Saludos en el Nombre del Señor Jesús.
Estoy agradecido por el mensaje en el último canto que entonamos acerca del
Señor y de Su agonía en el Getsemaní, rindiendo Su voluntad. Pienso que en la
eternidad encontraremos que allí es donde estaba Su cruz, y que no se trataba
de la madera y los clavos; pienso que esas cosas eran muy triviales para Él. Hoy
día se pone tanto énfasis en sólo Su sufrimiento físico, que ciertamente fue
horrible, pero no se toma en cuenta que Su verdadera lucha estuvo en Su
voluntad, tal como nuestra verdadera lucha está en nuestra voluntad. Es por eso
que debemos poner el énfasis en que nuestra salvación depende de nuestra
voluntad, no “solamente” de lo que hacemos, porque nuestra voluntad determina
lo que hacemos (van ligadas). O estamos dispuestos y rendidos para obedecer, o
estamos dispuestos y entregados a no obedecer.
Podemos decir muchas de las mismas
cosas que los demás, y sin embargo, sin esa disposición (la de rendir nuestra
voluntad a Dios) se vuelve tan confuso a veces tratar de predicar a otros y
hablar acerca de la obediencia (no lo entienden); pero no son las cosas
externas de lo que estamos hablando, aunque sabemos que el rendirnos afectará
lo externo, pero no es acerca de eso, sino de la voluntad. Y cuando nuestra
voluntad está sujeta a agradar a Dios y a hacer Su voluntad, estas son
evidencias de cosas que nos unen… y todo proviene de una voluntad rendida.Es
por eso que podemos leer acerca de Cristo y de Su tribulación y podemos cantar
acerca de ello, de cómo Él estaba en el jardín y oró en agonía sudando gotas de
sangre. Allí estaba Él rindiéndose: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya.”
Esta mañana quiero hablar básicamente
sobre eso, pero quizás de una manera un poco diferente, acerca de cómo es
posible que estemos haciendo muchas cosas correctas y aun así no tener nuestra
voluntad rendida a Dios. Quiero leer sobre eso no sólo en cosas que hemos
hecho, sino también en cosas que haremos.
Hebreos 12:1 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,”
Antes hemos hablado acerca de esta
gente, y este pasaje viene después de Hebreos 11, donde se habla de los héroes
de la fe, y veo la imagen o figura de cómo están todos estos héroes de la fe en
la eternidad, y hay una gran nube de testigos sentados en unas gradas o tribuna
(para ayudar a ver la figura) alrededor de un gran coliseo, y justo en medio
del campo es donde los jugadores (nosotros) estamos actualmente jugando, o
trabajando, o luchando. El enfoque está en nosotros, la generación en la que
vivimos está bajo el enfoque de las gradas de aquellos que ya están en la
eternidad; el cielo, el infierno, los santos antes que nosotros, todos nos
están observando en este mundo y observan quién está en juego, y quién está
haciendo qué, y quiénes están allí. Estamos siendo observados por una multitud
de personas que han ido antes que nosotros. Creo que los ángeles y los demonios
también están observándonos. Es nuestra oportunidad ahora; en eso es en lo que
más énfasis quiero poner.
Vayamos al versículo 12, donde dice: “Por lo cual, levantad las manos caídas y las
rodillas paralizadas;” aquí pensando en este escenario, estamos pensando
en alguien que está en una lucha o en una batalla. Nos debilitamos y somos
golpeados un poco. Y lo que nos está diciendo es: “¡Levántate!” “¡Anímate!”
V.
13: “…y haced sendas derechas para vuestros pies,
para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.”Aquí nos está hablando de alguien que quizás ha
sido un poco golpeado y herido en la batalla. De todas formas anímate. Sigue
adelante. Puede ser que no podamos hacer todo lo que quisiéramos hacer por
ahora mismo, ¡pero igual sigue adelante! En Efesios dice que habiendo acabado
todo, estemos firmes. Eso siempre me ha bendecido mucho. Si llegamos a tal
punto en que no podamos hacer nada sino sólo permanecer firmes, ¡PERMANECE FIRME! Si
llega el punto en el que ni siquiera puedas dar un paso siguiente, bueno, pues
quédate firme. Si no puedes más que gatear,… pues,… gatea, pero sigue adelante.
