le da Su Espíritu santo a los que le OBEDECEN (Hechos 5:32). Y aunque muchos hacen milagros y MUCHAS grandes maravillas en el nombre de Jesús, Él les dirá: “Adivina qué-nunca te conocí.” Tú eres cristiano cuando Jesús es tu SEÑOR. Eso significa que ÉL PUEDE decirte lo que tienes que hacer. Eso significa que Él es el que dirige en tu corazón. 

Y tu divorcio, cuando Él dice: “Eso ERA permitido, por la dureza de tu corazón,” y tus segundas nupcias, solo muestran que Él NO es tu Señor. Tus aretes, tu cabeza descubierta (si eres mujer), el vestido inmodesto, y otros juguetes mundanos, tu enojo hacia aquellos que te ofenden, tu falta de perdón, tu ser policía o soldado, tu estar pegado a la televisión, etcétera, etcétera, etcétera… sólo muestran que Él no puede dirigirte, y que te estás declarando indigno a Su reino y Su gloria. 

Para Dios no valen ni tienen sentido estos “cristianos nacidos de nuevo” que están buscando excusas para no obedecerlo. Él no puede hacer Su morada en aquellos que están buscando arreglárselas a través de revisar cuidadosamente el griego, o el hebreo, o un comentario, o alguna Escritura oscura. Los verdaderos cristianos BUSCAN qué pueden perder por Cristo, para ganarlo. BUSCAN qué pueden hacer por Él, para agradarlo, para ser aceptados por Él. E incluso si Él no les agradeciera ni los recompensara, ellos lo hacen de todas maneras, porque lo consideran Digno. Al resto, pienso que Dios le dice: “Encuentra tu excusa ¡Y VETE! Encuentra tu evasiva, y ¡FUERA DE AQUÍ!”

Te invito a unirte a nosotros en encontrar esta perla de gran precio, puliéndola, viviéndola, y atesorándola. Estamos tratando de regresar a lo que antes significaba ser cristiano. Queremos regresar al verdadero Jesús. Eso ha traído una cruz. Hemos tenido que dejar todo. Hemos tenido que dejar nuestras Iglesias evangélicas de las que éramos parte, nuestras familias y nuestros amigos. “Por tanto, procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.” (2ª Corintios 5:9).



                  Escrito por Marcos Rohrer    5-03-08


sábado, 6 de julio de 2013

Obediencia



Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; (Hebreos 5:9)

La obediencia es uno de los temas fundamentales en la vida cristiana, después de haber tomado la decisión de seguir a Cristo, tenemos que continuar por este camino en obediencia absoluta a Sus mandatos. En Levítico 20:7-8 dice nuestro Señor: “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico”. Nuestro Padre celestial nos exhorta a guardar Sus mandamientos y ponerlos en práctica. Hay mandatos que tal vez no entendemos por el momento, que tal vez son confusos, pero cuando tenemos claridad acerca de alguno de Sus estatutos, es momento de obedecer, incluso cuando hay cosas que nos cuestan trabajo entender, lo mejor es que nos sometamos a eso, no es necesario vivir para tratar de entender qué quieren decir Sus sabias Palabras, es mejor un amor de obediencia que sobrepase el entendimiento, confiando plenamente que Dios “guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Él persevera, porque en Él ha confiado” (leer Isaías 26:3). Ningún mandato del Señor es para mal, todo propósito del Creador es para bien.

¿Quiénes son lo que le obedecen?

A continuación analizaremos algunos versículos de la Biblia, que nos ayudarán a comprender qué es la obediencia, así mismo, reflexionaremos acerca de lo que el Señor Jesús dijo acerca de esto:
Mateo 7:21“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
Al no creyente no se le obliga a tomar la decisión de servir a Dios, cada uno decide obedecerle o no. El que hace la voluntad de Dios, es el que le obedece y esa obediencia no es condicional; ahora bien, la obediencia no es decirle “Señor”, sino como analizamos en el versículo de Mateo, es hacer Su Voluntad, no hay ninguna excepción, es en todo lo que Él manda. Aquel que hace lo que le manda su Señor entrará en el Reino Celestial, por el contrario el que sólo le dice Señor (con palabras) pero no lo hace el Señor de su vida (con hechos), no tendrá cabida en aquella ciudad eterna. “Los que profesan ser cristianos pero viven de una manera contraria a los que saben que enseña la Biblia están burlándose de Dios; están mostrando que no creen que Él quiere decir exactamente lo que dice”. (Landis, Pablo M.)

