Definir
quiénes somos es parte del camino angosto, ser consciente de lo que en
realidad significa: "seguir a Cristo" es algo fundamental en la
identidad espiritual del cristiano verdadero.
No
podemos definirnos bajo la mirada y expectativa de los demás, sino con
base en el modelo a seguir que es Cristo mismo, que se hizo hombre. La
autenticidad del seguidor de Cristo radica en esto, su esencia es hacer
lo que es correcto porque su corazón y espíritu están en sintonía con el
Padre y el Hijo..No porque necesita quedar bien con otros, no porque
tiene un interés de por medio, no porque tiene miedo a lo que van a
pensar, no porque tenga la presión de que sus semejantes se van a
ofender...
El obrar del
cristiano tiene sus fundamentos en la Roca, es decir, en el ejemplo de
Cristo que puede ser reflejado en el individuo. Este actúa con base en
principios divinos y deja que los demás libremente hagan o piensen lo
que ellos decidan, no al revés... El cristiano no tiene porqué saber qué
hacer con todos en cada situación o contexto cotidiano, "es o hace" lo
que tiene que "ser o hacer" según lo que Dios quiere que "sea o haga" y
deja que los demás decidan qué hacer con él...así es como se vive la
verdad, cuando uno está bien definido y tiene clara su identidad. Alguien una vez dictó el siguiente pensamiento: "El mundo te preguntará quién eres, y si no
lo sabes, responderá por ti"...cuánta razón hay aquí, esto nos lleva a
reflexionar acerca de la importancia pues, de verdaderamente estar bien
definidos y con una identidad clara acerca del auténtico seguir a
Cristo...
La envidia no
es un problema socioemocional que radica solamente en el más puro
núcleo del sistema mundano, ciertamente pertenece a dicho sistema de
ideas (y al religioso), pero en realidad es un espíritu que tiene el
poder de actuar dentro de un círculo cristiano sincero...Este espíritu
puede obrar en el corazón de aquellos que conocen a Jesús, sí es que se
le permite y se le abre la puerta. Opera de manera sutil, disfrazándose
de características muy aparentemente justas y piadosas...pero es un
espíritu engañoso que genera una actitud de ingratitud, molestia, queja,
enojo y desdén hacia los semejantes desde el corazón y la mente. Es una
forma implacable de ser que no encuentra contentamiento con nada, en la
que las acciones buenas de otros jamás serán suficientes para calmar o apaciguar dicho comportamiento..y al contrario, lo que hace este
espíritu en las personas que se dejan dominar por él, es volverlas
esclavas de la autocompasión y de la victimización (estar inconforme de
cosas que el mismo individuo provoca, viendo mal todo lo que hacen los
demás, pero no poniendo atención en el mal obrar que él mismo genera)... Con el paso del tiempo se vuelve un vicio, un deseo de la carne que
necesita y prefiere la comodidad del "drama",.... (¡Vean todos como
estoy sufriendo!, ¡Vean que mi situación es difícil!, ¡Miren que malos
ha sido conmigo todos!!!)...para no enfrentar la realidad de las cosas y
la responsabilidad que cada uno tiene de "ser libre"...es decir, la
responsabilidad de ser: paciente, benigno, amable, amigable, hermanable,
bondadoso, empático, sincero, ordenado, limpio, cuidadoso en todo
sentido (material y espiritual) etc....
La
envidia provoca que: al ver que alguien más es mejor que nosotros en
cualquier cosa y al darnos cuenta de que no podemos lograr lo que otros
si pueden, venga enseguida un insoportable malestar interior (un vacío
donde debería estar el amor)...y entonces en ese estado ya de "confusión" se comience a planear cómo
derribar (con artimañas) eso que es mejor. Sin razonar que "eso que es
mejor" puede ser una obra de Dios manifestada en nuestro prójimo, un ser
humano que ha decidido seguir a Cristo y vivir bajo los fundamentos del
Maestro reflejando Su luz.