No te desanimes. No te salgas del camino, sino más bien deja que se sane
aquello que Dios tenga que sanar. Cuando alguien nos ofende, cuando alguien nos
es de tropiezo, cuando no somos tomados en cuenta, no vamos a dejar que nada de
eso nos desanime, sino más bien que sea sanado y sigamos caminando.
V.
14: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la
cual nadie verá al Señor.”Santidad. Paz. Seguir la paz es parte de la fe
Cristiana. Es procurar estar en paz con todos los hombres, amar a nuestros
enemigos, orando por ellos y hacer el bien, bendiciendo y no maldiciendo. No
sólo hacer lo que es justo, sino ir más allá de la justicia y hacer lo que el
Señor requiere e hizo. “… y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”Si
tomáramos tan sólo ese único versículo, con él podríamos callar a toda la
multitud de “creyentes” en el creer fácil (personas que dicen creer en Dios
pero no le obedecen, pues con sus acciones lo niegan y piensan que aun así, El
Señor se agrada de ellos). Sin santidad NADIE verá al Señor.
V.
15: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar
la gracia de Dios;…”Mirando con diligencia, no sea que alguno ya no
alcance la gracia de Dios. En esto días hay maestros que dicen que es imposible
caer de la gracia, pero aquí tenemos un claro mandamiento de mirar bien, no sea
que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios o caiga de ella. Eso destruye la
definición moderna de gracia, que afirma que porque estamos bajo la gracia,
todo lo que hagamos queda absolutamente perdonado y que entonces no importa si
seguimos en pecado. Una vez más, como dije la semana pasada, no es la gracia de
Dios la que está en juego o a prueba. Es lo que haremos con ella. El amor de
Dios por nosotros no está en tela de duda, pero sí está en juego nuestro amor
por Él.
“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de
Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados;”Nunca,
nunca, nunca permitas que un poco de desánimo se convierta en amargura. Porque
te llevarás a mucha gente entre los pies (contaminarás a muchos más). Por eso
guárdate, es lo que nos está diciendo. Guárdate de que eso te ocurra.
V.
15-16: “Mirad bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y
por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano,
como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.”
Esaú cayó por preferir algo temporal. Tomó una
decisión equivocada y vendió su primogenitura, menospreciándola, pensando poco
en ella, estando dispuesto a cambiarla por algo temporal.
V. 17: “Porque
ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no
hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.”
Este es quizás uno de los versículos más tristes de
toda la Biblia. Después… cuando miró hacia atrás, cuando ya no era el momento
de recibir la bendición, cuando ésta ya se había ido, se lamentó y tuvo
remordimiento al reflexionar que había perdido la bendición para siempre. Luego
procuró recuperarla con lágrimas, pero ya no pudo hacerlo. Con lágrimas
procuró, pero ya no había vuelta atrás. La bendición ya no estaba allí, ya se
había ido.Tenemos sólo una vida, sólo una vida para vivir. Al final de esa
vida, en el Día del Juicio, recordaremos nuestras vidas y el Señor nos pondrá
como en una película nuestra vida, cada detalle de ella, cada decisión, y vamos
a sentarnos y a observar. Vamos a ver cada decisión que tomamos y por qué la
tomamos. Vamos a ver lo que pudimos y debimos haber hecho, y no hicimos, vamos
a ver dónde podríamos o pudimos haber estado, y no estuvimos. Tenemos sólo una
vida para vivir.
Esaú desperdició su única oportunidad. Tomó la
decisión equivocada y no hubo lugar para corregirla. Ahora tenía que enfrentar
la tremenda realidad de perder lo que Dios había planeado para él. Al pensar en
la eternidad, creo que no habrá nada peor que el tormento mental de lo que
debimos o no debimos haber hecho a fin de evitar un desastre. Tan sólo en esta
vida terrenal, todos conocemos gente que ha tomado malas decisiones, o nosotros
mismos lo hemos hecho alguna vez, y yo conozco personas que tomaron una
decisión que trajo un desastre absoluto sobre los demás, y he visto cómo es tan
difícil para esas personasperdonarse a sí mismas por lo que hicieron, al punto
de prácticamente volverse locas, porque sus mentes no pueden manejar la verdad,
debido a la culpa que sienten por lo que debieron, o no debieron haber hecho. Pienso
que aunque habrá un fuego en el infierno, que seguro será tremendamente
horrible, uno de los peores tormentos en el infierno será la propia mente del
individuo que esté allí, pensando lo que pudo haber hecho para evitar estar
allí y para evitar que otros fueran allí, pero no lo hizo, y ver a cuánta gente
lastimó y ahora no puede corregirlo. Pues el tiempo habrá borrado toda
oportunidad de enmendar los errores del pasado.