Lucas 6:46-49“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar su casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el rio dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Más el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el rio dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa”.

Parece que este pasaje es continuación del que vimos anteriormente en Mateo, el Señor Jesús pregunta: “¿Por qué me dices Señor si no haces lo que te mando?”, “¿Por qué dices que crees en mí, si no me obedeces?”. Después de hacer esta pregunta,  viene un comparativo con respecto a los que creen en Él (los que hacen Su voluntad) y los que no creen (los que no la hacen). Jesús nos enseña que aquel que no le obedece no tendrá bases firmes para avanzar en contra de la corriente de este mundo y grande será su ruina. Sin embargo aquel que decide acatar los estatutos de su Señor, obtendrá la firmeza necesaria para mantenerse en el camino del bien, en la senda angosta que lleva  la vida (ver mateo 7:14).

Por qué me dices Señor

Aquellos que oyen Su Palabra y no la hacen son los que en aquel día le dirán “Señor, Señor”, son a los que Jesús les cuestiona el por qué le dicen Señor si no hacen lo que Él les dice. ¿Porque decirle Señor, si no es el Señor de nuestra vida?, bueno, muchos sólo utilizan el nombre de Dios para beneficiarse, creando iglesias que predican un evangelio ligero, blando, y fácil, fingen un ministerio para engañar a las personas, distorsionan la Palabra y la convierten en un negocio rentable “Dios tenga misericordia”; Muchas de estas personas como consecuencia de su desobediencia han creado falsas doctrinas, mandatos inventados por hombres, algunos son los siguientes:

- Acepta a Cristo en tu corazón: Como si Jesús mendigara el amor de las personas. Es al contrario, somos más bien nosotros los que tenemos que esforzarnos para que Él nos acepte, es Cristo quien nos llama a seguirle, en ningún lugar de la Escritura vemos que Jesús pida entrar en el corazón de alguien, Él les decía siempre, “síganme”.

- No es importante la obediencia, puede seguir pecando porque nadie es perfecto: Cuan insensato es predicar este tipo de “doctrinas de derrota” que no ayudan en nada a las personas sino a perderse, confunden lo que es la perfección para Dios; La perfección es andar en la luz que tenemos, poniendo en práctica lo que sabemos de Su Palabra, y no se refiere al término mundano en donde no cometes ningún error ni te equivocas en nada. Si Él nos dice “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. (Mateo 5:48), ¿Acaso lo dirá porque no podemos serlo?, ¿Será que Dios pide cosas que no podemos hacer?, si es así, ¿Por qué entonces nos dejó dicho eso?, ¿Qué habrá querido decir Jesús cuando explicó que: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”? (Juan 15:3), limpios de qué; o cuando explicó que: “Conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres.” (Juan 8:32) seremos libres de qué, ¿No es del pecado acaso?

En el siguiente pasaje el Señor habla de lo que hacemos, de lo que amamos, y de cómo vivimos. “Sí seguimos haciendo lo malo, nos engañamos a nosotros mismos si estamos convencidos de que creemos en Jesucristo (porque creer en Él es obedecerle, es decir, dejar de hacer lo malo):
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. (Juan 3:19-21)

O vamos a la luz porque queremos hacer lo bueno, o seguimos haciendo lo malo porque detestamos la luz. Podemos declarar nuestro amor por Jesús desde ahora hasta que muramos, pero eso no significará nada”. (Bercot)*

- Dios quiere que vivas como hijo de rey: Este es uno de los engaños más grandes de este siglo corrupto, han convertido a la iglesia en un negocio, una empresa capitalista cuya materia prima es la Sagrada Escritura. Cristo enseñó que es imposible servir a Él y a las riquezas, no hay cabida en el corazón del hombre para Dios y el dinero al mismo tiempo. Además, todos sabemos que El Señor vino a predicar con el ejemplo y vemos que Él no tenía posesiones (Mateo 8:20).