La envidia pues, viene del diablo, quien actuó así desde el principio;
recientemente hno David Keeling dijo una frase muy cierta:
"El diablo nunca estará a la altura de Dios, sin embargo, quiere todo lo que Dios tiene"
...
Así es el diablo, sabe que no puede ser auténticamente bueno como Dios y
por eso comienza a crear trampas que no precisamente lucen feas o
desagradables, sino piadosas y aparentemente buenas, pero con motivos
perversos...Un ejemplo claro de esto es la manera en que los fariseos,
enviando a algunos de sus discípulos junto con los partidarios de
Herodes, se dirigían a Jesús de la siguiente manera:
"
-Maestro, sabemos lo honesto que eres. Enseñas con verdad el camino de
Dios. Eres imparcial y no tienes favoritismos." (Mateo 22:16 NTV)
Una
forma de hablar muy correcta, pero cuyo propósito era tender una trampa
para poder acusar "Al que es bueno",...El Señor conocía y no se le
escapan dichas intenciones y por eso les dijo: "Hipócritas"...
¿Qué
se pretende al abordar estas dos ideas, la de "definirse o tener
identidad" y la de la "envidia"?... Sencillamente es un ánimo a saber
cómo enfrentar a este espíritu cuando llega a operar dentro de la
iglesia. El cristiano auténtico cuya identidad es genuina "impide" que
este espíritu logre su cometido, "rechaza" la provocación que este
espíritu promueve, "evita" actuar de manera recíproca hacia los que
están siendo controlados por este espíritu regresándoles mal por mal, y
"desecha" argumentos de humana sabiduría para señalar el error que este
mal espíritu establece en el prójimo ..Lo que hace es optar por "no
resistir" al que es malo, por poner la otra mejilla cuando incluso las
bofetadas de la decepción llegan al corazón y cuestan lágrimas, sigue estando en disposición de servir aun cuando hay ingratitud de parte de su prójimo o hermano, da más
de lo que el otro merece, responde con bien a las demandas injustas, va
la segunda milla por esas personas que son almas y que no saben lo que
hacen (están siendo controladas), da y presta sin esperar que le regresen lo debido, bendice aunque
reciba injurias, hace el bien sin pensar en los detalles del
comportamiento que esas personas manifiestan, pero sobre todo
"perdona"...porque este perdón verdadero es un reflejo que responde al
perdón que Dios nos proveyó...
Actuar
así requiere esfuerzo y verdadera identidad, es decir, saber quiénes
somos en el sentido de ser lo que Dios quiere que seamos y para lo cual
fuimos creados, no es algo mágico...el hombre natural no es capaz de
sobrellevar esto, no lo entiende porque se necesita discernir
espiritualmente (1ra cor 2:14) , y es necesario para esto, ser parte de la naturaleza
divina (2da Pedro 1:4) a través de la cuál podemos obtener: sabiduría,
juicio y devoción a Dios..
"Pues
no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores
malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de
este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares
celestiales." Efesios 6:12 NTV..
Nota final: En la imagen de este artículo se hace referencia a la parábola de las 10 vírgenes, se pensó en esa enseñanza relacionándola con la importancia de estar firmes en esta vocación, de tener plena convicción de lo que implica esperar en el Señor. Para las 5 vírgenes previsoras, esperar la llegada del Señor fue igual de difícil que para las despreocupadas...Incluso al punto de quedarse dormidas por el cansancio; Sin embargo, la diferencia es que las primeras estaban preparadas con sus botellas de aceite...Aunque las 10 vírgenes estaban esperando al Novio, no todas tenían una auténtica convicción de la importancia de esto, 5 de ellas estaban bien definidas y con una identidad clara de su deber,...La otra mitad en realidad no le dio la importancia que tenía este evento, no se notaba en ellas una firme convicción, pues no se prepararon, su corazón no estaba ahí... y al final, terminaron no sólo exigiendo aceite a las vírgenes que sí fueron responsables, sino quedándose afuera de las bodas...el Señor asegura no conocer su identidad!!
"Manténganse ustedes despiertos -añadió Jesús- porque no saben ni el día ni la hora."
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