A veces tenemos la oportunidad de corregir cosas
malas que hemos hecho, y de verdad que es una gran bendición. Todos hemos hecho
cosas malas en contra de otra gente, y, como ayer compartía el hermano Brian
acerca de cómo algunos evangélicos llegan al punto de casi glorificar el pecado
al dar testimonios impresionantes acerca de cuán perversos fueron en el pasado
y ahora están limpios de eso; Pues para mí, sinceramente eso no me causa tanta
impresión, en cambio,ver que alguien vuelve y enmienda el mal que ha cometido,
haciendo restitución, eso sí es fuerte y es de bendición. Juan el Bautista,
cuando venían a ser bautizados por él, les contestaba: “Haced frutos dignos de
arrepentimiento.” ¿Dónde están las evidencias de que en verdad te duele haber
hecho lo que hiciste? La gente que lastimaste aún está lastimada. Ve y
arréglalo primero. Jesús dijo que si traes tu ofrenda al altar y hay alguien
con quien debes reconciliarte, primero te reconcilies y luego lleves tu ofrenda
al altar. “No me
importa qué clase de ofrenda o regalo me traigas, es basura si no tienes un
verdadero arrepentimiento,” dice el Señor. Estoy parafraseando, pero
no creo haberle hecho ningún daño a las Escrituras. Así que gloria a Dios si
tienes aún la oportunidad de hacer restitución. Hay gente que daría lo que
fuera por tener la oportunidad de enmendar lo que ha hecho, pero ya sea porque
ya salieron de este mundo, o porque sus circunstancias no se lo permiten, no
pueden ya hacerlo.
“No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por
una sola comida vendió su primogenitura.”Una sola comida. Un plato de sopa roja de lentejas
con un poquito de carne. Todo se redujo a sentarse y comer un plato de comida.
Pensarías que para vender su primogenitura, al menos hubiera sido un verdadero
manjar (que sabemos, tampoco lo vale), y he aquí vendió su primogenitura por
lentejas con tantita carne y jitomate. Y al llegar el tiempo de la bendición,
ésta ya se había ido. Y ya no hubo lugar para el arrepentimiento. Ya no pudo
hacer nada.
Recuerdo cuando estaba recién convertido, que salí
a tocar casa por casa para testificar y tuve la oportunidad de hablar con una
pequeña familia, un matrimonio joven con dos hijos pequeños que de hecho vivían
en los departamentos que yo rentaba, cuando aún no me deshacía de los
departamentos. Sentí que debía ir y hablarles acerca de su alma. Ya antes había
podido testificarles un poco, pero sentí que debía de ir otra vez, pero por
desidia y por temor, lo pospuse y lo pospuse, hasta que ya no aguanté más el
sentimiento de que tenía que ir, y finalmente fui a buscarlos. Al llegar, toqué
a la puerta varias veces y nadie salió ni contestó, así que toqué varias veces
más, cada vez más fuerte, pensando que no oían. Toqué tan fuerte que la vecina
de en frente salió y me preguntó que si buscaba a esa familia. Yo le dije que
sí y entonces ella me preguntó: “¿Qué no escuchó lo que pasó?” “¿Escuchar qué?”
pregunté. Y me dijo: “Antenoche ellos iban en su auto, tuvieron un accidente y
todos fallecieron.”Me sentí terriblemente mal. Ya no había manera de volverlos
a la vida. Ya no había manera de que se pudieran salvar. Ahora no puedo hacer
nada más que lamentar ese hecho tan terrible, y no fallar para la próxima.
Solo una vida. Sólo una oportunidad. Podemos jugar
en esta vida, aferrándonos a algún pecado favorito secreto, a alguna clase de
mundanalidad, a algún tipo de rebelión o soberbia, a algo pequeño, a un pequeño
plato de lentejas que nos gusta demasiado como para poder rendirlo, y preferir
quedarnos en nuestra zona de comodidad en vez de asociarnos con la cruz… O al
contrario, podemos rendirnos al Señor por completo.