- Lo que importa es el corazón: Esta frase se ha utilizado para justificar a personas que por fuera dan una clara apariencia de desobediencia, y cuando se les señala tal desorden, responden: “No te fijes en lo externo, lo que importa es lo interno, Dios ve el corazón”. Sin embargo no es así, porque aunque es cierto que lo que hay en el corazón importa mucho, no es posible que sí alguien es puro de corazón por dentro, externamente no lo refleje, es decir, nadie que tiene un corazón entregado totalmente a Dios reflejará una vida en rebelión, Cristo dijo en Lucas 6:45: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Así es que, si en nuestro corazón hay bondad, manifestaremos bondad, pero si en nuestro corazón hay maldad, eso es lo que proyectaremos. No puede haber una disparidad, el interior y el exterior deben concordar. Cuando el alma está limpia, automáticamente se reflejará en el cuerpo material.

Todas estas falsas doctrinas están convenciendo a la gente y al mismo tiempo condenándolas, todos aquellos que han creído tales “doctrinas de derrota” son a los que se refiere el profeta Isaías cuando escribió: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. (Marcos 7:6,7).

Los dirigentes de las iglesias en donde se predica el evangelio distorsionado y acomodado a la carne, se atreven a decir que las enseñanzas (que sabemos ellos mismos han inventado) son inspiradas por Dios, “Él me lo ha revelado”, o “tuve una experiencia” dicen a los congregantes. “Sin embargo, si no guardamos los mandamientos que el Señor nos dio en las Escrituras, no deberíamos creer que nos dará mandamientos nuevos, Jesús dijo que el que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel. No nos dará mandamientos especiales para nosotros personalmente, si ni siquiera podemos guardar los que se aplican a todos” (Bercot)*, entendiendo que en dichas iglesias no se está obedeciendo en todo, sino sólo a medias o en algunas cosas. Pablo M. Landis escribió en el libro “Una vez salvo, siempre salvo, ¿Cierto o falso?” que “cuando los hombres se rebelan contra los mandamientos claros de Dios, considerándolos sin importancia, podemos saber que la revelación sobrenatural que experimentan no es de Dios, sino de Satanás. No tenemos que vacilar en creer o declarar que esto es verdad, porque la Biblia lo dice claramente. El mensaje de Dios es la verdad, y permanece a pesar de que los hombres digan que su experiencia, revelación o su estudio les han enseñado otra cosa. La experiencia del hombre nunca puede ser una base sobre la cual decidir qué es la verdad. Desde el principio del tiempo, Dios ha rechazado tales afirmaciones. Siempre ha insistido en que el hombre acepte lo que Él dice y que rechace su propio razonamiento”.

Cómo saber que estoy obedeciendo

Hay ocasiones en las que algunos se preguntan “¿Cómo puedo saber si estoy bien con mi Señor?”, “¿Estaré obedeciéndole?”, “¿Estoy viviendo conforme a la voluntad de Dios?”. Después de tomar la decisión de seguir las enseñanzas de Cristo, viene la obediencia absoluta a Sus mandatos; pero ahora, ¿cómo sé que le estoy obedeciendo?, bueno, en el Evangelio del Apóstol Marcos hay una enseñanza que nos puede ayudar a saberlo, dice en Marcos 4:20: “Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y al ciento por uno.” Como podemos ver, el resultado de oír la Palabra y ponerla en práctica recibiéndola en nuestra alma, es dar fruto, “y dan fruto” dice nuestro Señor, es decir que, después de caminar en obediencia hay resultados, Dios le llama a esos resultados “frutos”; debe haber frutos para saber que estoy obedeciendo. ¿Pero cuál es ese fruto?, he aquí los siguientes tres ejemplos:

Mateo 3:8Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,” El verdadero arrepentimiento no es sólo dejar de pecar, sino entregar nuestra voluntad a Dios y rendir nuestro corazón a Su Voluntad. El fruto digno de arrepentimiento es aborrecer nuestra vida y darle la espalda a las cosas de este mundo, ponernos enteramente en las Preciosas Manos de Dios.

Gálatas 5:22,23“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley” Estos son los frutos que se reflejarán gracias a la obediencia, si no hay este fruto, tal vez hay algo en lo que no estamos obedeciendo y es hora de quitar dicho obstáculo del camino, o bien resignarse a la desobediencia y no seguir adelante, quedando indignos ante los ojos de Dios (Lucas 9:62).

Filipenses 1:11“llenos de fruto de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. Una vida justa es la que da gloria al Señor, el fruto de caminar bajo el Señorío del Creador nos da las bases para vivir de tal manera aquí, justamente. “Cuando mostramos el fruto del Espíritu en nuestras vidas; cuando somos obedientes a Su Palabra porque amamos a Dios y a Sus mandamientos; tal vida da prueba segura de que Dios mora en nosotros”. (Landis)

Permanecer en Dios

Ahora bien, ya conocemos el fruto que viene después de comenzar a caminar en obediencia al Señor, es importante mencionar que los frutos que hemos analizado no son por lapsos, es decir, un día sí y otro día no, un día ser bondadoso y mañana no, esto no es obediencia, no hay un fruto autentico que respalde mi andar si sólo hay destellos de una vida justa. Para que el fruto no desaparezca debemos permanecer en Dios. En Juan 15:1-5 Cristo nos enseña de qué se trata la salvación, también el papel que jugamos en la misma y cómo llevar fruto. “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15.1–5)

Por si mismo nadie puede llevar fruto, separados de Él no se puede, es necesario permanecer en Jesús para poder llevarlo. Y en el mismo Evangelio de Juan, Cristo explica cómo podemos permanecer en Él para llevar ese fruto que es necesario reflejar en nuestra vida para saber que estamos obedeciendo, “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”. (Juan 15:10) Es muy claro, debemos hacer todo lo que Él nos manda, no sólo algunas cosas. Obedeciendo en todo lo que sabemos es como permanecemos en su amor y llevamos mucho fruto, porque el que le ama Su Palabra guardará (Juan 14:23). Pero si no damos fruto, el Padre nos quitará de la vid: “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:6).

“Es importante comprender que la esencia del evangelio del reino es la relación. A decir verdad, hay doctrinas teológicas necesarias, pero la teología no es la esencia del evangelio ni tampoco la esencia del cristianismo. Cuando nos hacemos ciudadanos del reino, nosotros entramos en una relación perpetua con nuestro Rey. Pero esta relación es muy diferente al tipo de relación de la cual se habla en el evangelio moderno y fácil de hoy día. De modo que nuestra relación con Jesús no es simplemente cualquier relación, real o imaginaria. Es una relación de amor obediente. En realidad, la frase “relación de amor obediente” es redundante, porque es imposible amar a Jesús sin obedecerlo. Podemos declarar públicamente cuánto lo amamos, pero, sin obediencia, son sólo palabras huecas. Por cuanto él mismo dijo: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14.21). Así que, si no obedecemos a Jesús no lo amamos. Así de simple”. (Bercot)

Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. (Hechos 5:32)

El evangelio moderno que se ha predicado, desecha el camino de la obediencia, la iglesia institucional sólo ha visto vanidad para sus congregantes al no descubrir sus pecados, manteniéndoles de esta manera en cautiverio y engaño. (Lamentaciones 2:14) Las personas que se han sentido cómodas y satisfechas con el mensaje agradable a la carne que se les predica y que sabemos está distorsionado, llevan una vida desobediente basada en la justificación sin fundamento sólido, no creen en las palabras del Señor porque simplemente con sus hechos los niegan; No se trata sólo de creer de palabra y decirse ser cristiano profesando falsas doctrinas inventadas por el pensamiento humano, tomando de la escritura un poquito de aquí y de allá sacando de contexto los versículos bíblicos acoplándolos por conveniencia a sus vidas, tampoco se trata de tomar únicamente las promesas de Dios y rechazar Sus condiciones. Se trata más bien de “creer” entendiendo dicho  término juntamente con el concepto de “obedecer”, se trata de hacernos a Su Voluntad (TOMAR NUESTRA CRUZ), acoplándonos nosotros a Sus mandatos.

Estamos en los días de Noé y Lot (Lucas 17:26-30), la maldad crece cada vez más, la apostasía convence a multitudes de gentes y la incredulidad se extiende por el mundo multiplicándose en gran manera, el Señor está cerca y en el día del juicio ya no habrá tiempo para arrepentirse y comenzar a obedecer, por esto “Estén atentos, pues, hermanos, para que sus beneficios, que son muchos, no se vuelvan en juicio contra nosotros, si no andamos como es digno de Él, y hacemos las cosas que son buenas y agradables a su vista, de buen grado. Veamos cuán cerca está, y que ninguno de nuestros pensamientos o planes que hacemos se le escapa. Por tanto, es bueno que no nos apartemos de su voluntad”. (Clemente de Roma  30-100 d.C.)*
Por Pedro Santos
Referencias:
- Reina Valera, Santa Biblia, revisión 1960
- Bercot, David. El Reino que Trastornó el Mundo, Farmington, N.M. Publicadora Lámpara y Luz. 2003.
- Landis, Pablo M. “Una vez salvo, siempre salvo”, ¿Cierto o falso?, C. Kentucky. Editorial Vara y Cayado (Original: Road and Staff Publishers Inc.) 1991
* Escritos de los Primeros Cristianos.Diccionario de la iglesia primitiva, en: http://www.laiglesiaprimitiva.com/diccionario.html


* ¿Cómo concuerdan Santiago y Pablo? Documento transcrito de un estudio de David W. Bercot.

miércoles, 3 de julio de 2013

¿Hijos de quién?