Pensemos en el apóstol Pablo en Hechos 26, hablando
con el rey Agripa. Pablo le había estado contando su testimonio, y luego en los
hechos 26:22-28, le dice al rey:
“Pero habiendo obtenido auxilio de
Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes,
no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que
habían de suceder:
Que el Cristo había de padecer, y ser
el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a
los gentiles.
Diciendo él estas cosas en su
defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven
loco.
Mas él dijo: No estoy loco,
excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura.
Pues el rey sabe estas cosas, delante
de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de
esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón.
¿Crees, oh rey Agripa, a los
profetas? Yo sé que crees.
Entonces Agripa dijo a Pablo: Por
poco me persuades a ser cristiano.”
Por poco me persuades a
ser cristiano.Casi cristiano. Ese va a ser uno de los clamores más tristes
durante toda la eternidad: casi, casi, casi. Casi le entregué mi vida a Jesucristo.
Entregué el 99% pero hubo una cosita que no quise ni pude entregar.Casi.Pero
fallé.
Casi acabé la
carrera.¿Pero acabaste?
Casi hice la obra que se
me encomendó.¿Pero la hiciste?
Casi.¿Qué tanto funciona
el casi?
Ya he contado el ejemplo del hombre que estaba
siendo perseguido por un tigre. Tenía una casa en el bosque y había salido de
su casa para cazar con su rifle. Cerró la puerta y guardó las llaves en su
bolsillo. Aún no estaba tan lejos de su casa cuando oyó a un tigre y de pronto
ve que el tigre estaba frente a él, a una buena distancia todavía. Levantó su
rifle, le apuntó al tigre y jaló del gatillo, pero por alguna razón el tiro se
cebó y se atascó. Sólo traía una bala en el rifle. El tigre comenzó a caminar
hacia él, así que el hombre comenzó a caminar hacia atrás. El tigre empezó a
caminar más rápido, así que el hombre comenzó a caminar más rápido hasta mejor
voltearse y empezar a correr. El tigre empezó a correr tras él. El hombre
corrió hacia su casa con todas sus fuerzas mientras oía al tigre detrás de él.
Saltó al porche o entrada de su casa a tiempo, llegó a la puerta, sacó las
llaves de su bolsillo y al querer introducirlas en la perilla, se le cayeron,
así que… casi llegó a su casa. Casi es fracasar.
“Casi cristiano” será el clamor más miserable
durante toda la eternidad.
Casi me rendí al Señor.
Casi hice lo que debía hacer.
Casi abandoné el mundo.
Casi amé a mi prójimo.
Casi amé a Dios con todo mi corazón.
Casi me negué a mí mismo.
Casi llevé mi cruz cada día.
Casi me quedé en el puesto o poste en el que Dios
me dejó.
Escuché un testimonio acerca de un
hombre que salía a las calles a predicar en una esquina, obsequiando folletos y
tratando de hablar personalmente con la gente. Eso lo hizo durante 20 años sin
ningún fruto, así que decidió que nadie lo iba a escuchar y finalmente dejó de
hacerlo. Unos 10 años después, él iba pasando por esa misma esquina y vio a
otro hombre predicando, así que se acercó a él y le dijo: “Sólo estás perdiendo
tu tiempo, hombre. Yo hice exactamente lo mismo que tú en esta misma esquina
durante 20 años y nadie me hizo caso.” El nuevo predicador preguntó: “¿En esta
misma esquina? ¿Y cuándo dejaste de hacerlo?” Al recibir la respuesta de que
hacía 10 años, respondió: “Pues hace 10 años yo iba pasando por aquí y vi a
alguien predicando, que ahora sé que eras tú, y esa es la razón por la que
ahora yo estoy aquí hoy.”
El hombre se había rendido.Casi.Ya no
hubo lugar para el arrepentimiento.
Pienso en el canto “Casi persuadido,”
que dice: “Casi persuadido,
la cosecha ya ha pasado y yo estaba casi persuadido, pero el casi no puede
funcionar, pues el casi es fracasar. Amargo clamor: casi,
pero perdido.”
Las decisiones que tomamos tienen
consecuencias. Y segamos lo que sembramos. Sí, segamos lo que sembramos. ~
Por David Keeling, transcrito por Josué Moreno
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