El apóstol Pedro escribió su segunda epístola para despertar con exhortación el limpio entendimiento de la gente por medio de la memoria (2 Pedro 3:1). La intención de mi corazón, al escribir esta carta, es despertar la mente del pueblo de Dios, especialmente la de los hermanos entre los descendientes de los anabaptistas que tratan de preservar la fe de nuestros antepasados (N.T. amish, menonitas y huteritas).



El hombre casi siempre puede reconocer al pueblo de Dios que vivió en el pasado, pero de alguna manera, el reconocer al pueblo de Dios vivo hoy en día no es tan fácil. Siempre ha sido así y siempre lo será. Nathaniel Howe lo expresó así: "El camino del mundo es alabar a los santos muertos, y perseguir a los vivos."

Jesús encontró este problema entre los líderes religiosos durante Sus días en la tierra. En Mateo 23:29-3, Él dice: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.”

Cuando los escribas y los fariseos leían los libros del Antiguo Testamento, era muy fácil para ellos distinguir a los justos y a los verdaderos profetas, de los hijos del diablo, quienes rechazaron a los justos profetas. Y los fariseos estaban seguros de que ellos mismos hubieran estado en un mismo acuerdo con los justos. Estaban seguros de que si los profetas de la antigüedad pudieran de alguna manera entrar en su propia época actual, que seguramente se darían mutuamente. Pero no pudieron identificar a los justos y a los verdaderos profetas que estaban entre ellos en persona, y por lo tanto los rechazaron. 

Del mismo modo, cuando los líderes de la Iglesia Estatal durante la Edad Media y en la época de la Reforma leían los evangelios y el libro de los Hechos, era muy fácil para ellos ver que Jesús era el Cristo, que Juan el Bautista era un profeta verdadero, y que sus discípulos eran justos. No tenían ningún problema viendo que los escribas y los fariseos que rechazaron a Jesús, a Juan y a los apóstoles, eran hijos del diablo. Estos líderes de la iglesia del estado estaban seguros de que si hubieran vivido en los días de los apóstoles, habrían estado en perfecta unidad con ellos. Estaban seguros de que si los apóstoles pudieran de alguna manera entrar en su propia época, que Pedro, Juan, Pablo y los demás, les habrían dado. Pero no pudieron identificar a los justos y a los verdaderos profetas que estaban entre ellos en persona, y por lo tanto los rechazaron. 

Cuando nosotros, los descendientes actuales de los anabaptistas, leemos acerca de los avivamientos de la Reforma, es muy fácil para nosotros ver que los anabaptistas eran la verdadera Iglesia y los seguidores justos del Cordero. También reconocemos muy fácilmente que los católicos y los protestantes que los rechazaron y los persiguieron eran hijos del diablo. Estamos seguros de que si hubiéramos vivido en ese momento hubiéramos estado en un acuerdo con los anabaptistas. Estamos seguros de que si los primeros anabaptistas pudieran de alguna manera entrar en nuestra tierra y nuestra época, que Conrad Grebel, George Blaurock, Hans Hut y los otros, seguramente nos darían la diestra en señal de compañerismo. Pero, ¿podemos identificar los justos y verdaderos profetas que están entre nosotros hoy? ¿O los rechazamos?

Este problema de tener visión 20/20 cuando miramos hacia el pasado, pero ser totalmente ciego a las actuales situaciones del presente, no es un problema de ciertas personas en ciertas épocas y en ciertas regiones. Es un problema universal y perpetuo. De hecho, entre más observo lo que ha pasado y lo que está pasando, más me convenzo creo de que cuanto más cambian las cosas, ¡más permanecen iguales!

Isaías, Jeremías y Ezequiel eran poderosos profetas de Dios. ¿Cómo era posible que alguien no se diera cuenta de ello? Pero lo cierto es que estos profetas hicieron algunas cosas muy peculiares. Imagínate haber vivido en sus días, si puedes imaginártelo. Habrías visto a uno de estos hombres caminando descalzo y desnudo durante tres años (Isaías 20). O podrías haber visto a uno de ellos construir una ilustración de Jerusalén con adobe, con una plancha de hierro, y con algunos otros objetos. Luego lo habrías observado recostado al lado de este extraño conjunto de objetos. Cada día que pasaras por allí, allí estaría este hombre, sin volverse nunca de un lado al otro. Por 390 días permanece recostado en su lado izquierdo. Después se da la vuelta para recostarse sobre su costado derecho y se queda allí postrado por otros 40 días. Y durante todo ese año y dos meses que permaneció allí, bajo todo tipo de clima, habrías observado que lo único que come es pan multigrano preparado con estiércol por él mismo. (Ezequiel 4).

O tal vez habrías visto a un joven de pie en la puerta pública por donde todos pasaban, llorando, lamentando, y alzando su voz, declarando la ruina que había de venir. Su mensaje era tan triste y lúgubre que se debilitaron las manos de los hombres de guerra. Incluso el pensador más positivo se ponía pesimista, después de escuchar a dicho joven. (Ver Jeremías y Lamentaciones).

¿Qué clase de hombres eran estos? Eran radicales, extraños, excéntricos y perturbadores de la paz y del orden. ¿De dónde provenía su autoridad?

También debes tener en cuenta que entre aquellos que rechazaron a estos santos profetas, había mucha gente amable, había muchos hombres sensatos y amigables, hombres que te habrían ayudado si te encontrabas en necesidad, hombres que eran mucho más viejos que los profetas, hombres que preferían que reinara la justicia sobre la iniquidad.

Te dejaré decidir qué tan fácil habría sido discernir quiénes eran los justos y verdaderos. ¿Con qué lado te habrías identificado?

Tendemos a pensar que si hubiéramos vivido en Palestina hace unos dos mil años, habríamos sido capaces de comprender que este hombre llamado Jesús era el Hijo de Dios, y habríamos creído que cada palabra que hablaba, y que cada obra que hacía, eran justas y santas. ¿Pero estamos seguros? Recuerda que en aquel momento, aún no sabrías que Él iba a morir por ti en la cruz y a resucitar para volver a la vida. No había nada atractivo en Su apariencia que te hiciera desearle o querer acercarte a Él (Isaías 53:2). Hubo momentos en los que Él se enojó visiblemente (Marcos 3:05, Marcos 8:12, Juan 11:38). Muchas veces Sus discursos y reprensiones a la gente eran hechas con todo, menos con tacto. (Marcos 7:25, Mateo 23, Lucas 11:39-52). A Herodes le llamó “zorra.” (Lucas 13:32). Un día se dio la vuelta y le dijo a sus seguidores que deberían odiar a sus padres, madres, esposas, hijos, hermanos, hermanas y aún a sí mismos, si es que deseaban ser Sus discípulos. (Lucas 14:26). Un día entró en el templo, y con un poderoso tirón volcó las mesas y las sillas donde la gente estaba sentada. Con un látigo expulsó a los animales y a las personas fuera del templo, reprendiéndoles. (Mateo 21, Marcos 11, Lucas 19 y Juan 2). Luego este mismo hombre nos dice que si no comemos Su carne y bebemos Su sangre, no hay vida en nosotros. (Juan 6:53-58).

¿Qué clase de hombre era Éste? Era radical, extraño, excéntrico y perturbador de la paz y del orden. ¿De dónde provenía Su autoridad?

También debes tener en cuenta que entre aquellos que rechazaron al Señor Jesucristo, había mucha gente amable, había muchos hombres sensatos y amigables, hombres que te habrían ayudado si te encontrabas en necesidad, hombres que eran mucho más viejos que Jesucristo mismo, hombres que preferían que reinara la justicia sobre la iniquidad.

Ahora imagínate en esta tierra hoy, sí, justo en medio de nosotros, a un pueblo celoso de buenas obras y con fuego por la verdad. Un pueblo cuyos maestros irían por todas partes bautizando a todo aquel que verdaderamente se arrepiente, a veces por inmersión, a veces por derramamiento, a cualquier hora del día o de la noche, y en cualquier época del año. Estos hombres se encontrarían en las esquinas de las calles y en los callejones de nuestros pueblos y ciudades predicando la Palabra de Dios a todos los transeúntes. Quizás a veces los verías cantar públicamente y saltar y alabar a Dios. Aún sus mujeres serían testigos de la verdad y, al sentirse constreñidas a hablar, no se mantendrían calladas. 

Sus cultos y su celebración de la cena del Señor serían frecuentes, cualquier día de la semana, a cualquier hora del día o incluso de la noche. En su mayoría cantarían canciones escritas por sus propios miembros. Si las personas presentes en sus reuniones sólo entienden el idioma Inglés, se negarían a hablar alemán o cualquier otro idioma. A cualquier hermano inspirado por el Espíritu Santo se le permitiría hablar en sus reuniones. Estas personas no tendrían ningún problema moral con trabajar en domingos y tendrían en muy poca estima las fiestas y las vacaciones. 

Este pueblo enviaría jóvenes durante semanas y meses a la vez, dejando en casa a esposa e hijos, a predicar el evangelio a los perdidos.

Este pueblo tendría un gran respeto y estima por la convicción interna (la Gemüth), y tendrían poco respeto por la voz de alguna iglesia. Ellos rechazarían la idea de la "convicción grupal," al mismo tiempo que rendirían todas sus “convicciones personales” para seguir lo único que quedaba: la Gemüth o "convicción interna" (la luz y el conocimiento innato de la verdad dentro de nosotros mismos).

La mayoría de estas personas serían pobres. Si hubieran sido ricos en dinero y posesiones, se habrían vuelto voluntariamente pobres. El grupo estaría integrado principalmente por jóvenes de entre quince y treinta y cinco años de edad.

¿Qué pensaríamos de un pueblo así? No me refiero si vivieran en el otro lado del globo terráqueo. No me refiero si hubieran vivido en algún momento en el pasado. Quiero decir, si vivieran en este momento, aquí en esta tierra nuestra, justo en medio de nuestras comunidades. Algunos de ellos serían de nuestro pueblo. ¿Qué pensaríamos de ellos? 

Creo que sé lo que pensaríamos. Muy probablemente los llamaríamos radicales, extraños, excéntricos, individualistas, pietistas, rebeldes, herejes, fanáticos, obstinados, perturbadores de la paz y del orden. ¿De dónde proviene su autoridad?

Pero espera un minuto. ¡Eso es exactamente lo que los católicos, los luteranos, los zwinglianos y los calvinistas llamaron a nuestros antepasados ​​en los 1500s! En los anabaptistas se encontró cada una de las características que he mencionado. La mayoría de estas características fueron lo que trajeron el miedo y la alarma a las iglesias estatales. Yo sé que la mayor parte de las disputas entre los primeros anabaptistas y los "hijos de los fariseos" giraron alrededor del bautismo, los sacramentos, los juramentos, la no resistencia, los santos óleos, y cosas por el estilo, pero en su mayor parte, sabemos que los anabaptistas podrían haber escapado de la persecución, y se les habría concedido el privilegio de mantener su creencias si tan sólo se hubieran contentado con guardar silencio y dejar la predicación y la enseñanza sólo para el clero de la Iglesia Estatal.

Oramos por un avivamiento en nuestra tierra, pero, ¿Cómo se verá un avivamiento? ¿Estamos seguros de que podríamos reconocerlo? Puede que no luzca como nos lo imaginamos. Puede que no empiece con la gente que pensamos. Porque Dios es Poderoso para levantar, aún de estas piedras, a hijos de los anabaptistas, que son hijos de los apóstoles, que son los hijos de los profetas, que son hijos de Abel, que son hijos de Dios. Y como siempre ha sido, lucirán raros, radicales, excéntricos, alteradores de la paz y del orden, a los ojos del mundo y de los líderes religiosos de la época, que son hijos de los sacerdotes católicos, de Lutero, de Zwinglio y de Calvino, que son hijos de los escribas y fariseos, de Pilato y de Herodes, que son hijos de Acab, de Joás, de Sedequías, y del rey Manasés, que son hijos de Caín, que son hijos del diablo.

¿Pero por qué hacer todo este alboroto sobre si podemos o no podemos reconocer al pueblo de Dios? ¿Qué no dice Jesús simplemente, “por sus frutos los conoceréis”? ¿No son los frutos del Espíritu amor, gozo, paz, etc.? En realidad eso es cierto. Pero si nos apoyamos en nuestra propia comprensión de cómo es que el amor de Dios, el gozo y la paz se ven, cuando se manifiestan a través de vasijas de barro, lo más probable es que tengamos otro punto ciego. Jesús es nuestro modelo perfecto. Cuando volcó las mesas, llamó a la gente serpientes y generación de víboras, y llamó a Herodes una zorra, esos fueron los frutos del Espíritu en acción.

O quizás te estés preguntando si tenga sentido alguno o importancia preguntarse si podemos o no reconocer a los santos de nuestros días. Yo seré el primero en admitir que vivimos en tiempos peligrosos, y que hay muchos falsos profetas y anticristos. Pero por la autoridad de la Escritura puedo asegurar que el que rechaza, evita, abandona, o excomulga a los hijos de Dios, le ha hecho lo mismo al mismo Señor Jesucristo (Hechos 9:4-5, Mateo 25:40, Proverbios 14 : 31, Hebreos 6:10). También contamos con la narración sorprendente en 3 Juan 9-11, acerca de Diótrefes que amaba la preeminencia y no recibía al apóstol Juan, o a los hermanos. Juan simplemente lo llama malo.

Los primeros anabaptistas veían a los católicos y a los reformistas como la Gran Ramera de Babilonia. Al mirar nosotros hacia atrás, se nos hace muy fácil ver que efectivamente lo eran. Ahora bien, no pretendo tener perfecto conocimiento del libro del Apocalipsis, pero aquí les quiero dar algo en qué pensar. Los católicos y los reformados en los 1500s no eran la prostituta de Babilonia, por bautizar niños, por hacer juramentos, ni por adorar ídolos. Eran la Ramera de Babilonia porque estaban ebrios de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús. La ramera de Babilonia, según Apocalipsis 17, es una madre. Eso significa que ella tiene hijos.

Creo que desde el tiempo de Caín y Abel hasta la segunda venida de Cristo, cada generación ha tenido, tiene y tendrá su propio dragón, su propia bestia, y su propia Babilonia la Grande, que hace la guerra contra el Cordero, contra la mujer, y contra el resto de sus hijos, que son los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 12).

¿Observaste la última parte?: Y tienen el testimonio de Jesucristo. Aquellos que andan en la manera que Él anduvo. Aquellos que están dispuestos a beber de la copa que Él bebió y a ser bautizados con el bautismo con que Él fue bautizado. Aquellos que, como su Maestro, aman la justicia y odian la iniquidad. El mundo está lleno de buena gente, gente sensata y amable. Sin embargo, esa misma gente se opone a la cruz de Cristo.

Si te resulta difícil discernir quiénes son los discípulos de Jesucristo hoy en día, entonces ponte toda la armadura de Dios. Fija tus ojos en Cristo y sigue adelante peleando contra innumerables enemigos. Contra los deseos de la carne, contra los deseos de los ojos, contra la vanagloria de la vida, contra ti mismo, contra tu propio egoísmo y “yo,” contra padre, contra madre, contra hermanos, contra hermanas, contra esposa, contra hijos, contra tierras, contra el mundo, contra tus amigos, contra los líderes religiosos que te rodean, contra los teólogos, contra las riquezas, contra la fama, contra la opinión popular, contra el pensamiento positivo, contra a la ansiedad, sin temor, sin mirar atrás, sin mirar a la izquierda, sin mirar a la derecha, hasta que tu mano se quede pegada a la espada por tanto luchar, y cada enemigo sea vencido.

Entonces descubrirás rápidamente quiénes son los hijos de la serpiente, que acechan tu alma. También reconocerás a los seguidores del Cordero, que te traerán una dulce comunión. 

Y te repito el consejo que Ana de Rotterdam le dio a su hijo en 1539: "Cuando encuentres pequeño rebaño sencillo, pobre, apartado, despreciado y rechazado por el mundo, únete a ellos; porque en donde se oye hablar de la cruz, allí está Cristo; de allí nunca te apartes.”

Si este camino te parece demasiado estrecho, demasiado difícil, demasiado duro o demasiado solitario, entonces escogeos hoy a quién sirváis. Pero no penséis decir dentro de vosotros mismos: "A los anabaptistas tenemos por padres." Porque los anabaptistas, en su momento, estuvieron dispuestos a tomar su propia cruz y a andar por este camino angosto, un camino encontrado por tan pocos y caminado por aún menos. Este camino, por el que primero anduvo nuestro afligido, rechazado, acusado falsamente, y sangrante Señor y Salvador, Jesucristo. Y Él todavía te llama: "Sígueme". ˜

-Por Duanne Troyer